En el barrio de Sants, en el pequeño pasaje de Serra i Arola, encontramos la bodega más conocida del barrio gracias a sus bocadillos transgresores, sus cazoletas y su buen rollo. Para situarnos, la pareja formada por Marc y Raquel, y un amigo en común, Alberto de @EnOcasionesVeoBares, empiezan a encargarse de la bodega Montferry en el año 2013, entonces La Montferry estaba en Can Mantega. Hay que explicar que antiguamente había Bodegues Montferry en muchos barrios de la ciudad, dado que el negocio era una franquicia de un tal Pere Virgili, originario de Montferri, en el Alt Camp, en las que daba trabajo a vecinos de su pueblo y así distribuía el vino de su comarca.
El año 2022 el propietario del edificio donde estaba la bodega en Can Mantega los echó del local para derribarlo y construir nuevas viviendas, lo cual obligó a Marc y familia a hacer las maletas y trasladarse donde había estado el antiguo bar de menús La Montañesa; eso sí, sin moverse del barrio y manteniendo el espíritu de bodega que les corre por las venas. Cabe decir que La Montañesa antes ya había sido bodega, por lo tanto, no solo mantenían el negocio, sino que recuperaban también el ambiente y el espíritu de bodega de épocas anteriores, de cuando, por suerte, teníamos bodegas en cada esquina.
Hecho el cambio de local, la antigua puerta de la nevera centenaria que habitaba en la Montferry original cuelga ahora de la pared de la nueva Montferry, también conservan las antiguas botas llenas de vino del Priorat, del Penedès o el Gandesa de la Terra Alta, para seguir haciendo las delicias de los clientes.
Quiero comer alguna cosa, ahora le llaman brunch, y no me lo pienso mucho, escojo las manitas de cerdo con alioli, también pido un vaso de vino del Priorat, no sea dicho. Es media mañana y el espacio está lleno, Marc me comenta que la hora de los desayunos es la más concurrida, pero que también triunfan mucho a la hora de comida; por la noche, en cambio, solamente abren los jueves y viernes. La Montferry es refugio de vecinos del barrio de todas las generaciones, pero también de clientes de otros lugares que se acercan expresamente para saborear los gloriosos bocadillos, incluso, algún turista despistado. Así, puedes encontrar juventud zampando y de juerga, trabajadores de la zona desayunando, pero también una yaya tomando un café o una pareja con niños charlando... La lista de parroquianos es larga y por aquí pasa todo dios a lo largo del día.
Me pongo manos a la obra antes que lleguen las manitas de cerdo con alioli y me lleno el vaso de priorat del porrón bajo la atenta mirada del camarero que tararea una canción de La Banda Trapera del Río, la antológica banda de Cornellà de los años setenta, que está sonando a todo trapo.
Raquel y Marc ofrecen cada mañana un bocadillo del día al precio de cuatro euros, que anuncian en sus redes sociales para que la parroquia esté enterada. La lista de bocadillos de la Montferry es interminable: tienen el bocadillo de butifarra moruna con patatas chip, el de atún con crema de pimiento del piquillo y cebolla envinagrada, el de jamón con queso de cabra y tomate seco o el de mortadela con ricotta y pesto rojo de anacardos, entre muchos otros. Aun así, los más demandados son el de mollete de fricandó o de capipota y el bikini de jamón canario y queso con aceite de orégano y romero.
Si hablamos de las tortillas, son una locura y las tienen para todos los gustos (con cebolla y sin), como la de patata y cebolla con brandada de bacalao y crema de pimiento del piquillo, la tortilla de patata con morcillas o la clásica de la bodega de patata y cebolla rellena con crema de sobrasada y queso.
Y si lo que quieres es mojar pan, como lo estoy haciendo yo con las manitas de cerdo, tienen sus cazoletas, que no puedes dejar de probar, como la de capipota y callos, el fricandó, las albóndigas con calamar o la oreja con garbanzos.
La bodega Montferry, con sus peculiares bocadillos, sus tortillas o las cazoletas, desafía a los paladares más exigentes haciéndonos disfrutar de la vida entre vasos de priorat. ¡No hace falta que corras, que ya llegas tarde!