Se llama Xavier Bach (Barcelona, 1972), pero todo el mundo lo conoce por el mote Xavi Noriguis. A golpe de meme y sin pretenderlo, Bach se ha hecho un lugar en el panteón de la nueva comedia catalana. Ha protagonizado vídeos virales memorables, ha tuiteado juegos de palabras que forman parte indeleble del imaginario de Twitter Catalunya, y ahora dedica las horas de ocio a poner frases en boca de Morgan Freeman que, claro, Morgan Freeman nunca ha dicho. Con todo, ha generado un código nuevo: si hay noticias que, decimos, parecen de El Mundo Today, ahora también hay lugares comunes verbales que parecen un meme de Xavi Noriguis. ¿Quién hay detrás, sin embargo, de todas estas frases burlonas y de todas estas capas de ironía? Para salir de dudas, quedamos con Xavi en el Bar Gelida.
Pongo la grabadora en marcha, Xavi. Lo que decíamos: lo que pasa con las semanas donde hay puente es que te acaban faltando horas, y muchas veces sientes que no llegas.
Eso es un meme de Morgan Freeman que hice este martes. "Semana corta, eh"?.
Como esto es la sección gastronómica del diario, me gustaría reivindicar desde aquí tus memes gastro. Aquel de: "Yo tomaré un té matcha". Aquel de: "La Coca Cola al principio era una medicina".
"Estas alcachofas ya son las últimas". El hablar por hablar nos gusta mucho, a los catalanes. Se podría decir que el 90% de lo que decimos es prescindible.
Tu Instagram está lleno, de estas imágenes de Morgan Freeman con frases aspiracionales; tu obra es esta. Ahora, ¿qué ambición hay detrás?
Ambición, ninguna. Bueno, a ver, ambición. Lo que no hay es una estrategia detrás. Yo simplemente tenía una cuenta en Twitter y, de un día para el otro, me echaron. Me expulsaron por insultar a alguien. Por decirle que se muriera. En Twitter tú puedes decirle a un tipo que es un hijo de puta, pero no puedes decirle que se muera, porque es una incitación al suicidio. Al cabo de quince días podría haber reactivado la cuenta, pero decidí no volver y hacerme una cuenta de Instagram. Instagram no es tan divertido como Twitter, pero es más amable. Decidí utilizarlo para poner conversaciones de ascensor en boca de Morgan Freeman, porque hubo una época donde se puso de moda explotar su imagen en PowerPoints motivacionales. Era una explotación de imagen hecha de forma no irónica: ponían la su cara y al lado, yo qué sé, "no es fuerte quien nunca se cae, sino quien se levanta muchas veces". A mí me hacía gracia hacer cachondeo con eso, pero adaptándolo a la catalanidad.
Se podría decir que el 90% de lo que decimos los catalanes es prescindible.
¿El "nacionalcunyandisme" que dice tu bio?
Eso mismo. Son las conversaciones que tenemos los catalanes día a día. Frases cuñadas se dicen en todas partes; yo lo que hago es adaptarlas al costumbrismo catalán. A la realidad geográfica y social catalana. Son frases que todos hemos dicho, o que todos nuestros padres han dicho: "No alquiles un piso, que es tirar el dinero". La gente del trabajo se enfada, porque claro, todo mi entorno es una fuente de inspiración; les robo frases continuamente. Poner frases de cafetería de oficina en boca de Morgan Freeman es divertido, porque su mirada es un poco inquietante. Es un poco como la Mona Lisa, según cómo. Porque no sabes si ríe o si está serio. A mí me gustaría conocerlo. Me gustaría que su representante se enterara: "Hay un chalado en Catalunya que está utilizando tu imagen para meterle frases cuñadas".
En tu bio también dices: "De primero haremos un poco para compartir".
