Encontrar una buena paella en la Costa Brava durante los meses de verano se puede convertir en una tarea difícil si no sabes dónde vas. Con un poco de vista es relativamente sencillo salvar los muebles si lo que deseas es un corte de carne o un poco de pescado, en cualquier restaurante las ensaladas te saldrán por las orejas, así como los tártars, las croquetas, las anchoas o el jamón ibérico, pero si lo que te apetece es un buen arroz porque estás cansado de cocinas aburridas y repetitivas te deseo suerte y que los dioses te acompañen.
Recuerdo el antológico arroz de montaña de Cal Butxaca de Castellbó que nos zampábamos el sábado de Fiesta Mayor con toda la familia, el de la Era del Julià en Arcabell cocinado con gas, pero acabado al horno de leña y también la paella multitudinaria que cocinaba Carlos y Alain para todo el pueblo, en la Bretaña, cada quince de agosto; los tres arroces estan cocinados con fuego de leña. Pues bien, un arroz que recordaré por mucho tiempo es el que hemos probado estos días en el restaurante Soca-rel de Jordi Garrido en Llofriu.
Jordi nació en Xàtiva y después de estudiar en la Escuela de Hostelería de Castellón y en la Joviat de Manresa, trabajó en cocinas tan prestigiosas como la de Martín Berasategui o del Neichel, y abrió más tarde el Portal Fosc en Xàtiva y combinó su pasión por la cocina con el trabajo de presentador en el programa "Cartes en Joc" de la televisión valenciana. Entre los premios más sonados, Jordi ha sido finalista revelación en el Madrid Fusión y mejor cocinero revelación de la Comunidad Valenciana. Actualmente, Jordi nos deleita todo el año en el Soca-rel, ofreciéndonos su cocina de barraca, según reza su cuenta de Instagram, donde las paellas y los arroces cocinados con fuego de sarmientos son los protagonistas indiscutibles de la carta.
Llegamos al Soca-rel con un sol de mil demonios, estamos a treinta y tres grados, es una finca muy cerca de Llofriu rodeada de árboles donde una gran terraza con parasoles y ventiladores te dan la bienvenida, el espacio es agradable y el ambiente, de barraca, veo un par de barras desde donde coordinan todo el festival, sala y cocina, domando el fuego, Joey Allas sudando como un pollo y soplador en mano avivando los sarmientos encima de los cuales lucen cinco sartenes bien lustrosas cociendo algo, dedicándoles una atención constante, mientras otros fuera del fuego esperan su turno. Si en la terraza hace calor, delante del fuego es un infierno, pero ellos como si nada, con una precisión matemática, van llenando sartenes con diferentes ingredientes, cocinándolas y retirándolas en no más de quince minutos, es un no parar digno de ver.
Vaciamos unas cervezas y pedimos otras porque la canícula aprieta de lo lindo. Pedimos unos primeros fresquitos, una ensalada de tomate de Llofriu, que encontramos excepcional, también un Bacalao esqueixat, verduras de temporada al caliu, escarola y dos romescos y una Ensaladilla rusa al estilo de Alicante de sepia con mayonesa cítrica.
Llenamos (y vaciamos) las copas con un Albariño de las Rías Bajas de nombre Desconcierto, es un vino excelente, fresco y suave pero potente en boca.
Es el turno de El arroz de pescado de roca con sepia, calamar, y gamba roja, hay cuórum en la mesa en que estamos ante una verdadera obra de arte, poca cosa más os puedo añadir, igual que la Paella valenciana con conejo, pollo, caracoles, judía verde y garrofa, la perfección de la técnica ancestral del dominio del fuego va de la mano con el producto, ofreciendo así una de las mejores paellas que he probado nunca.
Si Josep Pla se levantara de la tumba en Llofriu donde está enterrado y se acercara al Soca-rel a probar la paella quizás no se preguntaría como hizo en su libro El que hem menjat : "¿Es que alguien ha comido nunca —excluyendo, claro está, las casas particulares, naturalmente inaccesibles— una paella realmente redondeada y acabada, fuera de los límites del antiguo Reino de Valencia?"
Los postres son deliciosos, un Cheesecake de té matcha con requesón, unos Frutos del bosque, helado de frambuesas, miel y requesón, pero especialmente el Xuixo de crema hecho en casa a la brasa con helado.
Nos despedimos de Jordi y de su equipo y nos marchamos contentos de haber descubierto este lugar en medio de la Costa Brava donde cocinan algo tan sencillo y al mismo tiempo tan difícil como una paella. Hasta la próxima.