Cocina tradicional a pie de carretera en el corazón de la Vall de Llémena. Potajes, embutidos, carnes y guisos en un establecimiento de trato muy familiar. Este es la breve y majestuosa introducción que le hace justicia al restaurante Cal Ganso, ubicado al núcleo de Llorà, en Sant Martí de Llémena. En su estreno en La Gourmeteria, el asesor, divulgador y comunicador gastronómico Jordi Àvila visita este pueblo del Gironès para traernos excelentes platos de la cocina catalana y tradicional que maravillan todos los paladares que se acercan.
Con un ticket medio que oscila en los alrededores de los 25 euros, este local de marcado carácter catalán y tradicional concentra sus especialidades de la casa en el pato al horno, mejilla de ternera con setas, caracoles y carne a la brasa. Con un servicio de terraza y barra de bar, es una notable opción para disfrutar del buen tiempo de Girona, a la vez que degustas unos platos alegres y conocidos, pero que a pesar de su popularidad sorprenden por sus gustos y sabores deliciosos.
De entre toda la carta, Jordi Àvila nos recomienda un entrante, dos platos bien contundentes y unos postres para rematar esta experiencia sensorial que ralla un nivel muy superior. La ensalada de confitados caseros (9,50 €) es un primer bocado satisfactorio y saludable para calentar motores. Un ritmo que sobresale con los caracoles guisados de mar y montaña (14,50) y el conejo con ruiseñores y albóndigas del delantal (14,80). Dos platos de aquí, de la tierra, catalanes y sencillamente buenísimos.
El asesor gastrónomo lo remata con un flan de queso casero (4,80) que solo con la fotografía que se puede ver a continuación ya abre los vientres, incluso de aquellos que están bien hartos.
Una ensalada de confitados caseros, unos caracoles guisados de mar y montaña, un conejo con ruiseñores y albóndigas del delantal y este sublime flan de queso casero
Cazuelas humeando, balanzas de los años 70 y trato familiar. A pocos kilómetros de Girona, en la carretera GI-531, a la altura del kilómetro 13, podrás vivir un viaje nostálgico hacia el ambiente de un restaurante de toda la vida. Pensar realizar una parada para hacer la cerveza o el vermú al mediodía y acabar tragándote una señorial comida con platos como los mencionados, esté ya sentado en el interior con su cálido comedor o a la terraza de fuera. Un enclave natural precioso para hacer disfrutar el sentido de la vista y el gusto. ¡Buen provecho!