Es otra cosa que decimos todos cuándo vamos a un restaurante en grupo. Es la máxima expresión del cuñadismo catalán. A mí, sin embargo, compartir no me gusta nada. Me gusta pedir un primero para mí y un segundo también para mí. Incluso me gusta que todo el mundo pague lo suyo. No por ratería, eh. Es que así es todo mucho más ordenado. Pero, por ejemplo, si yo invito gente a casa a comer, les digo que no hace falta que traigan nada. Y si a mí me dicen que no lleve nada, yo no llevo nada. ¿Sabes qué quiero decir? Se tiene que respetar la voluntad del anfitrión.
Pero volvamos al bar. En el imaginario de muchos catalanes, tú eres la viva imagen del tipo que explica anécdotas divertidas en los bares. La culpa de eso es de un vídeo donde sales explicando una anécdota de las Olimpiadas del 92.
Este vídeo lo hizo Fosca Cinètica. Te explico cómo fue: a menudo, cuando yo explicaba esta anécdota, había alguien que me grababa. La habré explicado cuatro veces, esta historia. Quizás cinco. O seis. Sinceramente, no entiendo por qué a todo el mundo le hace tanta gracia cuando la explico. Creo que no hay para tanto, pero dicen que vale más caer en gracia que ser gracioso. Sea como sea, un día, uno de estos vídeos fue a parar a las redes, al Fosca Cinètica le hizo reír mucho, y tuiteó: "Todo el mundo que tenga vídeos de Xavi, que me los pase". Hizo un montaje con todos los vídeos y me lo pasó: "Xavi, ¿te molesta si cuelgo esto?" Me descojoné vivo. Es un vídeo con un humor muy blanco, una cosa bastante sana. Es un vídeo que puedes enseñar a tu madre. E incluso han hecho spin-offs: Arnau Tordera de Obeses hizo una versión musical.
¿Te ha dado más proyección este vídeo o aquel tuit mítico de "que m'embruti cuinant pollastre és kemtaqui fent chicken?" Es el tuit que justifica entrevistarte en la sección gastronómica del diario, considero.
(ríe) Supongo que el vídeo. La gente me lo pasaba por WhatsApp. Eso del "kemtaki" ha quedado más como una broma de nicho en Twitter. Como al principio éramos pocos en Twitter Catalunya, se creaban contextos que eran indispensables para entender ciertos chistes; si no conocías el contexto, no entendías el chiste. Se generaban running gags y aquello era chulo. Ahora Twitter se ha convertido en una cosa más explosiva, más rápida.
«Yo estoy en contra de la guerra». Todo el mundo está en contra de la guerra, no hace falta que lo digas. Ahora en Twitter todo el mundo quiere ser el más antifa.
Dices que al principio erais pocos, en Twitter Catalunya. ¿Lo echas de menos, aquel Twitter de 2013? Se decía que en Twitter 2013, todo el mundo se conocía.
Tengo una cierta nostalgia, sí. Decirlo puede parecer pedante, pero, a pesar de la endogamia, era un sitio mucho más puro. Yo he hecho muchos amigos, he conocido a gente cojonuda. Era un Twitter con el Procés todavía muy seminal, y la moda esta del virtue signaling todavía no estaba por todas partes. Me refiero a la tendencia a mostrar como de buena persona eres, y como de moralmente superior a los otros te sientes. Si hay una desgracia en el Mediterráneo, ir corriendo a hacer el tuit: "Me sabe muy mal, me sabe muy mal, me sabe muy mal".
"Siento una gran alegría por lo que pasó ayer en el Palau de la música, pero también siento muchísimo dolor por el pueblo Ucraniano".
Eso me hace explotar la cabeza. Es un fenómeno que están estudiando psicólogos y neurosociólogos. La psicosis de querer parecer muy buena persona. "Yo estoy en contra de la guerra". Todo el mundo está en contra de la guerra, no hace falta que lo digas. Ahora en Twitter todo el mundo quiere ser el más antifa, la gente está enfadadísima, y da mucha pereza. Cuando solo éramos cincuenta personas charlando e interactuando era mucho más divertido.
