El mes de mayo es, con diferencia, el más especial para la gente de Lleida. Celebramos la fiesta mayor y el Aplec del Caragol, las dos fiestas más grandes del año en la ciudad. Y cuando se acaba el Aplec, quiere decir que también se acaba mayo y que entramos a junio con resaca. Pero antes de despedirnos del todo, hagamos un repaso a la fiesta que concentra a más diversión por metro cuadrado de todo el país; un Aplec del Caragol tan mágico como especial.

Una tradición arraigada

Sí, el Aplec del Caragol es la fiesta gastronómica más importante del país y se comen muchos caracoles etc. Todo eso está muy bien, y es verdad, pero el Aplec, de noche, se convierte en la fiesta con más diversión por metro cuadrado de Catalunya. La magia del Aplec es que un sábado a las ocho de la noche te puedes encontrar a tu exprofesor de catalán haciendo una cerveza, a tu peluquero de confianza bailando a las tres de la mañana o al tío de tu mejor amigo intentando aguantarse derecho a las ocho de la mañana. Personas a quien de normal quizás solo saludarías, pero que en el Aplec, entre el calor del ambiente y las cervezas de más, te acabas quedando a tener una buena conversación.

El ritual de cada año

Mi experiencia en el Aplec siempre ha sido muy buena, y aunque cada año ha sido diferente, el ritmo de la fiesta es siempre el mismo. El Aplec arranca el viernes con el Caragolasso, una especie de Chupinazo a la leridana que da inicio a la fiesta. La gente afronta emocionada la primera cena con la peña y empieza a circular la cerveza. La primera noche de fiesta es intensa, pero no deja de ser un calentamiento.

La gente de las peñas lleva el Aplec en las venas. / Foto: Emma Porta

Sobre las doce y media de la noche, los grupos empiezan a recoger las mesas y a poner en marcha los altavoces y el Aplec se convierte en el epicentro catalán de la fiesta y el desenfreno

Durante el sábado, si no llueve, acostumbra a hacer calor, y en las carpas solo queda la gente de las peñas que van a comer. La tarde es el rato más tranquilo porque mucha gente se va a casa a echar la siesta y cuando llega la hora de la cena, empieza la traca final. Los peñistas llenan el depósito para poder aguantar toda la noche y los visitantes de fuera van llegando a los Camps Elisis a medida que la fiesta se va animando. Sobre las doce y media de la noche, los grupos empiezan a recoger las mesas y a poner en marcha los altavoces y el Aplec se convierte en el epicentro catalán de la fiesta y el desenfreno.

A partir de las seis el alcohol empieza a hacer estragos y solo quedan de pie los que están enchufados a la música 'techno' y los que tienen la moral más alta

La afluencia de gente del sábado es bastante más alta que la del viernes. Hay más gente, más música, más ambiente y más alcohol. ¿El objetivo de la noche? Aguantar despiertos hasta las nueve, hora en que empieza el 'pasacalles', el último desfile que hacen los grupos domingo por la mañana como acto de clausura del Aplec. Pero si a la una se hace difícil caminar de tanta gente que hay, a partir de las seis el alcohol empieza a hacer estragos y solo quedan de pie los que están enchufados a la música 'techno' y los que tienen la moral más alta.

Tengo que confesar que yo nunca he aguantado hasta el 'pasacalles', pero a veces una retirada a tiempo es una victoria. Además, el Aplec es noche, fiesta y alcohol, pero pobre del que piense que es solo eso, porque las realidades de esta tradición son muchas, diferentes y de los más familiares.