Se les conoce como productos de cuarta gama y, además de lechuga o espinacas, bajo este término se encuentra toda fruta o verdura pelada, troceada, limpia y envasada, lista para ser consumida inmediatamente. 

Para muchos esto supone el colmo de la vagancia, mientras que para otros muchos es un salvavidas. El ritmo de vida actual, en el que las prisas mandan, ha favorecido que este tipo de productos sean cada vez más habituales en todo tipo de comercios. 

Las cifras hablan solas y su consumo crece cada año, siendo uno de los pocos productos a los que no les ha afectado la crisis ni la inflación y sus ventas siguen subiendo. 

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¿Ganamos o perdemos?

Meter a las ensaladas de bolsa en el saco de la comida precocinada es muy injusto. Aunque bien es cierto que se venden listas para consumir, en este caso no se añaden ingredientes y la manipulación que se hace es para facilitar su consumo y para que este sea seguro. 

Por lo tanto, si lo compramos con otras opciones que tenemos en el supermercado, la lechuga envasada puede incluso adelantar a la lechuga entera fresca. Y esto se puede decir tanto si se habla de seguridad como de riqueza nutricional. 

La lechuga es uno de los pocos productos a los que no les ha afectado la crisis ni la inflación y sus ventas siguen subiendo 

El tiempo es oro

Al igual que las frutas o el resto de verduras, las lechugas empiezan a perder nutrientes desde el mismo momento en el que las cortan. Si tenemos en cuenta que esa lechuga debe ser empaquetada, transportada a un centro de distribución primero y a un comercio después y que puede estar algún día más en la nevera de casa antes de pasar al plato, el chorreo de vitaminas y minerales ha sido constante durante al menos un par de días. 

Y un dato muy importante a la hora de calibrar su seguridad, en el mercado pueden indicarnos la procedencia de esa lechuga, pero no el día en el que fue recolectada. 

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Ambiente protector

Por el contrario, la lechuga que nos llega envasada, sí tiene visible la fecha de consumo preferente, lo que nos da una pista de cuánto tiempo hace que dejó de estar en contacto con la tierra. 

Además, todo este tipo de productos suelen prepararse y envasarse en instalaciones preparadas para ello que están situadas junto a los propios campos de cosecha. Una vez recolectadas, estas lechugas pasan por el lavado, cortado y envasado en apenas unas horas. 

Y sí, el envasado en una atmósfera protectora impide que se pierdan tantas vitaminas como si estuviese al aire. Por lo tanto, si respetamos el ciclo del frío y las consumimos en el tiempo recomendado, se podría decir que es más saludable una lechuga cortada en bolsa que una que se vende a granel en el mercado. 

De hecho, la particularidad de estas bolsas es que no hay oxígeno dentro, lo que favorece que nutrientes como la vitamina C, el folato y los betacarotenos permanezcan más tiempo entre sus hojas. 

Otra ventaja de la falta de oxígeno es que esto impide la reproducción de bacterias, siendo así un alimento seguro para su consumo. 

Es más saludable una lechuga cortada en bolsa que una que se vende a granel en el mercado

El toque final

Si aún te queda alguna duda sobre si es buena idea comprar o no estas bolsas de lechuga, solo tienes que pensar cuántas ensaladas más a la semana comerías si te las presentan ya preparadas (y con una mezcla de variedades más apetecible). Si la respuesta es más, tu salud gana.