Tu actividad en redes no desvela mucho sobre quien eres.
Que la gente no sepa lo que hago me gusta mucho. Yo, en redes, siempre he sido muy cuidadoso con mi intimidad y con mi vida personal. Encuentro que las redes no son un lugar donde explicar cosas personales. Actualmente, lo que hago es llevar la comunicación de una empresa pública, de la Generalitat; esto es público, se puede consultar en Internet. Aquí sí que trabajo los contenidos de manera premeditada, pero en mi Instagram, nunca lo he hecho. Mis redes son una cosa más natural, donde tiro los memes cuando me apetece, tan pronto como me vienen en la cabeza, y la hora me da bastante igual. Y siempre funcionan, siempre gustan. Eso me genera satisfacción personal. Reconozco que me gusta mucho que me hagan caso. Bueno, a todo el mundo le gusta mucho que le hagan caso. La gente incluso me envía fotos para que haga memes: "utiliza esta, utiliza la otra". También me llegaron muchos mensajes el día de la inauguración del Mundial de Qatar, porque salía Morgan Freeman con un enano.
¿Como dices?
Sí, mira (busca la foto en su móvil). ¿No lo viste? Es la imagen más chatarra que he visto nunca. No te lo pierdas (me enseña la foto). No tiene ningún puto sentido. Lo encontré loquísimo. ¿Qué cojones estaban haciendo?
La libertad de expresión es la única cosa con que soy liberal. Soy antiliberal en todo lo demás.
Creo que es un buen momento para hablar de límites del humor y libertad de expresión.
La libertad de expresión es la única cosa con la que soy bastante liberal. Soy antiliberal en todo, excepto en eso. Pero no estoy a favor del liberalismo económico, porque creo que los hombres somos unos hijos de puta y, básicamente, el estado tiene que compensar lo hijos de puta que somos. Es una teoría política mucho de barra de bar, pero no sé como resumirlo mejor. Creo que somos unos hijos de puta y el estado es un contrapunto para que no lo seamos tanto. Sin embargo, ¿por qué digo que soy liberal en materia de libertad de expresión? Pues porque encuentro muy bestia que puedan meter un tuitero en la prisión, diga lo que diga este tuitero. O que te echen por un chiste sobre un partido político, como le pasó a Manel Vidal en TV3. ¿Desde cuándo un partido político es un colectivo vulnerable? ¿Desde cuándo lo es la policía? ¿Ahora los convertiremos en objeto de delitos de odio? Hay mucha hipocresía. A mí hay tuits y mensajes que me parecen execrables, pero que sean motivo de una causa penal es una burrada. ¿Qué cojones haces, arrobando a los mossos?
¿Ninguna línea roja?
Tengo las mías. Yo nunca haría bromas del Holocausto. Si haces chistes sobre judíos u homosexuales, tienen que ser chistes buenísimos. El nivel del humor tiene que ser muy alto, tiene que hacer mucha risa. Pero con tanta gente puteada en el mundo, y con tanto hijo de puta, lo que no haré es ponerme a hacer humor sobre los puteados. ¿Ahora, sobre los poderosos? El otro día, durante la coronación de Carlos III, Frankie Boyle salió por la BBC diciendo que durante la II Guerra Mundial, la familia real inglesa no se había marchado de Londres porque los nazis no bombardean nazis. ¡En la televisión pública inglesa! Y no pasó nada. El insulto también forma parte de la libertad de expresión. Ahora me viene en la cabeza aquella frase, muy Morgan Freeman, de "no se le pueden poner puertas al campo" (ríe)
¿Por qué has querido que quedemos en el Gelida?
