Hacer queso sucede (y sucedía) en la cocina. Es, para decirlo rápida y sencillamente, transformar la leche y convertirla en soporte sólido para alimentar las bocas de la familia. La elaboración de queso ha sido en la historia, sin ningún tipo de duda, un oficio de mujeres, entre otras cosas, por los tiempos asociados a la elaboración de queso: mientras el hombre se ocupaba de otras tareas agrícolas, la mujer ordeñaba y acto seguido, empezaba la elaboración. Semana tras semana es el gran Xevi Miró quien nos explica un nuevo capítulo sobre los quesos, pero esta semana eso cambia. La actriz y quesera, Judith Forner, del equipo de Llet Crua nos expone la relevancia histórica de las mujeres en el oficio quesero.
Remontándonos al origen de la agricultura y de la ganadería, cuando el hombre empezó a domesticar animales y sembrar la tierra como forma de vida. El pasturaje podía ser una actividad masculina, no obstante las que ordeñaban y se hacían cargo de la leche obtenida, eran las mujeres. La transformación en queso empieza a suceder en el momento en el que el ser humano es consciente de que mediante la coagulación de la leche se consigue un producto con una vida útil mucho más larga que la de la misma leche fresca sin transformar. Así, elaborar queso se convirtió en una eficaz manera de preservar y aprovechar el excedente de leche que de lo contrario se estropearía. Los hombres pasturan a los animales, y las mujeres ordeñan y elaboran con la leche obtenida.
"Hoy hablamos las mujeres, concretamente del papel de las mujeres en el mundo de los quesos", irrumpe Judith. Un ejemplo bien claro y fácil de entender es el que nos muestra con los cinco quesos que tiene en frente a la hora de grabar el vídeo: "Paula, Judit, Mercè, Lourdes y Maria son las elaboradoras de estas piezas de aquí", expone visualmente, añadiendo que "antiguamente, casi todos los quesos eran hechos por mujeres".
Mientras el hombre pacía los animales, la mujer se encargaba de cuidar grandes y pequeños, y, durante los pequeños ratos muertos, se responsabilizaba de elaborar todos los quesos. "Y eso funcionó muy bien con este mecanismo durante siglos y siglos", enseña Panadero. La industrialización, sin embargo, lo cambió todo con la migración de muchas personas de las zonas rurales hacia las fábricas y ciudades en crecimiento.
A lo largo de la historia, este papel de la mujer quesera se ha mantenido. En el norte de España, en particular, la tradición de elaborar mantequilla y queso perteneció siempre. Queixo do País, una de las recetas más antiguas y representativas de la quesería gallega, ha sido siempre vinculada a las mujeres; tanto en el manejo del ganado, como en su elaboración, como en la comercialización posterior. Igual pasaba (y pasa) con Cabrales, uno de los quesos más representativos del Estado. En Inglaterra, fue la reputada quesera Frances Pawlett quien al principio del siglo XVIII estableció las bases de lo que hoy conocemos como Stilton, uno de los quesos azules de más reconocimiento al mundo.