Hacer café en Europa. En Catalunya. En Osona. "No puede ser", "os habéis vuelto locos" o "esto no funcionará". Son los comentarios de amigos, conocidos, familiares y vecinos que escucharon durante años Joan Giraldez y Eva Prat. Los dos están a punto de hacer historia. O mejor dicho, ya han hecho historia. En Sant Vicenç de Torelló se enclaustran 14 hectáreas, situadas en la finca Castellvilar, nombre con que se bautizan los primeros granos de café elaborados fuera del clima tropical en todo el mundo. Sí, hay plantaciones descomunales de café en Colombia, Panamá, China, Australia e, incluso, en las Canarias y las Azores -estas últimas, en dimensiones más pequeñas. Pero todas ellas se ubican en la misma franja, la latitud tropical.

La primera plantación de café no tropical en el mundo está en Osona

La región tropical de la Tierra se define generalmente geográficamente como el área entre el Trópico de Cáncer, situado en 23,5° de latitud N, y el Trópico de Capricornio, a 23,5° de latitud S. Por este motivo, el proyecto de Giraldez y Prat es único en el mundo. Y es que todo el café que se cultiva actualmente en el planeta Tierra es en clima tropical, entre estas latitudes mencionadas. Osona, Catalunya y la Europa continental entera están por encima del Trópico de Cáncer, por esta razón hablamos de la primera plantación de café en el mundo no tropical. Dicho de otra manera, es la primera plantación de café continental en la historia, y el término 'continental' se refiere a zonas que abarcan temperaturas negativas y positivas, a diferencia del clima tropical. Y el paradero para esta primera plantación es ni más ni menos que Osona, concretamente Sant Vicenç de Torelló.

Granos de café en la finca Castellvilar, en Sant Vicenç de Torelló / Foto: Carlos Baglietto

A Eva y Joan no les gusta oír hablar del concepto "han hecho café", es un insulto para ellos, utilizar el pretérito perfecto compuesto. Prefieren, y de hecho es más esmerado, hablar con el pretérito imperfecto. Así pues, nos olvidamos de "han hecho café" y expresamos "hicieron café". Y es que el proyecto se inició uno lejano 2016, cuando decidieron romper con las reglas del juego y hacer café en terreno continental por primera vez en la historia.

Ahora hace ocho años parieron esta idea, prematura y muy verde, que evolucionó durante dos años, hasta el 2018, solo a través de la observación de fincas de varias zonas del país y de estudios de pluviometría, humedad, temperaturas y pH de las tierras de diferentes zonas. Hasta que chocaron con la finca de Castellvilar, que reunía las condiciones climatológicas óptimas para el cultivo del café.

El sistema de prueba y error hasta alcanzar el éxito

Desde el 2018, y hasta la actualidad, son seis años de efectuar el sistema de prueba y error. Una vez tras la otra hasta alcanzar el éxito. A lo largo de este lustro y pico, Joan y Eva han llevado a cabo hasta tres germinaciones, que es la base e inicio del proceso para obtener el grano de café. La primera vez se truncó por desavenencias con el vecino y la burocracia del cableado de la luz para las máquinas de calor, entre otros, y la producción de las plantas de café murieron. Otros problemas afectaron a la segunda germinación, de la que tampoco se pudo extraer nada. Hablamos de los años 2018 y 2019, respectivamente.

Joan Giraldez y Eva Prat / Foto: Carlos Baglietto

Todo cambia, sin embargo, con el inicio de la tercera germinación de las semillas. "Son tres años ya trabajando con esta germinación, que actualmente ya ha dado los primeros granos de café y que hemos podido probar en pequeño comité con la familia para extraer las primeras conclusiones", comenta Eva. No son plantas de importación, sino que es un procedimiento que arranca desde cero. Se ponen las semillas una en una en unas mesas de germinación, con las distancias pertinentes entre cada una. A continuación, el arranque de la semilla ya germinada y coger la planta una en una y ponerla en una bolsita o una bandeja de germinación o de replantación. "Una vez la planta tiene unas dimensiones, una estructura y unas bases se puede plantar a tierra y, aquí, las fases de cuidado y atención diarios son diferentes", enfatiza Joan. Una vez la planta está en el suelo, al cabo de un año y medio o dos empiezan las primeras floraciones.


Actualmente, las plantas hacen 1,2 m de altura. "En el 2025 llegarán a 1,7 m y en el 2026 ya superarán los 2 metros", enseña Joan. Las plantas de café pueden llegar a crecer hasta 12 o 14 metros de altura, ahora bien, en la plantación de este entusiasmado matrimonio se persigue un hito de 2,8 metros de altura aproximadamente. "Así podemos trabajar mejor la planta, recoger los granos de café y optimizar los recursos", confiesan. El café que cultivan es el café de sombra, originario de sotobosque, en sus plantaciones originales en la selva. Un café que necesita muy pocas horas de sol. "Es el café original, es el más puro", revela Joan. Hacen café arábica, dos versiones diferentes de gran selección y cotización: la variedad Geisha, es la más cotizada del mercado. Una planta más señorial, de buen ademán y esbelta; la otra variedad es la Castillo.

