Este domingo es el día de la mona – en Catalunya – y el día del conejo – en la cultura anglosajona –. Para los que no estáis al caso, el conejo de Pascua es el personaje mágico que visita a los niños de las familias y les deja cestos de huevos de chocolate pintados de colorines y otras golosinarías y pequeños regalos. Vendría a ser el Papá Noel de la primavera, vaya.

🍫 Cómo hacer huevos de Pascua de chocolate caseros con niños y que queden perfectos
 

Como las fronteras culturales se van diluyendo y los regalos gustan a todos los niños del mundo, este conejillo está presente cada vez más en nuestras regiones. Quizás todavía no es muy generoso y no nos trae muchas cosas, pero ya hace años que, en forma de chocolate, preside algunas monas de mantequilla acompañado de polluelos y plumas. Mi ahijado me preguntó por qué en su pastel había polluelos y conejos, pero no había ninguna mona si, precisamente, lo denominamos mona. Comprenderéis que ante preguntas tan complejas cambiara de tema y esquivara la respuesta. Hay niños que razonan más que toda una cultura.

Quizás todavía no es muy generoso y no nos trae muchas cosas, pero ya hace años que, en forma de chocolate, preside algunas monas de mantequilla acompañado de polluelos y plumas

Explican que el origen del mágico conejo generoso es pagano y lo que se celebra es el resurgimiento de la vida. No es casual que el símbolo de la fertilidad sea un conejo, todos sabemos que crían más que una coneja. El conejo es procreador por naturaleza y en nuestras latitudes se encuentra la mar de bien, no en balde, Hispania – el pretérito nombre de España – es una evolución del nombre fenicio I-Spn-ya, que significa Tierra de Conejos.

Pero tanta resurrección está haciendo antipático este travieso orejas largas. Los campesinos están hartos de que destrocen los campos, y los tiran sin compasión contra el Departament de Acció Climàtica. Ahora son una plaga. No es que procreen más que antes, es que ya no está permitido cazarlos y cada vez se comen menos.

Una plaga es el desequilibrio de la especie según el criterio de los humanos. Una plaga es exceso de individuos. Las especies están encantadas de ser muchos, así son más fuertes, pero a nosotros tantas orejas nos enoja. El exceso de individuos significa tener que repartirse los recursos, la comida, y el hambre hace perder el miedo al peligro y a meterse allí donde no eres bienvenido.

La cadena trófica es la economía circular perfecta: nos comemos unos a los otros y vamos equilibrando las especies. El problema no es de las soltadas conejas, el problema es que ya no comemos conejo... o ya no comamos tanto como antes.

La bajada del consumo es el resultado de la suma de varias causas. Precio por precio, el pollo atiborra más, tiene más rendimiento en el plato, es más habitual encontrarlo en las tiendas, es más cómodo de cocinar y es más común en todas las culturas. De hecho, los anglosajones no comen conejo porque, entre otras razones, es un animal simpático, dócil y, por lo tanto, no es raro que sea la mascota de la familia.

Somos muy influenciables a las costumbres de los americanos e ingleses, tanto que cada vez tenemos más conejos como mascota y los apriorismos culturales no permiten comer mascotas. En el "Libro del Coch" del Maestro Robert de Nola, escrito en el s. XV, encontramos maneras de cocinar gato. Era una carne apreciada y común en las mesas de los acomodados, pero desde que los gatos se llaman misha han desaparecido de las cazuelas. Y las mascotas no se comen porque dejan de ser animales: las humanizamos, tienen nombre, las vestimos, les compramos juguetes y les hacemos una página de Instagram. Comerse una mascota es comerse un miembro de la familia, es casi canibalismo.

La cultura tampoco nos permite comer plagas. Las asociamos a la suciedad y a la desesperación. Mal augurio para la cunicultura, porque los conejos responden actualmente a las dos condiciones: mascota y plaga.

Por cierto, el otro día vi una pareja de conejos en el parque, justo en medio de Barcelona. Decían que eran mascotas abandonadas cuando la familia se había cansado de cuidarlas. A todo esto, deseando que el conejillo de Pascua os traiga bastantes huevos de chocolate, me despido rápido porque tengo que ir a remover el conejo al chocolate que tengo en la cazuela.