En ocasiones son las prisas, en otras, falta de información y en otras muchas, una costumbre que hemos adoptado sin saber que puede ser peligrosa para nuestra salud. Lo cierto es que la cocina es el lugar donde se manipulan los alimentos, donde los consumimos, y también, donde más bacterias y virus se pueden acumular.
Siguiendo estos pequeños consejos y trucos, es muy fácil lograr que nuestra cocina sea un lugar seguro en el que no tengan hueco intoxicaciones. ¡Apunta!
1. Del congelador a…
La nevera. Siempre. Nada de dejar que los productos se descongelen durante horas en la encimera de la cocina. Este es un gesto muy peligroso, ya que estamos creando el ambiente perfecto para que las baterías se multipliquen e infecten nuestra comida.
Da igual si es carne o pescado, si lo dejamos a temperatura ambiente durante un largo periodo de tiempo, estamos ayudando a que se den las condiciones favorables para el desarrollo de los microorganismos que provocan intoxicaciones. Así pues, lo ideal es pasarlo del congelador a un entorno menos frío, como es la nevera. Y siempre dejarlo en un recipiente cerrado.
La cocina es el lugar donde se manipulan los alimentos, donde los consumimos, y también, donde más bacterias y virus se pueden acumular
2. Orden en la nevera
Más allá de las manías que cada uno tenemos a la hora de colocar los productos en el frigorífico, existen ciertas normas que debemos cumplir para evitar acabar con lamentaciones. La más importante es la de no mezclar alimentos crudos con algunos ya cocinados. Esto parece obvio cuando pensamos en una carne guisada y unos boquerones recién comprados, pero no suele verse tan exagerado cuando colocamos unas croquetas junto a una fruta fresca o, incluso, junto a una lechuga que puede llegar a tocar al otro plato. En ambos casos el peligro de contaminación es real e igual de peligroso.
Los alimentos cocinados es mejor guardarlos, siempre, en recipientes cerrados.
3. Recalentar sí, pero bien.
Aprovechar las sobras o incluso para cocinar para varios días es algo habitual y una práctica que nos ahorra tiempo y dinero. Pero, para ahorrarnos también una intoxicación debemos tener cuidado a la hora de consumirlas.
Lo ideal, y lo que la ciencia nos dice que es más seguro, es calentar los alimentos a una temperatura mínima de unos 60 grados antes de consumirlos. Para estar cien por cien seguros cuando hablamos de salsas o sopas, es más conveniente dejar hervir unos minutos. Algo imprescindible para personas de alto riesgo o embarazadas.
4. Bayetas y estropajos
El perfecto hogar de los microbios es la bayeta de la cocina, junto a los estropajos y trapos. Todos estos acumulan gran cantidad de bacterias por ser gruesos y porosos, y, además, por estar siempre húmedos. Estos materiales están en constante contacto con comida y también con suciedad, la combinación perfecta para las bacterias.
¿Cada cuánto tiempo los cambias? Los expertos recomiendan lavar el trapo de cocina todos los días y las bayetas y estropajos cambiarlas cada diez días.
5. La tabla de cortar
Parece un utensilio de cocina inofensivo y es todo lo contrario. Por una tabla pasan todo tipo de productos y se suelen mezclar sin darse cuenta algunos que vamos a consumir en frio junto a otros que se van a cocinar. ¡Peligro!
Un claro ejemplo es si troceamos pollo y, solo después de pasar una bayeta o darle un agua rápido, cortamos unos tomates para una ensalada. Así conseguimos una contaminación de libro.
Otro error es dejarnos llevar por la estética a la hora de elegir el material de nuestra tabla o no renovarla en mucho tiempo.
Las de madera pueden resultar las más atractivas, pero se trata de un material poroso muy complicado de limpiar en profundidad. Mejor apostar por las de silicona o plástico, aunque con la precaución de que cuando esté muy rallado se cambie por otra.