Las plantas de café en la finca Castellvilar / Foto: Carlos Baglietto

20.000 metros cuadrados de café

A día de hoy, de las 5.000 plantas de café que se encuentran en la finca de Sant Vicenç de Torelló, solo 250 están plantadas al suelo. "No nos ponemos prisas, vamos poco a poco creciendo constantemente", exclaman. Ahora mismo, el total de las cinco mil plantas están ocupando 700 m² aproximadamente. "En el futuro, tendremos los millares de plantas plantadas al suelo, abarcando hasta dos hectáreas, es decir, 20.000 m²", dice el experto cafetero. Por lo tanto, solo se está aprovechando un 3,5% del terreno que se llegará a utilizar en el futuro. Para tomar dimensiones de la cantidad de trabajo y de donde se encuentran hoy día. "Queda camino por recorrer", reconocen.

Su objetivo es poder vivir del café y sacar bastante beneficio económico para dejar sus respectivos trabajos. Tampoco diremos que la finca de Castellvilar es el hobby, porque da un montón de trabajo y horas diarias. Eva trabaja en la administración en Manlleu, mientras que Joan se dedica al sector del café, entre tostaderos artesanales y reparto, lo cual le ha permitido tejer una importante red de contactos, nacionales e internacionales. Sumadas estas 40 horas semanales y la atención de sus dos hijos, todavía encuentran el tiempo imprescindible para encargarse del mantenimiento diario de la plantación de café.

Un trabajo diario inagotable / Foto: Carlos Baglietto

"Nadie apuesta por un negocio a siete años vista y nosotros lo hemos hecho. Llevamos cuatro ya, y hemos alcanzado el objetivo", profundiza Joan. El futuro es ambicioso. Hasta este octubre de 2024 han recogido pocos gramos de café, pero con la producción actual, la ambición y las esperanzas depositadas son altas. ¿Y cuál es el objetivo? Hacer divulgación del café, extender el conocimiento del grano de café y que el público general pueda entender qué hay detrás de una taza de café. "No es un cultivo propio de Catalunya y vivimos en un país donde no hay formación ni conocimiento sobre el café", reclaman. Y eso es con lo que quieren romper.

"Nadie apuesta por un negocio a siete años vista y nosotros lo hemos hecho. Llevamos cuatro ya, y hemos alcanzado el objetivo"

Así pues, en el 2025 empezarán a hacer las primeras visitas y catas con el sector profesional, solo gente del ámbito del café. Ya más adelante, será el turno para el público general. De esta manera, Castellvilar se convierte en un espacio todoterreno con tres funciones principales. En primer lugar, un papel de escuela: excursiones y visitas a la finca para ver de primera mano las plantas y entender los pasos que dan Joan y Eva, desde la germinación hasta recoger el café y tostarlo; la segunda tarea, espacio para la cata: una vez finalizada la ruta, se ofrecerá a los visitantes la posibilidad de degustar el café de primera calidad; finalmente, la tercera pata, una tienda: aunque la idea también será exportar el café a mercados internacionales muy concretos, la otra rama del negocio serán las mismas personas que pisan las tierras de la finca que tendrán la opción de comprar el café para llevárselo en casa.

Joan supervisando las plantas, en su mantenimiento del día a día / Foto: Carlos Baglietto

"Soy un apasionado por el café: después de toda mi formación en mecánica industrial, el primer trabajo que tuve fue en una empresa de máquinas de café", se sincera Joan, que añade que "no hemos visitado nunca ninguna plantación de café, todo y que sí que tenemos contactos de haber trabajado en el sector del café, en Colombia y otros países". Matizan que sí que han hablado para consultas básicas, "pero al final te das cuenta de que el contexto de Colombia, por ejemplo, es muy diferente de Catalunya".

Eva puntualiza: "Somos autodidactas y tenemos la suerte de tener un gran laboratorio natural de miles de metros cuadrados para superar el método prueba-error y alcanzar el éxito del grano de café". Autodidactas y autosuficientes con respecto al consumo de luz y agua, tanto por la plantación como por la casa de madera donde viven con los dos hijos, de 6 y 12 años, en medio de la finca. Y este es el otro gran tesoro de este matrimonio: un entorno idílico, un enclave natural precioso donde criar y levantar a una familia con las ideas muy claras, una especie de escuela rural impregnada en casa, 360 grados en torno a las paredes que les ha visto crecer desde hace seis años.

Los primeros granos de café recogidos después de seis años de trabajo / Foto: Carlos Baglietto

Todo, una cantidad de trabajo de narices que han hecho increíblemente a cuatro manos. Sí, exacto, sin la ayuda de nadie más. Solo Eva y Joan. Joan y Eva. El trabajo, sin embargo, tomará unas dimensiones, si todo va bien, demasiado grandes. "Las previsiones que presentamos a la Generalitat son las de contar con una veintena de trabajadores: unos 12 en la plantación de café y unos 8 en la plantación de arándanos", detallan. Y es que calculan incrementar entre un 1,5% y un 1,8% el PIB de la población de Sant Vicenç de Torelló. Solo con el café y los arándanos en una villa de más de 2.000 habitantes.

"No creíamos en el 'no'. Fuimos tozudos y lo somos todavía hasta obtener lo que tenemos actualmente, aunque todavía quede mucho camino. Pero hemos aprendido mucho y hemos sabido superar los obstáculos para poder llorar ahora como niños pequeños, orgullosos viendo lo que hemos conseguido", acaban admitiendo ilusionados Joan y Eva. La historia está a su lado y el mundo tiene que saber quiénes son.