Como decía M.F.K. Fisher, escribimos sobre comida porque tenemos hambre. La autora ve la luz por primera vez en catalán gracias a L'Altra Editorial, e Hisashi Kashiwai, un autor superventas en Japón, lo hace bajo el cobijo de La Magrana. Edicions del Periscopi, por último, nos hace entrega una nueva referencia del periodista Patrick Radden Keefe. Tres libros que nos hacen la boca agua.
Cada vez que comemos aguacate en casa, lo hacemos porque la globalización predadora nos lo permite y nos invita a hacerlo. Cada vez que M.F.K. Fisher lo comía, lo hacía después de un viaje transoceánico en barco para apaciguar su hambre. La distancia es la misma; lo que cambia es el tiempo de digestión física y mental. Fisher, gourmande pionera de las letras, puso el privilegio que le otorgaba venir de casa bien para comerse el mundo en el sentido más intrínseco. Haciéndolo, marcó las pautas de lo que se convertiría en el buen periodismo gastronómico: para captar aquello importante, hace falta levantar la vista del plato y fijarte en todo lo que te rodea. Estas memorias están llenas de momentos estelares: la cocinera familiar que descuartizó a su madre con un cuchillo francés, el mariachi trans con la voz más dulce de todos los bares de México, o aquella vez que el matrimonio Fisher tuvo que dividirse para dar de comer a fascistas y comunistas por separado durante la II Guerra Mundial. "Cuando se parte el pan y se bebe el vino, hay una comunión que va más allá de nuestros cuerpos", dice M.F.K. Fisher en el prefacio de El meu jo gastronòmic. "Y esta es mi respuesta, cuando la gente me pregunta: por qué escribes sobre el hambre, y no sobre guerras o amor".
Traducción al catalán: Alba Dedeu
Seguro que hay un plato, uno muy concreto, al que te gustaría volver y no puedes. Quizás la persona que te lo preparó ya no está. Quizás recuerdas el puñetazo, paladar adentro, pero no el ring donde te lo lanzaron: ¿dónde demonios estaba, aquel restaurante? Hisashi Kashiwai sabe que la nostalgia del paladar es, quizás, la más poderosa de todas, y en Els misteris de la cuina dels Kamogawa imagina un universo donde esta añoranza gastronómica puede ser satisfecha. El libro lo protagonizan una pareja de detectives, padre e hija, que desde un restaurante escondido en Kioto atienden a todo aquel que se encuentre a la busca de la comida perdida. Kamogawa Koishi y su padre Nagare, un investigador jubilado, entrevistan a sus comensales para diseñar una investigación comestibles y mercados a través, y luego elaborar una reproducción exacta y esmerada de aquel plato que los hizo vivir un momento mágico. Aparte de funcionar como una novela detectivesca, Els misteris de la cuina dels Kamogawa también es un artefacto reivindicativo de la raíz y la tradición: "Así es como se empieza a destrozar una cultura, con las palabras", dice Koishi a una cliente en un momento de la novela. "Si ahora todo el mundo empieza a hablar de «postres» y nadie se queja, que pasará con los dulces tradicionales japoneses?"
Traducción al catalán: Ismael Funes Aguilera
No todos los artículos de Patrick Radden Keefe se adentran en el mundo gastronómico, pero cuando el autor de No digas nada y El imperio del dolor mete la nariz en bodegas y subastas de vinos, sabes que será un festival. Canalles, que recoge 12 piezas del autor publicadas en The New Yorker, abre fuego con Las botellas de Jefferson, un artículo de investigación sobre un coleccionista fraudulento que consiguió engatusar a Christopher Forbes en la que sería la subasta más lucrativa del mundo del vino: 157.000 dólares por una botella que, supuestamente, formaba parte de la bodega personal del presidente Thomas Jefferson. El vendedor, Hardy Rodenstock, era un alemán excéntrico a quien gustaba organizar fastuosos encuentros con enólogos y catas verticales sin fin, donde se prohibía a los invitados escupir el contenido de las copas: "La historia no se escupe", los reñía Rodenstock, "se bebe". Patrick Radden Keefe sigue la pista de Rodenstock a través del litigio que mantuvo con él a Bill Koch, uno de sus compradores, y aprovecha la ocasión para investigar sobre el auge de las falsificaciones vinícolas que, al principio de siglo, proliferaron en los Estados Unidos y el Asia, pero que también hicieron estragos en Europa: el año 2000, las autoridades italianas confiscaron veinte mil botellas de falso Sassicaia, un vino tinto de la Toscana muy buscado.
Traducción al catalán: Ricard Gil