El empresario Ferran Ballús y su equipo del restaurante La Madurada, especializado en carnes, adquieren el bar Versalles. Ballús y su equipo recuperan este icono de Sant Andreu con un nombre nuevo que mantiene parte de la esencia del bar original: 'La Madurada de Versalles'. El local prevé abrir en formato restaurante-brasería a finales de año.

Reabre el Versalles

El empresario Ferran Ballús, del restaurante La Madurada, amplía su proyecto en este icónico local centenario del barrio de Sant Andreu. "Lo hicimos en Horta y lo volveremos a hacer en Sant Andreu: crear un restaurante de barrio y para el barrio, en los dos casos adaptándonos al local precedente". El emprendedor catalán coge el traspaso del bar Versalles para adaptarlo, con el mismo concepto de brasería que hace un año que triunfa en Horta, en el barrio en que nació. "Queremos adaptarnos con un concepto de brasería de precios moderados, siendo 100% conscientes del local que ocupamos". De alguna manera, comenta, "el Versalles no ha muerto". La nueva propiedad pretende mantener algunos de los elementos icónicos del histórico local para mantener viva la estética del antiguo bar.

En el 2009 se traspasó para volver a reabrir un año después con la voluntad de recuperar aquella esencia de un bar que tenía enamorados a los andreuencs

Carne del restaurante La Madurada
Carne del restaurante La Madurada. / Foto: La Madurada

Su chef ejecutivo será Joaquín Sánchez, el mismo que el de La Madurada de Horta y Carnal Steak House, situado en la calle Enric Granados. Con fecha de apertura prevista para el mes de noviembre, Ballús espera que el nuevo Versalles vuelva a ser un referente, aunque ya no sea con desayunos de tenedor y tapas, sino con un servicio de comidas y cenas. El empresario añade que la esencia del Versalles no morirá y el local "no alojará ninguna cadena ni concepto de comida rápida".

Tira y afloja

Fundado hace 109 años, la familia Heredero inauguró el Versalles, que pasó de padre a hijo dentro de esta familia hasta que en el 2004 se añadió al negocio un antiguo trabajador, Eduard Colomé. En el 2009 se traspasó para volver a reabrir un año después con la voluntad de recuperar aquella esencia de un bar que tenía enamorados a los andreuencs. El anuncio de su cierre ahora hace unos días, y la nueva noticia de reapertura, es una constante en establecimientos de este tipo en Barcelona. Proyectos tradicionales que cierran y que son sustituidos por otros con más músculo económico, que a veces intentan mantener parte de la esencia original, pero que otros simplemente borran el legado de familias y generaciones enteras.