Esta sí que no me lo esperaba, encontrar una butifarra exquisita en uno de los restaurantes más de moda del barrio de Sant Antoni de Barcelona. Yo que soy de la Seu d'Urgell, que siempre he comido carne de proximidad de los campesinos de la zona, ¿y ahora me he enamorado de una butifarra de capital? Parece exactamente la canción de los Catarres Jennifer, sí, aquella que dice que un chico que es de tradición catalana "se ha enamorado de una choni de Castefa". En fin, acompañadme a Sant Antoni, uno de los barrios de moda en Barcelona con respecto a restauración, sobre todo si se trata de la calle Parlament, siempre llena a tope de enamorados de la gastronomía y del vermú, ya que allí se encuentra el mítico Bar Calders. Cenamos en el Candela en Rama, un local de tapas y platillos para compartir que hace poco estrenó un menú degustación, que acostumbra a ser de unos siete platillos, y que los escoge al chef. ¡Genial, nos dejaremos sorprender que por suerte nos gusta todo!


Dividido en dos espacios y con una cocina abierta, el Candela en Rama es elegante, decorado con mucho gusto, pero es de aquella elegancia informal, que te hace sentir a gusto sea cuál sea el conjunto escogido por la comida: se trata, en resumen, de un local con aires informales y muy buen producto. Las tapas son una mezcla de tradición con toques que las hacen originales; desde un cruasán relleno de tartar de vaca a unas albóndigas guisadas con sepia que podrían ser perfectamente las que hace la abuela algunos domingos.

Brioche con anchoas del Cantábrico
Brioche con anchoas del Cantábrico / Foto: A.S.I.

Picatoste tan crujiente como una patata frita

Pedimos un vino tinto, nos aconsejan La Treta, del Empordà, no lo conocía, pero me lo apunto. Empezamos con un fuet que, por más que haya un cuchillo, podemos comer a mordiscos. A mí me ha recordado mucho a la secallona del Pallars, delgada y seca, pero que se come sin ningún tipo de esfuerzo (atención si nunca compráis secallona que no os daréis cuenta y os habréis comido medio metro). Seguidamente, nos llega uno de los vicios mayores de los aperitivos: el picatoste. Lo preparan muy finito y frito a la perfección, está tan crujiente que la textura recuerda a unas patatas fritas; confirmamos, este picatoste es adictivo. La croqueta es de lomo ibérico de bellota, bien cremosa y coronada con un trozo del mismo lomo.

Picatoste frito y croquetas de lomo
Picatoste y croquetas de lomo / Foto: A.S.I.

Seguimos con una bomba estilo Candela con butifarra del perol y butifarra negra. Este aperitivo originario de la Barceloneta es una especie de croqueta grande y redonda que dentro tiene carne y lleva una salsa picante (que podría recordar a una salsa brava), pero en el Candela hacen una versión diferente y es de lo más acertada. Desde la cocina han decidido ofrecernos una anchoa del Cantábrico, muy buena, aunque yo soy de anchoa de l'Escala, con un brioche esponjoso y bien mojado de una mantequilla casera de vaca madurada; dos mordiscos para repetir.

Una butifarra que querremos en todas las barbacoas

Y por fin ya está aquí el platillo que me ha dejado más sorpresa con diferencia, una cosa tan aparentemente sencilla como una butifarra a la brasa. ¿Qué la hace especial? Pues se trata de una butifarra casera de mediana de vaca madurada, hecha a la brasa, y acompañada de unos pimientos de Padrón. Cuando llega a mesa ya ves que es especial, porque el interior es rojizo de estar poco hecho, la calidad es de 10, se deshace en la boca, está jugosa y sabrosa, y la piel está un poco crujiente. Sinceramente, si nunca la comercializan en alguna carnicería, la llevaré a todas las barbacoas y triunfaré.

La estrella de la casa: el tartar de vaca

Si como yo os pasáis el día curioseando restaurantes y cuentas gastronómicas en las redes sociales, seguro que en alguna ocasión os ha aparecido el famoso cruasán con tartar de ternera del Candela en Rama, están tanto orgullosos, que, incluso, lo tienen en formato cuadro en una pared de la sala. El cruasán tiene regusto de mantequilla y está ligeramente tostado, la carne es de calidad y está muy bien aliñada, y la salsa de encima es un cremoso de yema picante; ¡espóiler, con uno no tendréis suficiente, así que ni en broma cogéis un cruasán para compartir entre dos!

Cruasán de tàrtard de vaca
Cruasán de tartar de vaca / Foto: A.S.I.

Y todavía no acabamos, porque al tratarse de un menú degustación, aunque os parezca que ya hemos comido mucho, os aseguro que las proporciones son las adecuadas y desde la cocina lo tienen todo bajo control (no te marcharás a casa lleno como un tintero). Llegan unas gambas rojas de Huelva fritas que se comen enteras, nada de sacar la piel y la cabeza, todo hacia dentro, tentáculos incluidos. Son muy sabrosas y, aunque la primera os dejará una sensación extraña por la textura y la idea de comerte la cabeza, sé que os gustarán. Y antes de los postres, otro de mis preferidos: albóndigas de cerdo de casa Rovira con sepia y patatas, como las que se comen los fines de semana en casa. Las sirven acompañadas de dos rebanadas de un pan de larga fermentación de Montserrat Forners.

Albóndigas con sepia
Albóndigas con sepia / Foto: A.S.I.

Para acabar, de postres, un coulant de caramelo salado con chocolate y helado de stracciatella, de aquellos que cuando los abres por la mitad el interior es tan líquido que parece lava saliente de un volcán. También probaremos un pastel de queso con gorgonzola y mascarpone, potente a gusto, se aprecia mucho el queso azul. Este restaurante le da una vuelta a las tapas de toda la vida como pueden ser una bomba, unas anchoas o nuestra querida butifarra de vaca madurada. ¡Qué manera más maravillosa que tienen de complicarse la vida haciendo butifarra casera! Nos vemos pronto Candela en Rama, tengo ganas de saber con qué platos nos sorprenderán en la siguiente.