Cuando hablamos de café, no solo lo hacemos desde el gusto o la tradición, sino también desde la curiosidad. Uno de los debates más comunes entre los amantes del café tiene que ver con la cafeína: ¿es cierto que un café corto contiene más cafeína que uno largo? A simple vista, podría parecer lógico pensar que una mayor cantidad de líquido equivale a más cafeína, pero la respuesta no es tan evidente. En realidad, hay una serie de factores que influyen en la cantidad final de cafeína que llega a nuestra taza, y no todos tienen que ver con el tamaño del café. El tipo de grano utilizado, el grado de tueste, el método de preparación o incluso el tiempo de extracción influyen de forma notable en el resultado.
¿Qué tiene más cafeína: un café largo o uno corto?
Así que no es simplemente una cuestión de mililitros: detrás de cada taza hay un equilibrio químico que puede sorprender incluso al más cafetero. Lo curioso es que muchas veces lo que consideramos una elección por preferencia, como pedir un café más corto para “despertar” o uno más largo para disfrutarlo con calma, acaba teniendo un impacto distinto al que imaginamos en la dosis de cafeína que realmente consumimos.

Aunque el café corto se asocia con una concentración más fuerte de sabor, eso no significa que automáticamente contenga más cafeína. De hecho, si hablamos en cifras, un café corto estándar suele rondar los 90 mg de cafeína. Por otro lado, un café largo, si se prepara de manera tradicional, puede alcanzar los 100 mg. Eso sí, hay una diferencia clave: si el café largo se hace simplemente alargando el tiempo de extracción, es decir, dejando pasar más agua a través del café molido durante más tiempo, el resultado es una bebida más amarga y con más cafeína.

La razón es sencilla: cuanto más tiempo se extrae el café, más compuestos, incluida la cafeína, se liberan. Sin embargo, si el café largo se prepara correctamente, extrayendo un café normal y luego añadiendo agua caliente, el contenido de cafeína no aumenta significativamente, y el sabor se mantiene equilibrado. Por eso, la forma de preparación es tan importante como el tipo de café elegido. Si estás buscando una dosis rápida y concentrada de cafeína, el café corto te la da, pero si el café largo no se prepara bien, podrías acabar bebiendo aún más cafeína sin darte cuenta. La próxima vez que te tomes un café, recuerda: el tamaño no lo es todo, lo que realmente cuenta es cómo se hace.
Así que, la próxima vez que pidas un café pensando en la cafeína, no te dejes engañar solo por la cantidad en la taza. El secreto está en la preparación, no en el tamaño. Y si eres de los que necesitan controlar su consumo diario, tal vez ha llegado el momento de prestar más atención al cómo que al cuánto.