Anserall es un pequeño pueblo de los Pirineos que pertenece al municipio de Les Valls de Valira, en la comarca del Alt Urgell. Situado en la orilla derecha del río la Valira, concretamente entre la Seu d'Urgell y Andorra, ha sido durante 27 años destino gastronómico de primer nivel en la comarca gracias al restaurante Hostal Vell, o Ca la Jana, como muchos otros lo conocíamos.
Para situarnos, el Hostal Vell abrió sus puertas en 1998 de la mano de Jana Vilanova, hija de Anserall. Desde entonces nos ha ofrecido una cocina tradicional catalana y de montaña, hecha con productos de proximidad y de temporada, que ha ido afinando con el tiempo hasta llegar casi a la excelencia. La situación del restaurante cabe decir que también ha contribuido a su éxito todos estos años, porque en invierno son muchos los esquiadores que paraban allí al subir o bajar de Andorra, y en verano, muchos visitantes y excursionistas que se acercaban al Principado aprovechaban para comer allí por el camino. Aparte, claro está, de los clientes de la zona.

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Comedor del Hostal Vell / Foto: Toni Colom

Pues bien, hace unas semanas que nos enteramos de que Jana tenía intención de cerrar el local, y no nos faltó tiempo para concretar una fecha para celebrarlo. Así, antes de Fin de Año, concretamente el 20 de diciembre, nos reunimos una serie de amigos, lo mejor de cada casa, ya os lo podéis imaginar, para rendir homenaje a Jana y a su cocina, que tanto nos ha hecho disfrutar en los últimos años.

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Garbanzos con bacalao / Foto: Hostal Vell

El comedor da gusto verlo; como digo, las mesas están repletas de amigos y conocidos, se respira un ambiente festivo. Así, de entrada, empiezan a desfilar por el comedor los entrantes más representativos de la casa, como el carpaccio de ternera, la ensalada con huevo poché o la cazoleta de puerros, que no es otra cosa que la versión personal de la famosa quiche lorraine. No me olvido de los garbanzos con bacalao, que están buenísimos, con los que recuperaba una antigua receta familiar y que era uno de los platos más solicitados por la clientela.

Situado en la orilla derecha del río la Valira, ha sido durante 27 años destino gastronómico de primer nivel en la comarca gracias al restaurante Hostal Vell, o Ca la Jana, como muchos otros lo conocíamos

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Comedor del Hostal Vell / Foto: Toni Colom

El sarao se va animando y los brindis se suceden ininterrumpidamente. La parroquia no pierde el tiempo: tan pronto son Andreu, Miquel y compañía quienes alzan la copa invitando al resto del comedor a unirse al brindis, como los del grupo de los Martí Bordes, que sin dejar de abrir botellas van llenando los vasos medio vacíos para hacer otro. Nosotros, sin embargo, no nos quedamos atrás y secuestramos a la anfitriona siempre que podemos y se deja para hacerla partícipe de los brindis en su honor.
En medio de este bullicio llegan los platos principales y la gente se abalanza sin miramientos sobre las albóndigas con sepia, el conejo en escabeche y la costilla a baja temperatura. Hay que decir que en la carta del Hostal Vell no ha faltado nunca un buen arroz de montaña, de conejo con setas o de bacalao; un rabo de buey, que cocinaba como nadie, o las manitas de cerdo estofadas y las carrilleras al horno, que eran una maravilla.

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Conejo en escabeche / Foto: Hostal Vell

El requesón con miel y el flan con nata de la cooperativa del Cadí cumplen los deseos más dulces de los asistentes mientras los brindis continúan y la música también. Antes de despedirnos, le pregunto a Jana si ya tiene asumido eso de cerrar el restaurante, y me responde que todavía no es consciente, que mañana ya se lo encontrará. Se la ve satisfecha de la decisión tomada.
Nos marchamos del Hostal Vell después del último servicio sin mirar atrás, observando los campos helados que rodean el pueblo bajo una luna escandalosamente llena mientras suenan unos cencerros muy lejos, muy lejos.