A pesar de que el famoso marinero pusiese de moda esta verdura exagerando su contenido en hierro, este alimento típico del invierno tiene mucho que ofrecer, tanto por sus propiedades como por su versatilidad en la cocina. Las espinacas son originarias de Persia y fueron los árabes quienes las introdujeron en la península en el siglo XI. Desde el principio fueron muy bien acogidas, ya que eran fáciles de cultivar y resistían al frío invierno, tanto que incluso lograron alzarse con el sobrenombre de la mejor hortaliza. Unos siglos más tarde llegarían al resto de Europa, siendo Holanda, Inglaterra o Francia los principales consumidores. Hoy en día, el 40% de las espinacas que se consumen en nuestro país provienen del valle del Ebro

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Propiedades nutricionales de la espinaca

No. La espinaca no es una fuente importante de hierro, de hecho, el que tiene no es tan fácil de absorber por nuestro organismo como el que encontramos en productos de origen animal. Pero lo que sí tienen las espinacas es muchísima fibra. Y de lo que sí puede presumir esta verdura que se recolecta en los meses más fríos del año es de su altísimo contendido en ácido fólico. En unos 100 gramos podemos encontrar la cantidad diaria recomendada. También destaca la Vitamina C (aunque se le suele asociar a los cítricos) y, algo menos, aunque sigue siendo interesante, su aporte en Vitamina A. Si hablamos de minerales, el hierro no está entre los más destacados, pero sí es una fuente importante de calcio, también vital y muy necesario para poder mantener unos huesos fuertes

Batido de espinacas / Foto: Pixabay
Batido de espinacas / Foto: Pixabay

Beneficios de la espinaca

Gracias a su generoso aporte en ácido fólico, es la verdura ideal para las mujeres embarazadas, ya que este nutriente es esencial para el correcto desarrollo del bebé, sobre todo en las primeras semanas de gestación. De igual manera, se recomienda en casos de anemia. Su aporte en hierro es mayor que en otras verduras. Además, el equipo que forma con la Vitamina C resulta muy beneficioso. También debería ser la verdura preferida de todos aquellos que suelen encontrarse con unas cifras algo elevadas de colesterol en sus análisis. La fibra presente en las espinacas impide la absorción del colesterol y los ácidos biliares, mientras que sus antioxidantes reducen la oxidación del colesterol LDL y previenen la aterosclerosis al mantener “limpias” las arterias. Por último, es interesante destacar la luteína y la zeaxantina, dos tipos de carotenoides que ayudan a proteger el sistema ocular y prevenir la degeneración macular

Recetas buenísimas con espinacas

Las espinacas son tan agradecidas que necesitan muy poco para ofrecer todas sus propiedades. De hecho, los brotes de espinacas (hojas más pequeñas) están riquísimos crudos, como base de cualquier ensalada. Ya con el delantal puesto, las espinacas requieren muy poco tiempo de cocción, entre seis y ocho minutos. Eso sí, el caldo resultante no debe consumirse dada su alta presencia de oxalatos, que pueden ser origen de cálculos renales. Su color oscuro y su textura tan suave puede provocar cierto rechazo en los niños. Para pequeños (y mayores) una receta fácil y sencilla es junto a una crema de bechamel. Si le añades unos tacos de jamón o beicon tendrás una cena saludable e irresistible en pocos minutos. Las espinacas también se pusieron muy de moda con la tendencia de los “súper” batidos. Además de darles un tono verde potente, también aporta una buena ración de beneficios. Las espinacas son excelentes compañeras de los huevos (tanto para revueltos como en tortilla) y de los garbanzos, y quedan fenomenal en cualquier relleno, como unas empanadillas a las que se les suele añadir unos pocos piñones o algo de queso.  

Espinacas congeladas / Foto: Pixabay
Espinacas congeladas / Foto: Pixabay

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El consejo que no puedes perderte sobre las espinacas

Las espinacas son una verdura que soporta muy bien la congelación. Tanto si se compran ya congeladas como si se congelan en casa, a la hora de cocinarlas no es necesario dejarlas descongelar, siendo recomendable echarlas al agua hirviendo o a la sartén directamente. Eso sí, recuerda que las espinacas contienen muchísima agua, por lo que una vez esta se consume, el volumen se reduce considerablemente. Aunque te parezca que has echado muchas a la sartén, seguro que falta un puñado más.