La calabaza es la estrella indiscutible del otoño: es preciada tanto en la cocina como en el mundo de la decoración, donde tanto adopta un papel terrorífico como alegra una habitación con sus tonos anaranjados. Su sabor dulce y su larga lista de nutrientes nos animan a sacarle todo el provecho esta temporada. La calabaza es familia de otras hortalizas como el calabacín o el pepino, y de frutas como el melón. Su origen, como el de muchas otras hortalizas muy consumidas hoy día, se encuentra en América. En este caso, en México y Guatemala. Aunque esta versión está muy extendida, hay algunos historiadores que aseguran que los egipcios ya consumían calabazas. A falta de más pruebas, lo cierto es que fue en el siglo XV cuando se introdujo esta hortaliza en la dieta de la mayor parte de Europa. La que se consume en la actualidad proviene, en su gran mayoría, de Canarias y Andalucía, ya que requiere de un clima cálido para su cultivo.

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Propiedades nutricionales de la calabaza

La calabaza es un tesoro nutricional al que no se le da toda la importancia que se merece. Y es que no solo su carne es rica en nutrientes, también lo son sus pepitas. Su color naranja (el tipo más consumido en España aunque existen muchísimos), ya nos adelanta que es rica en betacaroteno, precursor de la Vitamina A, tan beneficiosa para la piel. Además, también es rica en Vitamina C y en algunas de los grupos B y E. Entre los minerales que aporta destacan el potasio, el fósforo, el magnesio, el hierro y el cinc, todos ellos imprescindibles para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Por su parte, las semillas de calabaza son ricas en magnesio y triptófano, lo que las convierte en un piscolabis muy saludable.

Calabaza / Foto: Pixabay

Beneficios de comer calabaza

Hablamos de una hortaliza que se digiere fácilmente y que posee un sabor meloso que la hace muy atractiva en el paladar. El hecho de ser rica en Vitamina A, la convierte en un potente antioxidante que ayuda al organismo a luchar contra los radicales libres. Esta vitamina también es muy beneficiosa para el sistema cardiovascular, protegiendo el corazón al regular tanto la presión arterial como el colesterol. Consumir calabaza en invierno es uno de los mejores hábitos que podemos tomar a la hora de prevenir los catarros y otras enfermedades, por el hecho de que sus nutrientes colaboran para mantener unas defensas fuertes. Como extra, las propiedades de la calabaza son beneficiosas para la salud ocular y el aparato digestivo. Además, ayuda a controlar el estrés y mejorar el insomnio.

¿Cómo cocinarla? Recetas para hacer con calabaza

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Igual que la zanahoria o el boniato, la calabaza da lugar tanto a recetas dulces como saladas. Las calabazas que se consumen con más frecuencia tienen una piel dura que hay que retirar antes de consumir. Una vez tenemos separada la carne de las semillas, la podemos hornear, saltear o cocer. No es conveniente cocinarla mucho para que no pierda sus propiedades, una cocción de unos 15 minutos suele ser suficiente. La calabaza es muy versátil y tiene muchas posibilidades en la cocina, por eso a continuación te proponemos 4 platos para hacer con calabaza este otoño que seguro que te encantarán:

  • En sopa, crema o puré como complemento de las legumbres o un guiso de carne o pollo, así como relleno de pasta.
  • La crema de calabaza es uno de los platos más socorridos, pero si no te gusta su sabor meloso y te parece empalagoso, lo puedes corregir añadiendo un tomate.
  • Otra forma sencilla de degustar esta hortaliza es asada. Añádela a la bandeja del horno cuando cocines tu próxima escalivada, solo tienes que partirla en trozos grandes.
  • ¿Sabías que el cabello de ángel se elabora con calabaza y azúcar? Sí, este es el ingrediente básico de este relleno tan típico de muchos dulces.
Magdalenas de calabaza / Foto: Pixabay

¿Cómo pelar una calabaza? Nuestro consejo

Gracias a su piel, la calabaza puede conservarse en casa durante semanas sin problemas. Eso sí, una vez pelada, su consumo tiene que ser inmediato. Pelar la calabaza puede resultar una pizca fastidioso, motivo por el que se suele vender ya pelada y cortada. Una cosa que no solo encarece el precio, sino que también aumenta su huella medioambiental al requerir del uso de plástico. Un truco para pelarla sin esfuerzo (o no mucho) es cortarla por la mitad o en cuartos y apoyarla sobre una mesa. Estar sobre una base estable hará más sencillo ir retirando la piel mediante cortes de arriba a abajo.