La invasión de propuestas internacionales varias en el mundo de la gastronomía está poniendo en peligro el modelo de los restaurantes y bares de toda la vida con ofertas de buena cocina casera a un precio justo. Lo que vendría a ser el menú del mediodía tiene los días contados y, como consecuencia, es evidente que peligra también nuestra identidad. Si a ello le sumamos las ofertas de menú del día merdosas que puedes comprar en cualquier supermercado de la ciudad por cuatro chavos, veremos con claridad meridiana que las perspectivas de futuro de los bares Manolo no son optimistas.

Entrada Cal Toni / Foto: Víctor Antich

Hoy, para rendir homenaje a los locales de toda la vida, también conocidos como Bar Manolo o Bar Pepe, me acerco al barrio de Sant Antoni, a la parte baja, la que está tocando al Paral·lel, donde tengo mesa reservada en el bar Cal Toni, un pequeño local de toda la vida regentado desde los años noventa por Toni, junto con su pareja y su hijo.

Carta de Cal Toni / Foto: Víctor Antich

Una vez dentro del local, me sientan en la única mesa libre, que está justo enfrente de la puerta de entrada, delante de la tele con las noticias y al lado de las máquinas tragaperras, que, por suerte, en ese momento están libres. Sobre la mesa encuentro un papel de libreta cuadriculado donde están escritos, con una caligrafía envidiable, los platos que ofrecen hoy. Cuesta decidirse, todo es cocina tradicional. De primeros tienen el arroz a la cubana, la ensalada del tiempo, los entremeses y el estofado de ternera.

Estofado de ternera. Cal Toni / Foto: Víctor Antich

El fresco que entra cada vez que alguien abre la puerta me está crispando los nervios, pero la tontería se me pasa cuando pruebo el estofado de ternera, bien caliente, que reaviva el corazón y el alma en un santiamén. Hay que decir que el estofado de ternera es un plato que antes lo encontrabas en todas las casas de comidas y que tiene su origen documentado en el siglo XV. Pero hoy en día tienes que remover cielo y tierra para encontrar uno que esté bueno, tierno y sabroso.
Toni me cuenta que él y su mujer, Rosario, cogieron el bar en el año 1989, que ya existía como Bar La Murciana. Al principio, ella cocinaba y él atendía a la clientela, pero con los años, Toni hijo se sube al carro y los tres tiran de él, ayudados al mediodía por Patricia. En esa época, no hacían comidas de mediodía, solo tenían tapas y bocadillos, pero ellos incorporaron los platos de toda la vida a la hora de comer, sin renunciar a los buenos desayunos de tenedor y a los bocadillos.

Toni, con su gran don de gentes —siempre risueño— y sus platos exquisitos, logra que la clientela, la mayoría del barrio, le sea fiel llenándole el local, donde se respira un ambiente familiar

Con su gran don de gentes —siempre risueño— y sus platos exquisitos, logra que la clientela, la mayoría del barrio, le sea fiel llenándole el local, donde se respira un ambiente familiar. Como ejemplo, los trabajadores de La Favorita, de la calle Sepúlveda, que son clientes suyos desde que abrió, porque él llegó al barrio con catorce años, cuando todavía llevaba pantalones cortos, me comenta sonriente.

Redondo de ternera. Cal Toni / Foto: Víctor Antich

En cuanto al segundo plato, me pido un redondo de ternera con champiñones que está para mojar pan, entre platos tan suculentos como el codillo al horno, la lubina fresca a la plancha, el solomillo de cerdo a la pimienta o las costillas de cordero con alioli. Y, como no puede ser de otra manera, cierro la comida con una tarta de Santiago.

Tarta de Santiago. Cal Toni / Foto: Víctor Antich


Además, Cal Toni cuenta con la terraza más soleada del barrio. Fíjate que con el frío que hace hoy, está llena de trabajadores de la zona. Algunos son pintores, con la ropa sucia de pintura por todas partes, otros son funcionarios, con su acreditación colgando, y el resto jóvenes zampando como fieras alguna de las propuestas del día. Pon un Cal Toni en tu vida y sé feliz para siempre.