Hoy nos acercamos al Pla d'Urgell, al restaurante La Boscana del chef Joel Castanyé, donde tenemos previsto probar su menú de primavera. Circulamos por la comarcal que pasa por Bellvís y bordeamos la finca antes de adentrarnos por una gran puerta en La Boscana; nada más cruzarla, sale a recibirnos Albert, el maître. Aparcamos en la sombra bajo los chopos, cerca de la piscina. Albert nos comenta que la finca tiene más de seis hectáreas en las que podemos encontrar los jardines, el restaurante gastronómico y el de acontecimientos y el huerto con sus árboles frutales, donde producen casi todo lo que necesitan. Joel creció entre los fogones del restaurante familiar Resquitx en Mollerussa, estudió en la Escola d’Hoteleria i Turisme de Lleida y de Sant Pol de Mar, trabajó en restaurantes como el Neichel y el Bulli, entre otros, antes de decidir abrir junto con su familia La Boscana, primero como espacio para celebraciones y banquetes, pero poco después también como restaurante gastronómico, que en 2016 ya recibió la primera estrella Michelin y poco después dos soles Repsol.
Nos ofrecen unos snacks en el jardín, el lugar es idílico. Probamos una sidra hecha de manzana Golden y un milhojas de manzana Granny Smith, laminada y cocinada para que quede más crujiente, combinada con queso del Montsec y eneldo. De repente, aparece Joel y nos da la bienvenida, enseguida encontramos amigos comunes y reímos un rato, los de pueblo muy pronto conectamos entre nosotros. Nos informa, como quien no quiere la cosa, de que el 65% de lo que comeremos será fruta del territorio y se va corriendo hacia la cocina, que tiene trabajo. Continuamos con la burrata de almendra, sobrasada artesana, pan con tomate y un cóctel de pera muy refrescante.
Maria Àngels nos presenta el plato conceptual: el embutido de fruta
Entramos en el restaurante y nos prepara la mesa Maria Àngels Chiriboga, jefe de sala y mujer de Joel. El comedor es muy amplio y dispone de ocho mesas estratégicamente situadas para respetar la privacidad, desde las cuales podemos observar el jardín, ya que las paredes son de cristal, un privilegio. Empezamos con su embutido, M. Àngels nos comenta: "Con esta intención de transportar la fruta al mundo salado, hemos hecho este plato un poco conceptual: nuestro primer embutido de fruta. Con la semejanza hemos conseguido mucho, hemos deshidratado los caquis y los hemos troceado, añadido sal y pimienta, metido en un intestino de cerdo y después, en una cámara de maduración con otros embutidos, pero este sin carne". Si no me lo dicen, puedo pensar que estoy comiendo un trozo de longaniza. Acompañamos el embutido de fruta con un jerez amontillado Fernando de Castilla.
Probamos los pepinos de mar al natural envueltos con una finísima papada de cerdo; también la berenjena al carbón, hecha a la brasa acompañada con tempura de calamar. Lo regamos todo con un Corpinnat, Sabaté i Coca reserva familiar, muy adecuado. Entre platos, probamos el aceite Camins de Verdor, orgánico, con un pan de masa madre que compran en un horno centenario de leña de un pueblo próximo.
Un vino blanco que difícilmente olvidarás
Hacemos país y nos abren un vino blanco DO Costers del Segre, La pell, de la bodega La gravera, hecho de unas viñas centenarias prefiloxéricas plantadas en 1889 y donde nacen más de veinte variedades ancestrales. Un muy buen trabajo de la bodega, que trata de encontrar en el pasado el secreto para crear los vinos del futuro, frágiles y delicados; un vino impecable. Seguimos con los espárragos blancos en texturas: el tallo del espárrago lo pasan de cocción con una salsa holandesa, pero con aceite en vez de mantequilla; la punta, que normalmente es más tierna, está hecha al punto con una salsita de miso. Brindamos, la ocasión lo merece.
Continuamos con el cóctel de gambas, es su interpretación de un clásico de los años sesenta. Joel y sus hermanos se habían hecho un hartón de preparar cócteles de gambas, entonces, dijeron: "Recuperemos este plato, pero le damos un toque diferente", y aquí tenemos gamba fresca, la base es una salsa rosa, pero en este caso le han incorporado un toque especial y la cabeza de la gamba la disponen aparte para chupar. Nos sorprende el curri de naranja sanguina. Estamos acostumbrados a probar el curri con carne, cordero o pollo, nos comenta la M. Àngels; ellos lo llevan a la fruta, en este caso, a la naranja sanguina acompañada con yogur y cacahuete.
Abrimos un vino tinto, el Thalarn del Castell d'Encús, otro DO Costers del Segre, cómo no. La primera vez que probé este vino fue en el Paller del Coc, quizás el mejor syrah del país. Nos llega la tartaleta de cerdo y manzana Lleida acompañada de una salsa de raifort, rábano japonés; también el dúo de trucha de río y el cuello de pollo, deshuesado y con una crema de foie acompañando la base con un puré de apionabo y una salsita de cuello del pollo un poco amontillada y piel de pollo crujiente, al lado en este caso del pepino con una jalea de confitados en su interior. Este último plato es uno de los preferidos de Joel, es un homenaje a su abuela, que lo preparaba estupendamente.
Las albóndigas de pichón que te harán llorar
Cerramos con el festival de pichón: primero, la pechuga marcada a la plancha por los dos lados y cruda por el medio, la acompañaremos con un puré de coliflor y salsa hecha con los mismos huesos del pichón, y, segundo, las albóndigas de pichón con colmenilla, están para llorar.
Los postres nos vuelven a sorprender, la manzana fresca y la secuencia de naranja en tres partes: piel y pesto, albedo y café, y pulpa y avellana; es increíble lo que prepara el chef con una naranja.
El café con una coca de anís lo tomamos en el jardín, en la mesa instalada estratégicamente delante del pequeño lago donde nadan los patos. Nos despedimos muy contentos de Joel y M. Àngels, sin embargo, de repente, veo que desfila todo el equipo hacia el jardín, Joel ha parado máquinas para que les pueda hacer una foto, qué puto crac.
La Boscana es sin duda el mejor restaurante de Lleida. Joel te deleita con una cocina de territorio donde la fruta es la protagonista, sus elaboraciones te hacen soñar y abren la puerta a imaginar una cocina diferente donde el producto, el territorio y la técnica, pero también la pasión y el amor, van de la mano. Al mismo nivel nos encontramos el servicio de sala. De la bodega, mejor no hablar y así la venís a probar vosotros mismos, no os arrepentiréis.