A mí el Gelida me evoca la vida de pueblo, me devuelve a la infancia. La infancia es un periodo feliz porque discrimina los momentos malos. Los rusos de 90 años echan de menos la URSS, no porque la URSS fuera la hostia, si no porque entonces eran pequeños; es cómo te sientes de pequeño, no la época, de dónde nace la nostalgia. Y el Gelida me evoca este tipo de ambiente de fiesta mayor, de trato muy próximo, con cerveza de barril y vino de Gandesa. Me gusta encontrarme con escritores, verlos comer pies de cerdo y ver cómo su vanidad se destruye. Ver a alguien comer pies de cerdo es como verlo desnudo.
Nos han sentado en el reservado de atrás. Cuando me han hecho entrar, atravesando la cocina, me he sentido un poco como la película aquella de Uno de los nuestros.
Buena, la referencia. Eso es como un cubil, un refugio donde sabes que estarás bien. Te encierras aquí y entras en otra rutina. Yo y unos cuantos venimos dos viernes al mes, por la noche. Sabes que estarás bien, rodeado de gente que te ama. Muchos de los que venimos formábamos parte de Ordre i Aventura, una candidatura que se postuló para presidir el Ateneu Barcelonès. Durante aquella época veníamos aquí a comer y nos encerrábamos en este reservado. El Gelida fue un poco nuestra sede electoral.
¿Crees que todavía tiene eco lo que tratasteis de hacer con Ordre i Aventura?
Yo tengo mis dudas, creo que la gente le da demasiada importancia. Nosotros solo éramos un grupo de amigos que queríamos trabajar para mejorar el Ateneu. No creo que cambiáramos la cultura del país, ni que hiciéramos traquetear ningún pilar de poder. ¿Aquello era un nuevo novecentismo? Ni de coña. Nos lo pasamos muy bien haciendo la campaña electoral y hemos hecho grandes amigos por el camino; eso lo valoro muchísimo. Ahora: ¿que detrás quede una historia y un discurso? Para mí queda el nombre, Ordre i Aventura, y ya.
En el Gelida, me gusta encontrarme con escritores, verlos comer pies de cerdo y ver cómo su vanidad se destruye. Ver a alguien comer pies de cerdo es como verlo desnudo
En Divorci i aventura, la escritora Leticia Asenjo, que también formaba parte de la candidatura, decía que aquello fue el enamoramiento de un grupo de amigos.
Absolutamente. Y bueno, Leticia Asenjo es mi mejor amiga. Mi hermana.
Tú sales en Divorci i aventura. Eres, eras, uno de sus amantes.
Sí que salgo, soy uno de los afortunados (río). Nuestra historia fue bastante bonita: un mal polvo convertido en una gran amistad. El libro me pareció tierno, divertido y muy bonito. Ahora, cuando acepté salir no sabía que estaría en todas las listas de los más vendidos. Hay gente en el trabajo que lo ha leído y, cuando me lo dicen, me pongo rojo como un tomate. Y mira que los quiero mucho. El sitio donde trabajo ahora me gusta bastante.
¿Qué otros trabajos has desempeñado, Xavi?
Pues mira, en los noventa estuve trabajando en La Cava Universal, aquí en Barcelona, delante de Colón. Es un bar muy grande, histórico, propiedad de un amigo mío. Hace muchos y muchos años me dijo de llevarlo entre los dos. Abríamos de nueve de la noche a tres de la mañana. Me lo pasé de puta madre, pero trabajar en un bar es una putada. También es muy pedagógico, porque todos los trabajos que vienen después son mejores. Es muchísimo trabajo. Como dice Morgan Freeman, "en un bar siempre hay trabajo".
Para ir acabando: ¿votarás en las municipales?
No. Me estoy haciendo abstencionista militante. La política me interesa cero. Solo me interesa ver a los políticos haciendo el ridículo durante la campaña electoral; eso sí que me apetece mucho. Yo era votante de la CUP, soy indepe y de izquierdas, cada vez más. Pero ahora mi objetivo es llegar a un punto donde no sepa ni quién es el Presidente de Catalunya.