Los pistachos son un excelente tentempié debido a que aportan energía sin sumar calorías en exceso. Es importante su cantidad de proteínas, muy similar a la que contienen las legumbres. Además, también tienen una gran cantidad de hidratos de carbono, que al absorberse de forma lenta, no provocan picos de azúcar en sangre, pero sí se aprecia ese extra de energía.
Como el resto de los vegetales, los pistachos tienen una considerable parte de fibra, que favorece el tránsito intestinal. Pero lo que debemos destacar de este fruto seco es que casi la mitad de su grasa es muy similar a la tan apreciada en el aceite de oliva y tan beneficiosa para el corazón.
En cuanto a vitaminas, es destacable su concentración en vitamina C así como algunas del grupo B (B1, B6 y Folato) que ayudan a fortalecer el sistema inmune y combatir infecciones. Si hablamos de minerales, el hierro es el primero en aparecer, siendo alta su concentración teniendo en cuenta que hablamos de un alimento vegetal.
Beneficios
Sus extensas propiedades nutricionales ya nos adelantan que estamos hablando de un alimento con un amplio abanico de beneficios para nuestro organismo. El consumo moderado de pistachos ayuda a proteger el sistema cardiovascular gracias a sus “grasas buenas”. Además, logra disminuir los niveles de LDL, el conocido como colesterol malo.
También son muy recomendables para personas con anemia, por su concentración en hierro, así como para diabéticos, ya que colabora con la difícil misión de regular el azúcar en sangre. De hecho, se recomienda consumir dos puñados de pistachos al día a todas aquellas personas que siempre están con el azúcar el límite.
Otro gran “súper poder” del pistacho es que un maravilloso antioxidante. Podemos decir que unos 30 gramos (el equivalente a unos 40 pistachos medianos) tienen los mismos antioxidantes que un té verde, producto estrella cuando se habla de neutralizar a los radicales libres, causantes de un envejecimiento prematuro.
¡Y hay uno más! Los pistachos tienen un gran aporte de melatonina, esa sustancia “mágica” que nos ayuda a conciliar el sueño. Así pues, no dudes en añadirlos a tus cenas o tomarte un puñado de postre.
¿Cómo cocinarlo?
La gran ventaja de los pistachos es que combinan igual de bien con dulce que con salado. Obviamente, son más conocidas las dulces, con el helado de pistacho a la cabeza. También son un ingrediente base en los dulces árabes, junto a la almendra y la miel. Además, es un excelente amigo del chocolate.
En la parte salada, los pistachos enriquecen cualquier ensalada, dan color a un carpaccio de ternera, se pueden utilizar para preparar un pesto o como parte del relleno de un pavo o cualquier otra carne.
Recetas con pistachos
Los pistachos se acoplan perfectamente a cualquier receta que ya lleve frutos secos, aportando color y dulzura. Pero si quieres sorprender a tus invitados con un aperitivo original, aquí tienes uno muy sencillo de preparar: bolitas de queso y pistacho.
Necesitas queso de untar y otro más fuerte, como puede ser el estilo gouda. También, obviamente, pistachos, unos 150 gramos.
Trocea el queso y mézclalo con la batidora hasta obtener una masa homogénea y sin grumos. Guárdala en la nevera para que se enfríe y sea más sencillo manejarla. Mientras, pela todos los pistachos y pícalos muy finos. Para montar el plato solo tienes que hacer pequeñas bolitas de queso y rebozarlas con el pistacho picado. ¡Listo!
Origen
Los primeros pistachos se comenzaron a cultivar en Irán, donde siguen siendo un producto muy destacado para su economía a la vez que son unos de los más valorados por su calidad. De ahí, se extendieron a la zona sur de Europa y norte de África, ya que necesitan unas condiciones climáticas muy concretas: calor y ambiente seco.
Durante la antigüedad, los pistachos eran un producto muy valorado solo al alcance de unos pocos. Hoy, su precio sigue siendo más elevado que el de otros frutos secos, aunque lo podemos encontrar en todos los supermercados.
El consejo
Al igual que otros muchos frutos secos, los podemos encontrar en su versión cruda así como tostados. Las versiones “cocinadas” siempre añaden más grasas, sales y otros condimentos, lo que repercute negativamente en su calidad nutricional.
La mejor opción, siempre, es comprarlos crudos. Y en caso de preferir la versión tostada, cocinarlos en casa.
También es buena idea comprarlos con cáscara. Además de ser una opción más económica, también nos será más fácil controlar el número que consumimos y no dejarnos llevar por la gula.