Parece increíble que en pleno siglo XXI todavía haya gente que se pelea con los tiempos de cocción de los huevos duros. Que si cinco minutos para que queden cremosos, que si ocho para que la yema no tenga textura de goma, que si doce para asegurarse de que estén bien cocidos. Pero hay un truco asiático que soluciona este problema de una vez por todas. Es simple, barato y tan efectivo que parece mentira que no lo usemos todos: el temporizador de huevo duro, un pequeño invento que cuesta poco más de un euro y elimina cualquier margen de error.
El truco asiático que parece mentira que no conozcamos
Este artilugio, muy popular en Japón y China, es un pequeño dispositivo de plástico resistente al calor que se coloca en el agua junto a los huevos. No funciona con pilas ni tiene ningún mecanismo complicado. Su truco está en un material termosensible que cambia de color según la temperatura del agua. A medida que el agua se calienta, el temporizador muestra diferentes niveles de cocción: "soft" (pasado por agua), "medium" (punto medio) y "hard" (duro). Así, no hay que contar minutos ni fiarse de relojes, solo hay que mirar el cambio de color.

El proceso es sencillo. Se pone el agua a calentar, se sumergen los huevos y el temporizador, y se espera a que marque el punto deseado. Si se quiere la yema líquida, se sacan cuando el indicador llega a "soft". Para una textura más firme pero aún cremosa, "medium". Y si se buscan huevos completamente duros, hay que esperar hasta que el marcador llegue a "hard". No hay que hacer cálculos ni recordar tiempos, simplemente mirar y sacar los huevos en el momento exacto.
No funciona con pilas ni tiene ningún mecanismo complicado
Aparte de su facilidad de uso, este truco tiene otra gran ventaja: se adapta a cualquier cantidad de agua, altitud y tamaño de los huevos. No importa si se cuecen uno o seis a la vez, el temporizador funciona igual de bien. Además, es reutilizable, ocupa poco espacio y no se desgasta con el tiempo. Es un invento tan práctico y barato que cuesta creer que no esté en todas las cocinas.

Mientras en Occidente seguimos debatiendo sobre cuántos minutos exactos hacen falta para un huevo perfecto, en Asia llevan décadas usando este pequeño temporizador sin complicaciones. Es el típico invento que, una vez que lo pruebas, no entiendes cómo has vivido sin él. Un truco simple, efectivo y ridículamente barato que hace que cocinar huevos duros sea infalible y que te animará a preparar más veces este superalimento tan bueno para el organismo.