Hola hola gourmeters!. Hay días en que uno se despierta y el cuerpo no le pide ni sushi, ni ramen, ni pizza, ni hamburguesa; hay días que el cuerpo te pide unos macarrones de la abuela (cuidado, que ya sabéis que a mí el cuerpo siempre me pide cualquier tipo de comer y soy una apasionada de la cocina internacional). Yo tengo la enorme suerte de tener una abuela que todavía tiene ganas de cocinar para la familia, pero, por mala suerte, la tengo a unos 180 kilómetros, así que sus platillos solo los puedo degustar algún fin de semana contado al mes. O eso es lo que me pensaba porque hoy os llevo a comer a casa de la abuela y no, no os llevo a casa en la Seu d'Urgell, os llevo al barrio de Gràcia, a la Fonda de Mantequerías Pirenaicas. Muy probablemente os sonará el nombre de este local por sus famosas tortillas que se pueden degustar en Mantequerías Pirenaicas y el pasado 19 de junio abrió la Fonda donde se sirve, como veréis, comida tradicional catalana.

 

¿Qué se come en casa de la abuela? ¡Pues croquetas!

Solo abrir la puerta de este local te tropiezas con una barra como la que se encuentra en las bodegas; con olivas, anchoas, boquerones y mis queridas gildas, que ya veréis como pruebo una con una oliva bien grande, anchoa, guindilla y tomate seco macerado en aceite de oliva. El negocio, creado de la mano de Miguel Puchol, te transporta, solo entrar, a un bar de toda la vida, uno de estos locales que solo ver el ambiente sabes que comerás platos de estos para mojar pan, literalmente. Como decía, una gilda para abrir boca y ya tenemos aquí las croquetas maravillosas; una de jamón ibérico y pollos asado, un clásico que nunca falla, y una de pato estilo Pekín, que os recomiendo que no cometáis, el error de compartirla como he hecho yo, está demasiado buena. Seguimos con una alcachofa con yema de huevo curada en salsa de soja, diría. Está muy tierna, se come toda, y la untuosidad del huevo hace que este alimento aparentemente sencillo sea un mordisco delicado. Como buena amante del picante nunca digo que no a una bomba con alioli en la base y una salsa estilo brava, y suerte que he hecho caso de la recomendación que me ha hecho un encargado del local, que por cierto, creo que es uno de los trabajadores más simpáticos y agradables que nunca he conocido.

La bomba de la Fonda de Mantequerías Pirenaicas / Foto: A.S.I.
La bomba de la Fonda de Mantequerías Pirenaicas / Foto: A.S.I.

Albóndigas con el mejor acompañamiento posible

Llega uno de los platos más característicos de la Fonda de Mantequerías Pirenaicas, las albóndigas con salsa de tomate. La ración es generosa igual que lo es la cantidad de salsa de tomate a base de un sofrito sencillo que no necesita nada más, con este regusto dulzón y nada ácido, una salsa que se nota que está hecha con tomates de calidad. Y ahora esperaréis que os traigan pan para limpiar el plato, pero no hará falta porque estas albóndigas gloriosas van acompañadas de una buena ración de patatas fritas caseras.

Las albóndigas de la Fonda de Mantequerías Pirenaicas / Foto: A.S.I.
Las albóndigas de la Fonda de Mantequerías Pirenaicas / Foto: A.S.I.

Macarrones como los de la abuela

Ahora sí que sí, el principal motivo de nuestra visita: los macarrones. Olvidaos de la pasta grande, de estos macarrones inmensos que comen los italianos, aquí los macarrones son pequeños, delgaditos y con rayas (no puedo admitir que alguien diga que son mejores los macarrones lisos). Se sirven en una plata de aluminio, de estas que ya solo se ven en algunos restaurantes de toda la vida y llevan encima una buena cantidad de queso, como corresponde a cualquiera macarrones hechos en casa, gratinado.

Los macarrones de la Fonda de Mantequerías Pirenaicas / Foto: A.S.I.
Los macarrones de la Fonda de Mantequerías Pirenaicas / Foto: A.S.I.

 

El pastel de queso de la Fonda de Mantequerías Pirenaicas / Foto: A.S.I.
El pastel de queso de la Fonda de Mantequerías Pirenaicas / Foto: A.S.I.

De entrada os asustaréis con la ración, pero os aseguro que entre dos personas os lo acabáis y todavía si os ofrecieran más, repetiríais. Todavía tengo un agujerito para los postres y probamos un pastel de queso y una torrija acompañada de una bola de helado de vainilla. Teníamos muchas ganas de probar sus postres de pan con chocolate, aceite y sal, pero no tenían. Bien, creo que eso es una señal para volver a la Fonda de Mantequerías Pirenaicas, que la encontraréis en la calle de Terol, número 6, del barrio barcelonés de Gràcia. Hasta la próxima gourmeters!.