Los aguacates han conquistado el mundo, pero quizás ha llegado el momento de preguntarnos si realmente deberían seguir existiendo. Su historia es un cúmulo de paradojas. Para empezar, la naturaleza prácticamente los condenó a la extinción hace miles de años. Su reproducción dependía de grandes mamíferos como los mamuts y los perezosos gigantes, los únicos animales capaces de tragarse la semilla entera y dispersarla a través de sus heces. Pero estos desaparecieron hace 13.000 años, dejando al aguacate sin su principal medio de propagación. De algún modo, la especie logró sobrevivir hasta que los humanos comenzaron a cultivarlo. Si la evolución lo había sentenciado, ¿por qué seguimos prolongando su existencia? Además, su popularidad desmedida ha tenido consecuencias devastadoras.

Por qué los aguacates ya no deberían existir en absoluto

La fiebre del aguacate ha contribuido a la deforestación en México, con vastas áreas de bosque taladas para dar paso a plantaciones. También se ha convertido en un lucrativo negocio para grupos criminales que controlan su producción y distribución, utilizando la violencia para mantener su dominio. Mientras tanto, el consumo mundial sigue en ascenso, y con él, su impacto ambiental.

Se necesitan enormes cantidades de agua para su riego / Foto: Unsplash
Se necesitan enormes cantidades de agua para su riego / Foto: Unsplash

El aguacate es un fruto sediento, que requiere enormes cantidades de agua para su cultivo. En regiones donde el acceso al agua ya es limitado, su producción supone un derroche insostenible. Se estima que producir un solo kilo de aguacates puede requerir hasta 2.000 litros de agua, mucho más que otros cultivos básicos. Este coste ecológico se ignora en favor de su imagen de “superalimento”, promovida por la moda de la alimentación saludable y el marketing agresivo. En los últimos años, ha sido convertido en un símbolo de estatus gastronómico, con recetas que lo glorifican y una presencia desmesurada en redes sociales. No importa si aparece en tostadas, batidos o incluso en tarjetas de felicitación: el aguacate se ha convertido en un fetiche cultural. Sin embargo, detrás de esta imagen hay una realidad incómoda. Su impacto medioambiental es tan grave que algunos expertos sugieren que deberíamos reconsiderar su consumo antes de que cause daños irreversibles.

Está en los menús de todos los países / Foto: Unsplash
Está en los menús de todos los países / Foto: Unsplash

Su impacto medioambiental es muy grave, como para replantearse su consumo

Pero la paradoja del aguacate no termina ahí. Su creciente demanda ha llevado a situaciones absurdas. En Reino Unido, cuando fueron introducidos en supermercados en 1968, muchos consumidores los confundieron con peras y los prepararon como postre con crema inglesa. Décadas después, en Australia, se acusó a los millennials de gastar tanto dinero en aguacates que les resultaba imposible ahorrar para una casa. En Estados Unidos, su promoción en el Super Bowl hizo que el consumo se disparara a niveles descomunales. Es un fruto que nunca debió sobrevivir, y, sin embargo, aquí está, dominando el mercado global a costa del planeta. Quizás es momento de admitir que el aguacate no es tan verde como parece y que el mundo estaría mejor sin él.