Shanel Dewalt, Detroit, 16 de julio, 1995. Nacida en los barrios del este de Detroit, creció siendo la grande de cinco hermanos de una familia monoparental con pocos recursos económicos. Convencida de que el entorno donde había nacido le prohibía el acceso a una vida digna, a la educación y a trabajar de aquello que soñaba, vivió durante muchos años avergonzada de su acento del sur y del color de su piel. Graduada de la escuela de cocina local Schoolcraft, actualmente, la de Detroit, es una chef reconocida por el medio The Michigan Chronicle en su sección Best of Young Detroit, afirmando que la joven prometida es una mujer dinámica, que trabaja poniendo el foco en el bienestar de su comunidad.

Su primera aventura culinaria y divulgadora de la cultura gastronómica afroamericana, Divine Indulgence, recibió el reconocimiento de Comcast Business y del HUB Detroit por el compromiso y excelencia en su trabajo. Live in the D, otro medio local, ha reconocido su aportación docente a la comunidad negra de la ciudad. Actualmente, participa en varias iniciativas, muy enfocadas a devolver a la sociedad todo aquello que esta hizo por ella y le ha permitido ser lo que es hoy. Cuando no trabaja, vive intensamente la vida, orgullosa del color de su piel y sin pedir disculpas.

¿Cómo empezó tu relación con la cocina?

Por la obsesión de comer bien. Descubrí que quería cocinar cuando era todavía una niña. Era la grande de 5 hermanos de una familia monoparental, y entre otras cosas tenía que cocinar para mis hermanos. Llevaba esta responsabilidad a los hombros, y me pesaba, tuve que crecer demasiado rápido, me perdí el tiempo de ser una niña, era una adulta en un cuerpo de niña. La situación me llevó a sufrir depresión, a autolesionarme, y solo encontraba paz cuando cocinaba, la cocina me salvó la vida, fue mi terapia. Muy pronto me di cuenta de que a la vida quería hacer dos cosas; cocinar y ayudar a la gente, y si podía ser al mismo tiempo mejor.

¿Ayudar a la gente en qué sentido?

Me prometí que solo con que fuera capaz de cambiar la manera de pensar de una persona, ya habría cumplido mi sueño. Personas con vidas difíciles, que como la mía se resignan a pensar que nada cambiará, no ven las oportunidades, y lo peor, creen que no son dignos. El entorno donde vives y creces no determina tu futuro y yo quiero ser un buen ejemplo. Quería empezar sirviendo a la otra gente, y así lo hice, como chef personal, yendo a las casas y cocinando para ellos.

Mi relación con la cocina empezó por la obsesión de comida bien. Descubrí que quería cocinar cuando era todavía una niña. Era la grande de 5 hermanos de una familia monoparental, y entre otras cosas tenía que cocinar para mis hermanos. Llevaba esta responsabilidad a los hombros

¿Ningún antepasado, cocinero o cocinera?

Sí, por necesidad. De mayor, me enteré, de las raíces culinarias de mi familia. Llegaron a Detroit intentando encontrar un futuro esperanzador en la industria del automóvil, venían de un pueblo pequeño de Tennessee, allí alquilaban una granja de animales y tierras de cultivo. Mi tía trabajaba en los campos de algodón, cultivaban y criaban todo lo que comían, también vendían una parte, eso me creó un cordón umbilical con los mercados de campesinos y una conexión directa con el producto fresco.

Shanel Dewalt, referente de la cultura gastronómica afroamericana / Foto: Dominic

Sé que un objetivo por el cual luchas incansablemente es cambiar la percepción que tiene la gente de la cocina, ¿exactamente qué percepción quieres inculcar?

Que el producto fresco es vida. No me malinterpretes, me refiero en el producto que ha estado cultivado o criado con amor, con convencimiento e intención.

¿Cuáles son tus 5 productos o comidas preferidas?

Yo explico mi historia a través de los productos que han marcado mi vida, por lo tanto, el pie de melocotón de mi tía sería el primero; melocotones del sur recién cogidos, el pie salido del horno que cocinaba para sus hermanos. Su receta llegó a Detroit con ellos, y todavía hoy la hace toda la familia. El segundo producto serían las coles. Y de las coles, la sopa de coles, con gallo de indio fumado, patata, zanahoria, pimiento, apio (la sagrada trinidad), judías de ojo negro, y acabada con manteca de cacahuete. Las frutas me encantan, sobre todo las frutas de hueso, crecí comiendo muchas ciruelas. El pescado, también la lubina, y el pargo me encantan.

Explícame tu paso por el programa de educación continuada en Kellog.

Fui la primera mujer cocinera afroamericana residente en Kellog. Tenía dos funciones allí; la primera como chef de búsqueda, investigación y desarrollo en la industria alimentaria, y la segunda aportar inspiración para la creación de nuevos productos. Conseguir que tuvieran buen sabor, y sobre todo que fueran nutritivos y económicos, principalmente dirigidos a la comunidad negra con pocos recursos económicos.

Shanel Dewalt, la primera mujer cocinera afroamericana residente en Kellog / Foto: Dominic

¿Cuál es la misión de tu nueva aventura Breakin' Corn Bread?

