Los mercados saben del poder de atracción que tiene el color de la carne de la papaya y, precisamente por eso, suelen colocar algunas partidas por la mitad para que se vean bien. También porque, al igual que el melón o la sandía, son muchos los que prefieren comprarla por mitades. 

El empujón definitivo para llevarme una casa fue leer que a la papaya se la conoce como “la fruta de los ángeles”. Este sobrenombre se lo puso Cristóbal Colón, quien al llegar a América comprobó como los nativos la consumían después de los grandes banquetes para evitar problemas digestivos. 

Fruta de la salud

En México, uno de los grandes consumidores de papaya y uno de los países que se disputa su origen, también la conocen como la fruta de la salud y es que, este alimento tan exótico aporta multitud de beneficios a nuestro organismo. 

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Por su color naranja está claro que es rica en betacaroteno, el responsable de su color tan apetecible y una fuente de vitamina A extraordinaria. En estas fechas, el betacaroteno también es muy buscado por la creencia de que ayuda a ponerse más moreno. “Gracias” a un empacho de papaya he podido comprobar que esto no es cierto. Los alimentos ricos en este nutriente no aceleran el bronceado, sino que te ponen naranja, algo que es fácilmente visible en las palmas de las manos. 

Problemas de color aparte, el apodo de fruta de salud es ideal para la papaya, ya que sus otros nutrientes la convierten en un bocado riquísimo y saludable. Hay estudios que demuestran su relación con la prevención del asma, de la degeneración macular así como su colaboración a la hora de tener unos huesos fuertes gracias a su concentración de vitamina K.

A corto plazo

Pero la papaya también tiene un interesante efecto a corto plazo y que seguro que interesa a muchos en este periodo de vacaciones en el que las rutinas, de absolutamente todo, se ven afectadas. La papaya es un excelente laxante natural. Tanto, que incluso puede resultar un pequeño problema si no sufres estreñimiento, casos en los que es mejor tomarla con moderación. 

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Y esto, que para muchos podría ser lo mejor, para otros puede ser lo peor. 

Cuestión de gustos

Otro aspecto que está en esa delgada línea entre el sí y el no es su textura. Podemos definirla como peculiar, ya que es suave, cremosa y jugosa. No tiene nada que ver con otras frutas tropicales como la piña o el mango, que son más firmes. La papaya podría compararse más al melón, pero algo más fibrosa, característica que puede enamorarte o desagradarte por completo. 

El punto negativo

Lejos de analizar su sabor o lo versátil que es en la cocina, hay un aspecto objetivo y negativo respecto a la papaya y es su precio, mucho más elevado que otras frutas que están riquísimas, son también refrescantes y aportan tantos o más beneficios. 

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Además, no siempre es fácil encontrarla y, de lograrlo, no siempre está en su punto de maduración ideal. Algo parecido a los aguacates, que encontrar unos que no estén duros y no sepan a plástico puede resultar misión imposible. 

Por último, a mí me resulta complicado comer la papaya sin pensar en la huella medioambiental que deja. Y es que, da igual la temporada, la papaya siempre viene de muy lejos, con el impacto para el medio ambiente que eso conlleva.