Se trata de una raíz, al igual que la zanahoria, pero que en este caso pertenece a la familia de la col y el nabo. Y, al igual que ellos, son ricos en azufre. Este mineral es esencial para nuestro organismo, ya que gracias a él se forma el colágeno, básico para mantener las articulaciones. Así mismo, los rábanos también aportan una ración considerable de hierro y yodo. Al hablar de vitaminas destaca su aporte en vitamina C, el antioxidante más potente, protegiendo a las células de los radicales libres. Estas moléculas se producen en muchas ocasiones, algunas muy evidentes como exponerse al tabaco o a los rayos X, pero también cuando nos da el sol. Además, la vitamina C ayuda al organismo a absorber el hierro, incluso el que procede de alimentos vegetales.

Beneficios

Los rábanos nos ayudan a tener digestiones menos pesadas y a favorecer el equilibrio de la microbiota. Esto se debe a que el consumo de rábanos puede estimular el crecimiento del grupo de bacterias consideradas beneficiosas, mientras que combate las perjudiciales. Este equilibrio es imprescindible para el correcto tránsito intestinal y acabar con el molesto estreñimiento.

rabano pixabay (1)
A

En este aspecto, también hay que destacar que el rábano contiene mucha agua a la vez que presenta propiedades diuréticas. Sin duda, un empujón más para lograr un sistema digestivo en forma. Otro órgano que se beneficia del consumo de rábanos es el hígado. Esto se debe a un componente llamado gluconatos, que, además de otorgarle ese sabor picante tan característico, aumenta la producción de bilis a la vez que combate infecciones e incluso se considera una sustancia anticancerígena.

¿Cómo cocinarlo?

La buena noticia es que para disfrutar de esta hortaliza no hace falta ninguna preparación previa. De hecho, los más pequeños (y fáciles de encontrar) no hace falta ni pelarlos, tan solo lavarlos bien. Así, los rábanos son ideales como tentempié, al igual que las zanahorias. O para enriquecer una ensalada ahora que comienza la temporada y le pueden aportar un toque crujiente.

También pueden darle su toque a un gazpacho y puede ser el nuevo ingrediente cuando sirvas unas crudités con humus o quesos. Si se quiere algo más especial, los rábanos quedan muy sabrosos asados al horno. Se pueden aromatizar con algunas hierbas como el tomillo y servir como una guarnición.

Recetas con rábanos

La textura y el sabor fresco y ligeramente picante de los rábanos logran que queden fenomenal como complemento a cualquier sopa o crema fría, donde siempre destaca. Pero si se busca una receta diferente en la que no sea tan protagonista a la vez que marca una diferencia, esa es el humus con rábanos y remolacha. Se trata de una preparación muy sencilla en la que se toma como base el humus clásico de garbanzos, pero, el momento de pasarlos por la batidora, se le añaden los rábanos picados y un poco de remolacha cocida, que le dará un color único.

El origen y la Ruta de la Seda

Se cree que los rábanos provienen de China y se extendieron por el resto de Asia gracias a la Ruta de la Seda, pero ahora se sabe que casi 3.000 años antes de que se comenzase a cultivar en China, ya se consumía en Egipto y Babilonia. Lo que sí está claro es que fueron los griegos y romanos los que lo llevaron por toda Europa, donde rápidamente comenzaron a cultivarlo. En esa época, los rábanos gozaron de gran popularidad, no como en la actualidad, donde no suelen estar en la lista de la compra de muchos hogares.

rabano pixabay (2)
A

Dentro de Europa, Alemania es el mayor productor y también uno de los mayores consumidores junto a Francia. En España, la producción la lidera Barcelona.

El consejo

La gran diferencia a la hora de degustar unos rábanos es que estos estén frescos. Para mantenerlos durante más tiempo en casa hay varios trucos que te pueden ayudar. El primero es cortar las hojas. Puede parecer lo contrario, pero cortando la parte verde se gana tiempo. Otro truco que nunca falla es mantener las raíces húmedas. Así podrás disfrutarlos en buen estado una semana después.