Las legumbres tienen todo para triunfar. Son un producto barato, fáciles de preparar, no aportan calorías y sí mucha fibra junto a otros interesantes nutrientes. Pero ¿por qué a los niños les cuesta tanto comerlas?
Aunque cuando estamos ante un plato de garbanzos (la legumbre preferida en nuestro país) nos cueste un mundo entender que a los niños no les gusten (o a nosotros hace unos años) lo cierto es que tienen sus razones.
Las legumbres no aportan calorías y sí mucha fibra. Pero ¿por qué a los niños les cuesta tanto comerlas?
La primera de ellas es que los niños saben que es lo que necesitan para cubrir sus necesidades. Ellos quieren algo que les de energía y eso lo logran a base de carbohidratos y proteínas. Es decir, con macarrones y pollo empanado.
Además, sus estómagos son más pequeños y todavía no han desarrollado ese “súper poder” de los adultos de comer cuando ya no se tiene hambre. Los pequeños saben que con lo que han comido pueden tirar para adelante y ni fuerzan ni, por supuesto, piensan en alimentos que nos les da esa energía, como frutas o verduras. Lo de que necesitan, fibra y vitaminas, ya lo irán aprendiendo con el tiempo.
Alimento fundamental
En la edad adulta (por diferentes motivos) sabemos que no debemos abusar del azúcar y que las grasas engordan y que la ausencia de fibra nos lo hace pasar mal. Y por eso, sabemos valorar el tesoro que son las legumbres.
Proteínas vegetales, ricas en fibra, hierro y otros muchos minerales y vitaminas. Un alimento que la OMS sitúa en la base de nuestra pirámide nutricional y que recomienda consumir unas tres veces por semana.
Todos estos argumentos nos sirven para apoyarnos en nuestra necesidad de insistir y buscar estrategias con las que lograr que nuestros pequeños se coman el plato de lentejas que hemos preparado.
Además de mucha paciencia, aquí van algunos trucos para lograrlo.
- No montar dramas. Si cada vez que hay un plato de judías o lentejas en la mesa, la cosa se pone fea, el niño asociará el disgusto con esa comida y… tenemos trauma infantil a la vista. Mejor practicar el dicho de “lentejas, si las quieres las tomas y si no las dejas”.
- Dar ejemplo. En la actualidad, el consumo de legumbres en nuestro país está aumentando de nuevo tras unos años desastrosos, siendo el 2015 el año con un menor consumo. Aun así, la mayoría de los hogares españoles sigue muy lejos de cumplir con la recomendación de tres raciones semanales. Si en casa las legumbres no se valoran, las nuevas generaciones tampoco lo harán. No vale con dejar que las lentejas sean solo una comida que dan el comedor del colegio. La legumbre también puede ser una receta de fiesta.
- Hoy no, pero mañana sí. Y así hasta que se normalice la situación y el plato de judías se vacie como ocurre cuando hay espaguetis. Aunque no gusten, deben estar de forma regular en la mesa. Eso sí, se puede modificar la receta, quitar ingredientes y añadir otros hasta dar con una versión que guste más. Un buen truco para comenzar es el puré. Se le pueden añadir otros ingredientes para cambiar el sabor, como la patata, que todo lo suaviza.
- Recetas más atractivas. En ocasiones nos tocará meternos en la cocina e innovar. Hay recetas que funcionan mejor que otras. Igual es complicado que se terminen un plato de lentejas con verduras, pero sí que repetirán de una hamburguesa de lentejas. Y luego siempre puedes sorprender con el “¿A qué no sabes de qué estaba hecho?”
El humus también suele sorprender cuando saben que su base son garbanzos. Y las lentejas suelen entrar mejor si se les añade mucho arroz y se les dice que es arroz con lentejas. Jugar con el orden de las palabras tiene su efecto.
- Poco a poco. Comenzar con pequeñas guarniciones es siempre más sencillo. Unos guisantes junto a un filete de carne puede colar más fácil. Igual si en una ensalada se “nos caen” unos garbanzos…
Y recuerda, los niños no son tontos y merecen una explicación. Cada día están más concienciados con la alimentación saludable (aunque sean incapaces de renunciar a unas chucherías) por lo que explicarles qué beneficios aporta es algo necesario. Igual en ese momento no lo entienden, pero la información queda allí y será la semilla de lo que luego será una gran pasión por las legumbres.