A Mafalda no le gustaba la sopa, pero ¿a quién más?
La sopa fue una de las primeras recetas que cocinó el hombre y que actualmente se prepara en casi cualquier parte del mundo. Existen mil y una variedades por lo que es imposible no encontrar una que te guste e incluso varias que te apasionen.
Una larguísima historia
Hace unos 500.000 a.C el hombre descubrió el fuego y, podemos decir, que solo unos días después, la sopa. Al comienzo, al no tener soperas y cuencos, utilizaban los huecos entre las piedras para calentar agua e introducir todo tipo de alimentos. En un principio el objetivo era simplemente ablandarlos, pero no tardaron en descubrir que el caldo resultante estaba igual de sabroso.
A lo largo de todos estos años se ha ido perfeccionando la técnica y ahora sabemos qué alimentos proporcionan mejor sabor al caldo, cómo sacarles el mejor provecho y los beneficios nutricionales de cada tipo de sopa.
La Fundación Dieta Mediterránea recomienda aumentar el consumo de sopa hasta las cuatro o cinco veces por semana
La vuelta al mundo de sopa en sopa
Una larga trayectoria que en cada región del mundo escogía un camino, motivo por que ahora tenemos una sopa diferente es cada zona. Aquí nos pierde la escudella, un caldo con base de carne y verduras que todos reconocen por sus grandes galets. En Castilla es muy apreciada la sopa de ajo o sopa castellana, con pan y huevo en su versión más completa.
Nuestros vecinos franceses se pierden por una sopa de cebolla, los italianos presumen de su minestrone (con muchas verduras) mientras que al otro lado del charco, en Estados Unidos, el ingrediente principal suele ser el maíz. En Asia, triunfa tanto la sopa miso como la Wantán.
Le sobran motivos
El triunfo de la sopa está arropado por varias razones a las que nadie puede rebatir. Argumentos tan potentes como que se trata de una comida o cena muy económica, recetas fáciles de preparar, se conservan mucho tiempo y sientan bien a todos.
Además, nos vamos a centrar en los beneficios para nuestro organismo, que no son pocos.
Cinco beneficios de la sopa para nuestro organismo:
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Reconfortan al instante. En los días de invierno, lluvia y frío, un plato caliente logra que ese calor entre en nuestro cuerpo, suba nuestra temperatura y nos sintamos mucho mejor al momento. Ocurre lo mismo con las infusiones, pero sin aportar vitaminas y minerales. Al igual que un guiso muy contundente, que nos dejará hinchados y demasiado llenos. La sopa tiene el poder de templar el cuerpo y aportar la energía necesaria, incluso cuando estamos enfermos.
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Hidrata. Mientras que en verano tenemos muy claro lo necesario que es hidratarse, en invierno se nos olvidan todas esas recomendaciones. Aunque bien es cierto que al no sudar, no se requiere tanta cantidad de agua, sí que es necesario llegar a un mínimo. Con la sopa es más fácil lograr ese objetivo.
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Aprovechamiento extra. En muchas formas de cocción se pierde parte de los nutrientes de los alimentos. En el caso de las sopas, se aprovecha todo. Por un lado se consumen las verduras o las carnes y por otro el caldo con todos los nutrientes que han pasado al agua. Además, se puede obtener una comida y una cena en una misma sopera. Por ejemplo, a medio día se come el pollo, con una patata y algunas verduras y, por la noche, se pican el resto de verduras, se añaden unos fideos y ¡listo! Con suerte incluso te sobra caldo para congelar y tenerlo a mano para un consomé o base de un guiso.
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La mezcla ideal. Los ingredientes se pueden seleccionar por gusto, pero también dependiendo de nuestro objetivo. Por ejemplo, ¿buscas un caldo détox? En ese caso entre tus ingredientes no debe faltar el apio, la cebolla, el puerro y el nabo. Si necesitas un alimento reconstituyente, de esos que reviven a un muerto, habrá que añadir algo más contundente como carne, mejor que sea de pollo si no quieres aportar muchas calorías. Eso sí, el hueso de jamón da un sabor delicioso al caldo más soso.
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Fácil digestión. Ya sea de verdura, pescado o carne, las sopas son una fuente extraordinaria de vitaminas y minerales a la vez que un alimento muy fácil de digerir. Así pues, un caldito sienta igual de bien a una persona sana que a una enferma y a un niño pequeño que a un anciano.