Llega el buen tiempo, el calor y los días se alargan, apetece mucho aprovechar el día bajo el sol. Una buena opción es acercarse a cualquier lugar de la costa catalana a pisar el agua y, por qué no, comer un buen arroz o un pescado a la brasa bajo el sol con un vino bien fresquito. Una opción siempre estimulante por aquello de salir de Barcelona, pero sobre todo cómoda, es acercarse al Maresme, situado a pocos kilómetros de la ciudad. Así como quién no quiere la cosa, nos dirigimos al restaurante Bocamar ubicado en el puerto marítimo de Premià de Mar, bautizado no sé por qué como Marina Port de Premià. Antes, sin embargo, damos un paseo por la playa de Llevant y nos acercamos a la arena a remojarnos los pies en el agua para hacer un poco de hambre. Llegamos al restaurante Bocamar y, claramente, apostamos por la terraza, desde donde vemos los barcos atracados, un lugar muy agradable y tranquilo.
Jaume, el camarero, nos llena las copas de un albariño de las Rías Baixas, de nombre Quinta de Couselo, que aparca después dentro de un ánfora llena de hielo al lado de la mesa. Hacemos el primer brindis del día mientras observamos la bandeja que nos muestran en la mesa llena de pescado, con un pez de San Pedro, unas lubinas, doradas, un cabracho que deslumbra y que, por cierto, es el emblema de la casa.
Después de ver el pescado moviendo la cola, se nos hace difícil pedir el arroz, y hacemos caso a Jaume y nos decidimos por el pez de San Pedro, que nos cocinarán a la brasa con unas patatas y unos puerros.
Empezamos con una ensalada de tomate a la brasa con mayonesa de soja y kimchi, ventresca de atún y picatostes que está exquisita. Limpiamos el plato mojando el pan que llevan de Folgueroles, un pequeño pueblo de la comarca de Osona. Llegan unas almejas con agua de Lourdes y perejil; dejadme que os diga que el agua de Lourdes no es porque se produzca ningún milagro, las almejas son un milagro en sí mismas y el agua les va de perlas, porque es un condimento a base de diferentes cítricos.
Continuamos con el pez de San Pedro hecho a la brasa. Es un pescado común en las costas catalanas muy apreciado por su carne —eso sí, feo como un pecado—, en este caso viene de la lonja de Arenys. Lo han cocinado, como digo, a la brasa, en el Josper, separadamente, el cuerpo por un lado y la cabeza rebozada con harina de galleta por otro, y añaden unas patatas y puerros hechos también a la brasa. Recuerdo mi primera visita ya hace muchos años en el restaurante Elkano de Getaria, cuando Pedro Aitor Arregi nos sirvió el rodaballo en la mesa, separando las espinas centrales y laterales con aquella delicadeza que lo caracteriza y las dejó en la bandeja diciendo: "Esto es lo más sabroso del rodaballo, no os olvidéis de chuparlas". Pues eso mismo, el gallo está buenísimo, pero las espinas y la cabeza son excepcionales.
Cerramos con un pastel crujiente de manzana con helado de manzana al horno y un coulant de chocolate homenaje a Michel Bras, el chef francés multiestrellado y su creador.
Me despido de Jaume y entro a felicitar a Uri Balaguer, el segundo de cocina, y su equipo, dado que el chef Oscar Prieto hoy no está. Da gusto una cocina así y un equipo tan joven. El Bocamar es un buen lugar para probar el mejor pescado de las lonjas de Arenys de Mar, Roses o del Cantábrico y la mejor carne, pero también un buen arroz cerca del mar.