Breakin' Corn Bread acaba de nacer, es la criatura que compartimos con mi socio al chef Brandon Johnson. Nació como un medio para celebrar el color de nuestra piel, todo aquello que representa y la cultura afroamericana, todo, con la cocina como elemento central. Durante mi infancia me avergonzaba de mi acento del sur, y pensaba que para pertenecer a según qué sectores de la sociedad tenía que hacer el esfuerzo de cambiarlo. Me pasaba horas mirando Food Network y me creí que para poder cocinar tenía que tener su acento. ¡Claro, nunca salía gente al programa que me representara, y que fuera como yo! Me costó mucho creer conmigo misma, sentir orgullo de quien era y de donde venía, vencer el resentimiento del trauma que arrastramos como sociedad, y ser capaz de asumirlo. Ahora que lo he conseguido, quiero resurgir a través de mi empresa celebrando quién somos y qué comemos.

Durante mi infancia me avergonzaba de mi acento del sur, y pensaba que para pertenecer a según qué sectores de la sociedad tenía que hacer el esfuerzo de cambiarlo. Me pasaba horas mirando Food Network y me creí que para poder cocinar tenía que tener su acento.

El trauma vivido por la comunidad afroamericana en este país vive latente, pero muy presente todavía.

Nuestro resurgimiento radica en el trauma, y queremos, a través de esta iniciativa, demostrar que lo hemos asumido, que no lo olvidamos, pero que podemos ser felices y triunfar igual que el resto de sociedad. Queremos que la gente se dé cuenta de que antes de que existieran esclavos en América, ya existían cocinas que dieron forma a la cocina actual americana, eran cocinas con raíces y tradiciones venidas de Europa y de otros sitios del mundo.

Desgraciadamente, se respira el racismo todavía, en algunas zonas más que en otras.

Todavía tenemos que recorrer un camino largo, hay odio, nuestra piel será siempre una amenaza, no importa cómo nos vistamos, o cómo nos presentamos, siempre nos quedamos con el trozo pequeño del pastel. Por suerte yo he cambiado, no tengo que demostrar nada a nadie, allí donde soy es por alguna razón, y si no se me permite ser, el resto tampoco será... ¡La gente se ha dado cuenta de que ya no aceptamos más mierda!

Uno de los platos de la chef estadounidense Shanel Dewalt / Foto: Dominic

¿Piensas que hay bastantes iniciativas que trabajan para la preservación de la cocina africana en los EE.UU.?

Yo diría que sí. Hay muchas iniciativas, desde el ámbito corporativo se da mucho apoyo, se contratan muchos cocineros de color. El movimiento Black Life Matters, demostró cómo una comunidad puede resurgir, y lo mejor de todo, es que no es un hecho aislado, es un hecho colectivo. Hemos conseguido que gente blanca hable por nosotros en espacios que no se nos permite ser o que no seríamos por otras circunstancias, como por ejemplo el hecho de esta entrevista, si no fuera por tu sensibilidad de transmitir esta necesidad, nunca habría podido tener voz en este medio, te lo agradezco.

Todavía tenemos que recorrer un camino largo, hay odio, nuestra piel será siempre una amenaza, no importa cómo nos vistamos, o cómo nos presentamos, siempre nos quedamos con el trozo pequeño del pastel

Me he enterado de que trabajas como preservadora gastronómica en Make Food No Waste, aparte de tu trabajo rescatando alimentos que irían a la basura, ¿es también una herramienta para dar a conocer tu cultura y gastronomía?

Sí, la gente que servimos son también de color y culturalmente nos entendemos. Mi misión es crear manjares que sientan familiares, y que quieran consumir. También aprovechamos para introducir nuevos vegetales que la gente no conoce, y los enseñamos cómo cocinarlos. Este trabajo me recompensa muchísimo porque durante mi infancia había días que no sabía qué comeríamos, al final traían donaciones de la iglesia, o de otras organizaciones que nos traían cajas y yo tenía que inventar que cocinaría con todo aquello. Ahora me toca a mí hacerlo para los otros, cuando conseguí el trabajo pensé que era un 360 moment.

El tiempo a la vida es limitado y nadie nos lo devolverá. Si todos pudiéramos dar generosamente una parte de nuestro tiempo ayudando a alguien que lo necesita, haríamos de este mundo un sitio mejor para vivir, y lo llevaríamos a otro nivel. Invertir tiempo en los otros, salir de nuestro ego, crear una diferencia en este mundo, ser parte de alguna cosa buena.

En Europa, hacer un voluntariado no es parte de las vidas de todo el mundo, me he dado cuenta de que en los EE.UU. es una costumbre integrada en las vidas de muchísima gente de una forma natural y orgánica, moviendo iniciativas que impactan de una forma muy importante en la sociedad. Pienso que el famoso "giving back tono community" es una manera de cerrar el ciclo de nuestra misión en esta vida, ¿cómo colaboras tú?

Hacer un voluntariado es importante, yo normalmente doy mi tiempo. El tiempo a la vida es limitado y nadie nos lo devolverá. Si todos pudiéramos dar generosamente una parte de nuestro tiempo ayudando a alguien que lo necesita, haríamos de este mundo un lugar mejor para vivir, y lo llevaríamos a otro nivel. Invertir tiempo en los otros, salir de nuestro ego, crear una diferencia en este mundo, ser parte de alguna cosa buena. ¿Te has preguntado nunca cómo de bien te sentirías? El voluntariado impacta en mi vida de una manera muy positiva... Alguien lo hizo por mí, y ahora me toca a mí hacerlo por alguien más, es este ciclo que no tendría que cerrarse nunca.