Bajo el eslogan 'Corremos por un sueño', el equipo de Dream Runners organiza y promueve anualmente una serie de carreras y actividades paralelas con un claro objetivo: fusionar running, fundraising (o captación de fondos) y solidaridad. El pasado 15 de agosto, un total de 1600 deportistas de todas las edades hicieron posible la carrera solidaria Dream Runners Puigcerdà, lo cual permitió recaudar un total de 1.500 euros que se destinarán, a través de la fundación IPI-COOPERACIÓ, una ONG creada el año 2000 muy focalizada en la infancia y en el ámbito de la salud y la educación, a un proyecto solidario a costa de Ivori. Según leo a su web, a lo largo de las 40 carreras organizadas se han recaudado 943.500 euros que han servido para atender un total de 96 causas solidarias en países como Bolivia, Etiopía o Vietnam.
Y, entre sus padrinos y padrinos, hay deportistas de la talla de Kilian Jornet o Núria Picas, así como otros personajes tales como Jordi Évole o en Buenafuente. Así pues, no se trata de un casal de barrio con ganas de cambiar el mundo, sino de un auténtico dispositivo capaz de remover conciencias y convertirse en un motor de cambio para aquellos y aquellas que verdaderamente lo necesitan. Sin embargo, a la vez que me quito el sombrero, permitidme decirles el siguiente: ¿cómo habéis podido mear tan fuera de tiesto y regalar tres paquetes de Filipinos, dos de Phoskitos y una de galletas Cuétara (junto con un caldo Aneto, todo sea dicho), a cada uno de los participantes, niños y niñas incluidos?
Imagino que a algún iluminado o iluminada, talmente como se envían excedentes industriales al Banco de los Alimentos, se le ha ocurrido regalarlo a una iniciativa deportiva y solidaria
Sobre el asunto, una comercial del sector de la alimentación me advierte: "Probablemente, se trate de alimentos a punto de caducar o de alcanzar su fecha de consumo preferente que algún supermercado haya devuelto por una política interna de no aceptar ninguna mercancía con menos de dos tercios de su vida útil. Ya que no es habitual regalar una cantidad como esta de productos". Después de revisarlo, efectivamente es así. La metralla ultraprocesada, abarrotada de azúcares refinados y aromas industriales, aunque con sus propiedades intactas, ha entrado en la UCI. Y delante de eso imagino que a algún iluminado o iluminada, talmente como se envían excedentes industriales al Banco de los Alimentos (eso sí, con descuentos fiscales para la empresa), se le ha ocurrido regalarlo a una iniciativa deportiva y solidaria "focalizada en el ámbito de la salud y la educación".
Qué genialidad. No obstante, la cosa no queda aquí. Dado que, si en la camiseta que han regalado a los y a las participantes aparece el logotipo de la Cooperativa Cadí (lo cual me parece razonable a la luz de un acontecimiento organizado en la Cerdanya), en las vallas adyacentes a la línea de meta de la carrera y aparece publicidad de Filipinos. Lo cual, inevitablemente, nos conduce a la siguiente declaración: todo debe ser fruto de una campaña de marketing más o menos orquestada desde Adán Foods, el grupo propietario de las susodichas galletas y otras marcas como Dinosaurus, Chiquilín o Camprodón, así como de la miel Granja San Francisco o del pan de molde Panrico.
Porque no se trata de equilibrar un plátano con un paquete de Filipinos, sino de equilibrarlo con un trozo de queso o un trozo de pescado
Delante de este escenario hay que preguntarse qué ha fallado. ¿En un contexto de emergencia alimentaria donde el sedentarismo y el consumo de productos ultraprocesados ricos en azúcares refinados ha disparado la obesidad, sobre todo la infantil -según la Encuesta de Salud de Catalunya 2022 el 40,4% de los menores de entre 6 y 12 años tienen sobrepeso u obesidad-, tan difícil resultaría generar espacios, aunque simbólicos, sin este tipo de alimentos? A diferencia de la emergencia climática, donde los lobbies e intereses mundiales en torno al petróleo nos brindan un margen muy limitado para actuar a título individual, con relación a los alimentos procesados sí que podemos girar la tortilla y eliminarlos casi completamente de nuestras vidas.
Porque no se trata de equilibrar un plátano o una naranja con un paquete de Filipinos, sino de equilibrar la naranja con un trozo de queso, o el plátano con un trozo de pescado o con cualquier alimento natural que no tenga azúcares refinados añadidos. Cuando seamos capaces de parar y revertir la tendencia a la obesidad que se ha instalado en Catalunya y en España, entonces podremos dialogar sobre el tipo de alimentación que realmente nos conviene; que no es otra que aquella reducida con carbohidratos, con todos los matices que queráis. Sin embargo, mientras tanto, tengamos los ojos bien abiertos y no nos mordamos la lengua a la hora de denunciar cualquier agresión en contra nosotros y más todavía contra la salud de nuestros hijos e hijas. Dicho todo eso, queridos Dream Runners, felicidades por el trabajo hecho, que no es poco.