Si conocéis la zona de Sarrià y pasáis por delante de donde estaba situado el mítico restaurante Carmel seguro que os sonará la barra que hay en el local que ahora ocupa el espacio. Entrar en el Gran Bar Piparra (o en el Piparra Bar) es entrar a un local que tiene la esencia de bar de barrio, el lugar donde ir a desayunar, comer o cenar y encontrarse a la gente de la zona. Sí, es un bar de barrio, pero con una elegancia y sencillez que cautiva a todos los que entran. El Gran Bar Piparra nace a partir del Gran Bar Etoile y, como ellos dicen, no es una extensión, "son nuestros inicios, una inspiración". Y es muy cierto, su oferta es casual, desde una barra de gildas y anchoas del cantábrico, hasta unos camarones a la andaluza graciosísimos o una parmigiana como pocas habréis probado. El Gran Bar Piparra, que pronto cumplirá un año de vida, se hará (si no se lo ha hecho ya) con el estómago de los vecinos.
Una montaña deliciosa de camarones
Solo entrar ya salivo con la barra repleta de gildas, pero por un día me estaré, y me sentaré directamente en mesa. El primer plato que probaremos es una montaña de camarones de cristal con dos señores huevos fritos con su punta crujiente. Ahora bien, si alguna cosa hay crujiente en este plato son los camarones fritos, sabrosos y adictivos, me estoy planteando sustituir las pipas o las palomitas del cine por un plato de estas gambas diminutas. Seguimos con unas patatas bravas, una buena ración con un alioli suave, que no repetirá, y una salsa de tomate dulce. Aquí me despisté, porque la carta dice que tienen unas bravas clásicas, las que probé, y unas bravas extra, con mayúsculas, picantes. Las bravas clásicas son muy buenas, pero ya sabéis que a mí me van los retos y no me puedo resistir a un buen picante.
Llega una preciosa flor a la mesa, una flor de alcachofa con una yema de huevo encima, un plato que ya podríamos decir que es un clásico de muchos restaurantes, últimamente lo veo en muchas cartas, pero en el Gran Bar Piparra elevan este platillo a otro nivel recubriéndolo de tocino ibérico, que, al ser grasienta, se complementa a la perfección con esta hortaliza tanto de otoño.
Una parmigiana digna de los mejores italianos
Llega uno de los grandes preferidos de la noche, la parmigiana de berenjena. Este plato italiano, de la zona de Campania, Calabria y Sicilia, es muy sencillo, podríamos decir que es como una lasaña pero más simple: capas de berenjena, normalmente frita, rodajas de mozzarella y tomate frito. Y precisamente el tomate es la clave de la parmigiana del Piparra; una salsa dulce y untuosa, nada aceitosa y para comer a cucharadas. Me atrevería a decir que este plato del Piparra, un restaurante que no es italiano, supera muchas parmigianas de italianos que he probado últimamente.
De postres... ¡Merienda!
Acabamos la comida con dos postres, un lemon pie (pastel de limón) y pan con aceite y chocolate. Estos postres, que las hemos visto versionadas de mil maneras, a mí me transportan a la infancia, ya que es una merienda muy casera, eso de la rebanada de pan con aceite y una presa de chocolate. En el Piparra se sirve de la siguiente manera: cuatro tostadas muy finas y, por lo tanto, crujientes, una cantidad generosa de una ganache de chocolate negro, unas escamas de sal y un chorro de aceite. Estos postres han sido la guinda del pastel de una cena de lo más agradable en el Gran Bar Piparra, en Sarrià, donde te sientes a un bar de barrio de toda la vida pero sofisticado y elegante. ¡Hasta la próxima gourmeters!