La fama del brócoli es tan mala que incluso se ha utilizado como amenaza o broma “pesada”. Y es que, aunque se utilice a los niños como ejemplo o excusa, lo cierto es que es muy habitual ver cómo también los adultos rechazan el brócoli. 

Son muchas las razones que se pueden dar, pero siempre es mejor dar una que este confirmada por la ciencia y respaldada por estudios acreditados. 

La razón australiana

Hace no mucho, investigadores de CSIRO (La Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth en Australia) descubrieron que las enzimas de vegetales como el brócoli, al juntarse con las bacterias de la saliva pueden producir olores desagradables y sulfurosos. 

Así pues, el motivo de que no nos guste el brócoli está en nuestra propia microbioma oral. 

La mircrobioma oral es algo similar a la microbiota del intestino. Se trata de un conjunto de bacterias y microorganismos que conviven en equilibrio y que participan en funciones tan variadas como la barrera protectora o la apreciación del sabor. Es decir, dependiendo de qué bacterias reinen en nuestra boca, unos alimentos nos gustarán más que otros. 

Brotes de brocoli / Foto: Pexels
Brotes de brocoli / Foto: Pexels
El culpable

A la hora de analizar los componentes de brócoli y su relación con el sabor, los investigadores señalaron al sulfóxido S-metil-ʟ-cisteína, un sustrato presente en el brócoli y que produce “volátiles de azufre con olor activo” tal y como publicaron en la revista Journal of Agricultural and Food Chemistry. 

Así pues, cuando personas con ciertas bacterias en su microbioma oral consumen esta verdura, el sabor resultante es horrible, mientas que para otras es algo positivo.  

Pero esto no es algo exclusivo del brócoli. Esta característica le une con la coliflor o las coles de Bruselas. Verduras que también suelen encontrarse con caras largas en las mesas. 

Camuflarlo

Esa es la misión de madres y cocineras cuando deciden poner brócoli en el menú. Para suerte de todas, existen multitud de fórmulas para rebajar ese sabor tan peculiar o, simplemente, esconderlo entre otros alimentos. 

Entre los clásicos que nunca fallan destaca el cocinarlo con bechamel y beicon, dos productos que logran que todo sepa mejor. Eso sí, en esta receta los arbolitos siguen siendo visibles. 

Para ocultarlos por completo es mejor apostar por hamburguesas o tortitas, así como preparaciones en las que no sea protagonista como junto a un arroz o pasta. 

En un quiche también suele dar buen resultado y se puede mezclar junto a otros ingredientes que gusten a todos.  

Su alta concentración de vitaminas y también de minerales convierte al brócoli en un tesoro nutricional que aporta multitud de beneficios

Un esfuerzo con recompensa 

El hecho de animarnos a consumir brócoli no es solo una moda pasajera como tanto ocurre en temas de nutrición. El brócoli es emblema de la comida saludable por muchos más motivos que el hecho de que un día se le catalogase como superalimento. 

Una sola ración de brócoli contiene la cantidad de Vitamina C recomendada al día, siendo también rico en Vitamina A y ácido fólico, un nutriente que siempre se recomienda a mujeres que quieren quedarse embarazadas. 

Su alta concentración de vitaminas y también de minerales le convierte en un tesoro nutricional que aporta multitud de beneficios. A la cabeza, su concentración de hierro, ideal para personas que sufren anemia. Por su parte, la presencia de cromo ayuda a regular la glucosa en sangre (perfecto para los diabéticos) y rebaja la tensión arterial.