¡Hola hola gourmeters! Pocas cosas hay más típicas de la cocina catalana que el denominado 'mar y montaña'. Afortunadamente, lo podemos encontrar de muchas maneras; en un arroz con pescado y pollo, un pollo con cigalas, unas deliciosas albóndigas con sepia o unos calamares rellenados de carne picada. En el restaurante donde cenamos hoy se pasan el juego del mar y montaña con los calamares rellenos de butifarra más ricos que he probado y una cantidad indecente de setas, que digo indecente, pero para una amante de las setas como yo es sinónimo de felicidad. Acompañadme a la Bodega Molina 1950, una bodega que mantiene la estética clásica en pleno siglo XXI. Este local se encuentra en la plaza Molina, en Sarrià - Saint Gervasi, y se trata de la renovación de la antigua y mítica Xarcu. Bodega Molina ha conseguido una cosa que no es fácil: mantener y recuperar, pero a la vez renovar, este local que es historia viva del barrio.


La Bodega Molina combina tradición y modernez y ofrece una carta llena de tapas y platillos elaborados para todos los paladares. Si bien el local, que ya analizaremos con detalle, es encantador, la terraza en los días soleados es un reclamo para los habituales de la zona que ya ven sus características sombrillas rojas a metros lejos. Centrémonos en la decoración retro con elementos decorativos de lo más variados como teléfonos antiguos, cuadros en las paredes que te pueden robar horas y horas si los quieres ver uno por uno, botellas de vino, vermú y licores varios e, incluso, una maqueta de papel de una casa. Dicho esto, si vais a la Bodega Molina que sepáis que no será para hacer un picoteo rápido.

El bikini de mejilla de la Bodega Molina
El bikini de mejilla y queso Mahón de la Bodega Molina / Foto: A.S.I.

Un museo en el lavabo

Todo eso está muy bien, pero la sorpresa mayúscula llega cuando pongo un pie en la zona de los lavabos. Un cartel en la puerta de entrada en los baños indica que estamos a punto de entrar en un museo, ¿pero de qué? La pista más clara es la música que suena en esta zona del local y no es otra que los temas más famosos de Julio Iglesias en bucle. Entrar en estos lavabos es como viajar por la vida del cantante de 81 años, decenas de fotografías del cantante, decenas de titulares y noticias sobre sus conciertos, divorcios, escándalos, múltiples hijos... empapelan las paredes de uno de los lavabos más curiosos con el que nunca me he tropezado.

Unas bravas muy especiales

Dejemos de lado estos lavabos y me centraré en la comida, y arrancamos con unas patatas bravas muy especiales porque la salsa brava está hecha con vermú. Y se nota este punto de alcohol que en un primer momento se hace extraño, pero se acaba convirtiendo en adictivo. Seguimos con uno de los preferidos, el Cubanito 1950, un bocadillo que nos explican que ya se servía en la Xarcu y que lleva mortadela, roast beef y una salsa tártara. Está muy bueno y la carne es tierna, es pequeñín así que no tengáis miedo de pedirlo. Seguimos con una de las estrellas del local: la tortilla de bacalao y ajos tiernos. En un momento en qué las tortillas parece que o están casi crudas o no valen nada, esta tortilla sabe encontrar la cocción perfecta porque está jugosa, pero el huevo está cuajado y no chorrea. Los pimientos escalivados del encima le dan un toque dulce que le va muy bien para contrastar con el bacalao.

tortilla|trucha bodega moloina
La tortilla de la Bodega Molina / Foto: Instagram

Viva el mar y montaña, el clásico de la cocina catalana

Llega a la mesa un bikini de carrillera guisada y queso de Mahón muy tostado y bien recubierto de mantequilla, que es la previa al gran triunfador de la noche: el calamar relleno. Cuando el plato se acerca a la mesa ya se nota el olor de chupchup, de plato guisado con amor. Nos plantan delante de dos trozos de calamar rellenos de butifarra colocados encima de una montaña de setas de todo tipo. Pedid pan o utilizad la cuchara para no dejar ni una gota de esta salsa maravillosa.

Calamares rellenados de butifarra de la Bodega Molina
Calamares rellenos de butifarra de la Bodega Molina / Foto: A.S.I.

Acabaremos esta cena con un flan. No me veréis nunca pedir flan de mutuo propio, pero me han insistido en decir que son los postres estrella y que no se trata de un flan de huevo o vainilla normal. El flan de la Bodega Molina 1950 está hecho con mascarpone, y no hace falta que lo juren porque la textura parece más la de un pastel de queso de estos que están de moda que se deshacen por los lados, que la de un flan clásico. La Bodega Molina se tiene que convertir en un punto de peregrinaje para los amantes de este tipo de locales más informales, y sí, está lejos y subir hasta plaza Molina es un buen viaje, pero creedme que habrá valido la pena. Siempre podéis volver al centro de la ciudad a pie y así digerir la comida. ¡Hasta la siguiente, gourmeters!