Las pantallas se han colado en cada rincón de nuestro día. Desde la mañana hasta la noche. Ya sean pequeñas como las de móvil o de un formato más grande como las tablets. El resumen es que siempre estamos mirando a una pantalla y hay momentos en los que esto puede ser más perjudicial de lo que creemos, por ejemplo, cuando comemos.
Dejar de comer mirando el móvil
Un estudio publicado en Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics bajo el título: Uso de pantallas y consumo de alimentos ultraprocesados en adolescentes: un estudio cualitativo de grupos focales ha confirmado una verdad que se venía gritando desde hace tiempo, que el móvil es una de las causas de una mala alimentación en este grupo de población.
En mayo de 2022 se reclutaron cuatro grupos formados con 30 adolescentes de entre 12 y 16. Entre los resultados obtenidos destaca el hecho de que frente a la pantalla se consumen muchos más productos ultraprocesados. De hecho, fueron los propios adolescentes los que confirmaron que “comer frente a las pantallas y la exposición a la publicidad de ultraprocesados conducía al consumo compulsivo e impulsivo de estos productos”. Además, no dudaban en describir a este tipo de alimentos como “adictivos y poco saludables”. Y es que, aunque demostraron tener pocos conocimientos sobre qué efectos tienen estos alimentos en su salud, sí saben que buenos no son.
El consumo de más alimentos poco saludables es uno de efectos más directos, sobre todo a ciertas horas como el desayuno, donde mejor se camuflan estos productos, o el momento picoteo (una buena acción publicitaria para dar con el clavo con el momento exacto). Pero hay más y aquí no importa la edad, al igual que no importa el contenido que se consuma. Comer mirando a una pantalla está detrás de problemas digestivos como digestiones pesadas o gases. Y esto es debido a que no estamos centrados en lo que estamos haciendo, es decir, en comer.
Cada cosa a su tiempo
Masticar despacio, saborear cada trozo, apreciar la textura, la temperatura, diferenciar los sabores de los ingredientes y tragar al final. Este sería el proceso ideal a la hora de ingerir alimentos. Es decir, lo contrario a masticar con prisas mientras vemos videos o fotos una tras otra. El primer paso de la digestión es el masticado, lo que marca la diferencia entre una buena digestión o una pesada llena de gases. Y este es el único paso de todo el proceso que está en nuestras manos y con el que podemos influir en cómo nos sentiremos después.
Masticar poco y tragar rápido causa más gases y obliga al estómago a trabajar más, lo que se traduce en muchas molestias estomacales. La alimentación consciente nos permite disfrutar de la comida, ser conscientes de la cantidad de comida que consumimos y evitar problemas digestivos causados por las prisas o por no masticar como es debido. Y, sobre todo, que nuestra mente pare unos minutos y poder así rebajar los niveles de estrés. Un buen puñado de beneficios solo por dedicarle a la comida el tiempo que se merece.