Desde hace 14 años, cada primer viernes de agosto se celebra el Día Internacional de la Cerveza. Y aunque en otros países con mucha tradición cervecera lo festejan en otras fechas de forma nacional, a nivel mundial se ha aceptado ese día, que este año coincide con el 6 de agosto, gracias a un pequeño bar de la localidad de Santa Cruz, en California. Allí cuatro amigos aficionados a esta tradicional bebida llamados Jesse Avshalomov, Evan Hamilton, Aaron Araki y Richard Hernández, decidieron celebrar un día en honor a la bebida que tanto les gustaba. Y la idea fructificó, pues hoy son más de 50 países los que lo conmemoran.
Pero, ¿por qué tantas personas se han adherido a esta fiesta en todo el mundo? Pues seguramente porque es una de las bebidas más universales que existen y, probablemente, la bebida alcohólica más antigua. O, más bien, de la que existen registros más antiguos.
De hecho, su proceso de elaboración está documentado por primera vez en el año 5.000 A.C. aproximadamente, en un rollo de papiro escrito por un escriba del Imperio que expuso cómo se utilizaban ingredientes no muy comunes hoy en día, como dátiles, granadas y otras hierbas autóctonas. La graduación alcohólica era más alta que la de hoy en día y era el faraón el que determinaba su uso, principalmente para festejos religiosos.
Pero lo cierto es que existen indicios de que su consumo es aún más antiguo y los expertos lo sitúan en la Antigua Mesopotamia, hacia el año 10.000 A. C. Seguramente su descubrimiento fue algo habitual, al ver cómo fermentaban restos de cereales consumidos, donde se cultivaba el trigo y la cebada. Seguramente alguien decidió probarlo y descubrió una bebida distinta con efecto embriagador y que además estaba libre de contaminación y reducía la propagación de enfermedades frente a ciertos tipos de agua sucia, lo que impulsó su consumo. De esta zona del mundo, que exportaba cereales, se fue extendiendo por el resto. Gracias al Mediterráneo en Europa y también en Oriente.
De los antiguos griegos tenemos constancia de su consumo, de hecho el historiador Zósimo da cuenta de ella y su elaboración tras su viaje a Egipto. Con el nombre de zythum, que hace referencia a fermentación de la cebada y el trigo, en el periodo helenístico se extendió su consumo, al que se añadían otras frutas. Pero también consumían vino, procedente de la fermentación del vino, por lo que comenzó a existir una división que persistió durante siglos: el vino para las clases más altas y la cerveza para las más populares. De hecho, los propios agricultores la elaboraban, de ahí las diferentes recetas que se han extendido. Durante el Imperio Romano, esta bebida –a la que ya se denominaba cerevisia– se identificaba más con los pueblos bárbaros y por eso tiene tanta tradición en el norte y oeste de Europa.
Pero si existe un periodo en el que su consumo crece exponencialmente es en la Edad Media, sobre todo en el norte de Europa, al ser una bebida más barata que otras y con más presencia. Fueron los monjes europeos los que comenzaron a experimentar con los procesos fermentativos de la bebida y comienza a utilizarse el lúpulo, que aparte de dotarle de su aroma y sabor amargo tan característico, tiene propiedades conservantes y estabiliza la espuma. De hecho, se extiende tanto que en las grandes ciudades comienzan a ponerse impuestos para su producción y consumo. La primera receta escrita en Europa proviene de la ciudad belga de Gante en el siglo XIV y el primer tratado sobre cerveza se escribe en el siglo XVI, aunque hay que decir que no tiene mucho que ver con la que se consumía mucho más atrás en el tiempo y empieza a parecerse a la que tomamos hoy en día.
Cuando se añadió el lúpulo a la cerveza y comenzó a extenderse, en algunos países comenzó a denominarse “ale” a la vieja cerveza elaborada sin lúpulo y “beer” a la nueva que empleaba este ingrediente, aunque los términos a veces se utilizaban indistintamente. También es importante destacar la cerveza “lager”, que nace en los monasterios medievales al experimentar con la fermentación. En este caso se produce en el fondeo de la cuba y dentro de las cuevas donde la temperatura es más baja.
El consumo siguió extendiéndose en los siglos XV y XVI, al aumentar las transacciones comerciales y al hecho de que se mejorara su conservación. En los países protestantes, al separarse de Roma, que era quien controlaba su producción y la receta, se hizo realmente popular y, en algunos países, se elaboraron leyes para su regulación, como ocurrió en Alemania, donde se dictó que solamente se debía elaborar a partir de tres ingredientes: agua, malta de cebada y lúpulo, para determinar su pureza, ley que estuvo vigente en Alemania hasta el siglo XX, cuando se promulgó la 'Ley Alemana Provisional de la Cerveza de 1993'.
El hecho de que fuera uno de los primeros alimentos industrializados favoreció su extensión aún más y ganó mucha popularidad frente al vino. Otros hitos fueron la mejora de las técnicas de elaboración, la revolución de los envases, la aparición de los dispensadores de cerveza, el uso de cerveza de barril y la aparición de festivales que impulsaron su reconocimiento.
En los últimos años se ha puesto cada vez más de moda la vuelta a la elaboración de cervezas artesanales, en vista de los beneficios de su consumo moderado, lo que ha devuelto otra vez la moda de su consumo responsable.