Vamos a empezar defendiendo e intentado entender por qué a los niños nos les gustan las verduras. Porque sí, resulta que existe una razón que la ciencia respalda y es fácil de entender.
Los niños tienen un estómago pequeño y son mucho más conscientes que nosotros de cuando está lleno y deben parar. Además, aun saben escuchar a su cuerpo y, de alguna manera, saber qué necesitan. Y esto, en la mayoría de los casos es energía. Así pues, lo que quiere el niño es llenarse de alimentos que producen esa energía como es el azúcar, los hidratos de carbono y las proteínas. Es decir, macarrones y pollo. Así de simple. Todo lo demás, creen que no es necesario y, si son de poco comer, dirán que no.
Pero nosotros, que tenemos algún conocimiento más sobre nutrición, sí sabemos que las verduras son necesarias. Y este puede ser el primero de los consejos que puedes poner ya en práctica para que tus niños coman verduras.
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Explicar el porqué. Esto depende de la edad, pero de igual forma que se explica que si no se ponen el abrigo tendrán mocos, se les pueden contar las consecuencias de no seguir una dieta saludable. Y para eso hay que hablar de cacas, tema que les encanta. Así, la razón más importante para ellos es que si no comen verduras tendrán cacas duras, de las que duelen. Y como eso siempre es un mal rato… Verduras 1 – Arroz con tomate 0.
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Las verduras no son aburridas. Y tienen muchos colores que logran que los platos sean más atractivos. Si tu hijo se muestra reticente al mundo vegetal, no le plantes para cenar unas acelgas rehogadas sin más. Va a llorar y con razón. Intenta presentaciones divertidas y apuesta por el color. Las zanahorias siempre dan un toque positivo y dulce que gusta. También debes tirar de paciencia para crear obras de arte. Existen platos con dibujos en el fondo para luego completar con pelo en forma de espárragos o tiras de calabacín o jersey relleno de espinacas o guisantes.
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Varía. Hay que ser una caja de sorpresas y que cada día se encuentre una verdura diferente. A ser posible con una preparación también diferente. Así al menos te quitas la frase de “hoy toca verdura”. A partir de ahora tocará todos los días. Eso sí, en pequeñas cantidades para empezar. El plato combinado en el que hay un poco de cada cosa es un arma muy potente para engañar. Por el contrario, un plato de menestra hasta arriba con todo mezclado… Mala idea.
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Esconde. Es una técnica que nunca falla, sobre todo cuando son muy tiquismiquis y encuentran trozos de cebolla por muy minúsculos que sean. En un sofrito pasado por la batidora cabe de todo. También en las lentejas o incluso en la salsa de la pasta. Espera un tiempo para decirle qué llevaba y que reconozca que sí le gustaba.
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Camufla. Sin llegar a triturar, pero sí con la idea de confundir. Aquí hay opciones que requieren más trabajo y otras más de ir corriendo en la cena de un martes. La mayonesa no es lo más saludable, pero disfraza a la perfección a la mayoría de verduras. Al igual que la salsa de tomate frito. Hay niños que con solo ver el color rojo ya se animan. Otra opción, que da más trabajo, pero unos resultados buenísimos (al menos en mi caso) es la bechamel. Al principio los cardos, el brócoli o las espinacas se hundían en una capa de crema blanca inmensa. Después, esa proporción de bechamel se fue equilibrando a la de las verduras hasta que las verduras fueron las protagonistas. Gratinar la preparación con queso es ya un punto extra a la que nadie se puede resistir. Y para repetir solo hay que añadir un poco de bacon. ¿Es un plato saludable? No mucho. ¿Se lo comen? Sin rechistar. ¿Conclusión? ¡Merece la pena!
Y un extra
Esto no me hizo falta, pero creo que es un trucazo. Un estudio elaborado por la Universidad de Cornell (EE.UU) comprobó que solo el nombre de las verduras ya producía rechazo. "Brócoli" puede sonar a insulto y "acelgas" igual. Por eso, platearon la posibilidad de cambiar el nombre y comprobaron que ¡aumento el consumo!
Así las zanahorias pasaron a ser "zanahorias de visión de rayos X" y el brócoli, "brócoli de puño poderoso" o "pequeños arbolitos sabrosos". Con un poco de imaginación puedes buscar un nuevo nombre a los vegetales coincidiendo con la personalidad de tu hijo. ¿Pensamos nuevos motes?