Llega la Semana Santa y con ella una página interesantísima de nuestro recetario más clásico. El bacalao se posiciona como el pescado más demandado, una suerte para nuestra salud ya que nos aporta multitud de beneficios.

Propiedades nutricionales 

Se trata de un pescado blanco debido a que su carne es magra y su grasa se acumula en la piel y el hígado (que también destaca por sus usos medicinales). Pero aun así hablamos de un producto rico en Omega 3, un ácido graso más propio de los pescados azules. 

Y este es solo uno de los motivos por los que la Fundación española del corazón considera el bacalao una fuente de nutrientes que escasean en otros muchos productos. Marca la diferencia el Omega 3, pero también la vitamina D y el selenio. Este mineral es un nutriente esencial para nuestra salud ya que previene la oxidación de las células. Mineral que lo podemos encontrar en el atún. También destaca la presencia de potasio y fósforo, importantísimo para los niños y su crecimiento. 

El bacalao es una excelente elección para toda la familia debido a su bajísimo porcentaje de grasa, siendo una proteína de alto nivel biológico. 

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Foto: Pixabay
Beneficios 

Con una ración de 200 gramos, conseguimos el 80 por ciento de la cantidad diaria que necesitamos de Omega 3 (Con un puñado de nueces podríamos completar la ración diaria recomendada). Por este motivo, el bacalao se considera un gran aliado del corazón ya que este ácido graso ayuda a controlar el colesterol a la vez que fortalece las arterias. 

Además de fósforo, el bacalao es rico en calcio, indispensable para unos huesos fuertes. Por eso, es muy recomendable para mujeres que atraviesan la menopausia: no engorda y sí colabora en la lucha contra la osteoporosis. 

Y un último beneficio que también interesa mucho a las mujeres es su concentración de yodo, muy superior al de otros alimentos. El yodo es esencial para el correcto funcionamiento de las glándulas tiroideas. 

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¿Cómo cocinarlo?

El bacalao es un producto muy versátil y muy agradecido. Aunque bien es cierto que su sabor puede resultar un poco fuerte, algo que desagrada a algunas personas, siempre hay una receta para destacar lo que más gusta. De hecho, nuestros vecinos portugueses aseguran que tienen una receta con bacalao para cada día del año.

De vuelta en nuestro país, la lista de recetas tradicionales la encabeza el bacalao al pil pil, al horno, con salsa de tomate o a la vizcaína, los famosos soldaditos de pavía (rebozado y frito), en albóndigas o en buñuelos… Y podemos seguir. 

Recetas con bacalao 

Ya que tenemos la Semana Santa a la vuelta de la esquina, la recomendación de hoy es el tradicional potaje de vigilia. Seas creyente o no, a este guiso no hay quien se resista. 

Necesitas unos 300 g de bacalao desalado, un bote de garbanzos cocidos (para ahorrar tiempo), 2 huevos, una bolsa de espinacas y una cebolla, un pimiento y 2 tomates maduros para el sofrito. 

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Mientras se cuecen los huevos, preparamos el sofrito con las verduras picadas muy finas (si se prefiere se pueden triturar después). Cuando estén doradas, se añaden las espinacas y cuando suelten todo el agua, añadimos el bacalao cortado en tiras. 

Se deja cocinar unos 10 minutos y se añaden los garbanzos. Si se tiene caldo de pescado es un buen momento para usarlo, en caso contrario, se puede cubrir simplemente con agua. Sazonamos y dejamos cocinar todo junto unos 15 minutos. 

Antes de terminar, se cortan los huevos duros y se colocan sobre el guiso. Puede reservarse una parte para decorar. 

Origen

Como no podía ser de otra forma, los primeros en secar en bacalao para su conservación fueron los vikingos noruegos. De esos mismos mares se llevan exportando este manjar varios siglos a toda Europa, sobre todo a la península Ibérica, grandes consumidores de este pescado. Del mar Cantábrico o de Islandia, el bacalao también es muy apreciado.

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El consejo

Desde ya, no hay tienda de alimentación, grande o pequeña, que no tenga la clásica caja de bacalao salado. Se trata de una técnica antiquísima para conservar el pescado que, desde el siglo XIX, llega desde mares fríos como el noruego. 

Desalarlo no es complicado y, mucho menos si se siguen los consejos de Hung-Fai, colaborador del Consejo de Productos del Mar de Noruega. 

El primer paso es lavar los trozos de bacalao con agua fría bajo el grifo para quitar la sal exterior. A continuación, se coloca en un bol el bacalao con la piel hacia arriba con abundante agua fría y se guarda en la nevera. Pasadas 12 horas se realiza en primer cambio de agua, acción que repetiremos cada 8 hasta que transcurran mínimo 48 horas. Por último, toca escurrir el agua y secar los trozos de bacalao con papel de cocina.