¡Hola, hola gourmeters! Dicen que la cocina vietnamita es un arte de equilibrio: entre el dulce y el salado, el ácido y el picante, el crujiente y el suave. Una armonía que, según la tradición, refleja la filosofía del yin y el yang aplicada al plato, buscando siempre compensar sabores, texturas y energías para cuidar no solo el paladar, sino también la salud. En pleno corazón de Barcelona, este principio cobra vida con unos sabores increíbles en el restaurante Món Viêt, un rincón donde cada plato explica una historia y cada gesto del personal suma al encanto. Y sí: está muy buenísimo. Todo eso nos lo ha explicado Anh-Van Chac, la propietaria de este restaurante del Eixample, que abrió en el 2017, y que ofrece los platos que seguro que encontrarías si estuvieras en Hanoi paseando por uno de estos típicos mercados nocturnos de comida tan característicos del sureste asiático.

 


La carta del Món Viêt ya sorprende de entrada con las bebidas, entre las cuales hay, aparte de la cerveza vietnamita Saigón, limonadas vietnamitas con alcohol y sin, agua de coco natural, té con alcohol y sin, o combinaciones tan interesantes como un spritz con lichi. Yo he optado por esta última propuesta y he acertado: la bebida es amarga y con un toque dulce, como la mayoría de los spritz, y se combina con jugo de lichi, una fruta muy consumida en Vietnam (aunque su origen es chino).

Tallarines con curri y leche de coco
Tallarines con curri y leche de coco

'Sarna con gusto no pica'

Ya lo dicen que cuando te hacen trabajar, pero de forma divertida y con un objetivo que es que te comas tu propia creación, se hace y muy a gusto, porque sarna con gusto no pica. Así empieza la experiencia en el Món Viêt, fabricando tus propios rollitos vietnamitas. Anh se presenta a la mesa con un cuenco con agua que trae un soporte para aguantar unas láminas de papel de arroz, una bandeja con verduras frescas y diferentes brochetas, un platillo con una pasta de arroz casera, y dos salsas.

El primero nos lo hace ella de ejemplo: se moja el papel en el agua para que se ablande, se pone lechuga, cilantro, menta, papaya verde, pepino y brotes de soja, la pasta de arroz y una de las brochetas (carne, gambas o setas), se enrolla y se moja en la salsa de cacahuete o en la que lleva vinagre, lima y salsa de pescado. Con el resto me atrevo yo y, si bien no son tan bonitos, están buenísimos, porque se trata de una combinación fresca, donde la grasa de la proteína se contrarresta con el frescor de las verduras, y el crujiente de la lechuga le da el toque perfecto.

Chuleta|Costilla caramelizada
Costilla caramelizada

Continuamos con unos tallarines de arroz con curri, leche de coco y langostinos, la salsa es tan cremosa como la de cualquier plato de pasta italiana y la suavidad sedosa de la leche de coco equilibra el picante del curri, creando una combinación muy reconfortante. ¡Los langostinos son grandes y bien carnosos, este plato lo volvería a pedir segurísimo! También probamos el Su'òn Kho, que son unas costillas de cerdo caramelizadas a baja temperatura y acompañadas de arroz blanco. La carne es tierna y se puede separar del hueso con una cuchara y el arroz es esponjoso. De verdad que pagaría una clase para aprender a hacer arroz blanco de esta manera, porque creo que es el acompañamiento perfecto de muchos platos. En el caso de las costillas es ideal para acabar de recoger la salsa dulce que chorrea del trozo de carne y no dejar ni una gota!

Pastel de queso de campeonato

Los postres mantienen el nivel del resto de platos y Anh nos recomienda probar el pastel de queso (cosa que al principio no me hace mucha gracia porque he comido miles, pero al ver que Anh hace cara de 'no te arrepentirás de pedirlo', lo hago). El pastel de queso del Món Viêt lleva lima, cúrcuma y jengibre, y no os preocupéis que no se pasa ni un pelo de acidez, está fresco y equilibrado, la galleta de la base lleva almendra y entiendo perfectamente que sea uno de sus best-sellers. También probamos unas perlas de tapioca con leche de coco y mango, que llegan a la mesa en un botecito de cristal y son muy suaves y ligeras (las bolas de tapioca son unas bolitas pequeñas y gomosas hechas de almidón de yuca (o mandioca), una raíz tropical muy utilizada en la cocina de países de Asia, África y América Latina. Son conocidas sobre todo por ser el ingrediente estrella del bubble tea). Unos postres diferentes de cualesquiera que hayamos probado nunca.

Pastel de queso con lima
Pastel de queso con lima

Sin duda, volveré pronto a Món Viêt, y lo haré con un objetivo claro: probar el phở, una de las especialidades más representativas de la cocina vietnamita. Esta sopa tradicional, elaborada con un caldo claro, fideos de arroz, finas hierbas y carne (habitualmente de ternera o pollo), es mucho más que un simple plato: es el claro ejemplo del equilibrio y la sutileza que caracterizan a esta gastronomía. Visitar Món Viêt no es solo una experiencia culinaria, sino también un viaje sensorial que permite descubrir sabores exóticos sin salir de la ciudad. Una propuesta diferente, que invita a salir del habitual, y que además es de muy bueno digerir gracias a sus ingredientes frescos. ¡Hasta la siguiente, gourmeters!

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