Seguimos atentos a los hechos políticos que van teniendo lugar en el nuevo continente. Kamala Harris, vicepresidenta de los EE.UU., nos sorprendía hace escasas semanas con la elección del gobernador de Minnesota, Tim Walz, como su socio de gobierno. La decisión de la californiana es todo un reflejo de su estrategia para fortalecer su posición en determinados Estados clave de cara a las próximas elecciones presidenciales de noviembre. El tándem se complementa de manera significativa.
Por una parte, Harris aporta una experiencia más global en el ámbito nacional, una visión progresista y una gran capacidad para conectar con comunidades muy diversas. Como mujer negra y vicepresidenta, se conoce por su bagaje en políticas de igualdad, justicia social y derechos civiles. Su experiencia como fiscal general de California le proporciona un conocimiento profundo en temas legales y de seguridad pública. Por otra parte, Tim Walz es conocido por su pragmatismo a la hora de abordar problemas complejos. Además, ofrece una comprensión profunda de los desafíos regionales y una capacidad para implementar políticas efectivas en lo que concierne a los estados. Él permite a Harris acercarse a la Norteamérica más rural y recuperar los valores tradicionales a los cuales tanto apelan los Republicanos.
Recordamos que estamos en la Gourmeteria y hemos venido a hablar de comida y no de política, pero en este caso van de la mano. Por eso queremos reflexionar sobre una propuesta del dúo que comportaría cambios importantes en los menús de las escuelas públicas del país en caso de que ganen las próximas elecciones. Es más, estas proposiciones de ley pueden llegar a influir en la salud de millones de niños que comen cada día en las escuelas de los Estados Unidos.
Después de escuchar la voz de los americanos, y teniendo en cuenta las recomendaciones de la Guía Nutricional Americana, el secretario de Agricultura, Tom Vilsak, anunció el pasado mes de abril que gradualmente se irían implementando cambios nutricionales en las comidas escolares, empezando por reducir la cantidad de azúcar, entre otros. Según el Departamento de Agricultura, cada día se sirven cerca de 30 millones de comidas (desayunos y comidas) en las escuelas públicas americanas, hecho que impacta directamente en los hábitos y la salud de los menores.
¿Qué pasaría si además de mejorar la calidad nutricional de los alimentos servidos en las escuelas fueran totalmente gratuitos?
El termómetro de la salud de los pequeños y adolescentes del país puede mejorar considerablemente si se adoptan los cambios propuestos por el gobierno demócrata. He ahí las claves del cambio:
- Limitación de los azúcares añadidos, sobre todo en ingredientes que forman parte de los desayunos.
- Las escuelas podrán seguir ofreciendo leche, y leche de sabores, pero se limitará la cantidad de azúcar que pueden llevar.
- Reducción de las cantidades de sodio.
- Las escuelas podrán seguir ofreciendo cereales integrales, en todos los formatos, adaptándose en cada caso a las preferencias de gusto y cultura.
- Cambio de preferencias en los productos del desayuno, introducción de alimentos ricos en proteínas, yogur, tofu, huevos, semillas... Y la eliminación de alimentos menos dulces.
- Promocionar el consumo de productos locales y la sostenibilidad.
En resumen, un aumento de la ingesta de frutas, verduras, pescado, cereales integrales, proteínas magras, y lácticos bajos en grasas, y una disminución de la ingesta de azúcar, sodio y grasas, incluidos, los saturados. No olvidemos que la comida rápida es invención de los norteamericanos: hamburguesas con queso de 400 calorías, pizzas, pollo frito o patatas fritas.
¿Qué pasaría si además de mejorar la calidad nutricional de los alimentos servidos en las escuelas fueran totalmente gratuitos? Un estudio publicado por JAMA Network Open y llevado a cabo por la Universidad de Tejas A & M concluye que si así fuera, habría muchos menos casos de obesidad y mejoraría la asistencia en la escuela. El estudio recoge los datos de once mil escuelas americanas donde se entregaron desayunos y comidas gratuitas por todos los estudiantes (desde 4 hasta 11 años). Los Tejanos aseguran que durante el estudio hubo:
- Un incremento de participación en las comidas del comedor escolar.
- Un índice de asistencia a la escuela más elevado (alumnos que forman parte de familias en riesgo de pobreza aseguran dos comidas diariamente para sus hijos).
- Una disminución de la obesidad importante, hecho que evidencia que muchos alumnos pasaron a consumir menos productos de las máquinas dispensadoras, provenientes de casa, o del hecho de poder escoger "a la carta" los alimentos que ellos quisieran (pizza, hamburguesa, bocadillos...).
- Incluso entre los niños que pertenecían a familias ricas, disminuía el índice de obesidad. Los alimentos que ofrecía la escuela eran más sanos que aquellos que normalmente llevaban de casa o escogían de "la carta".
Hay que decir que el actual elegido socio de gobierno de Harris, Tim Walz, es también un firme defensor de las comidas escolares gratuitas. Parece, pues, que si los demócratas ganan las elecciones, el país mejorará no solo la salud de los niños, también los hábitos alimentarios de las próximas generaciones. Si no las ganan, en la Casa Blanca se volverán a servir hamburguesas grasientas y en las escuelas también, utilizando el lema Make America Great Again, toda una falacia si hablamos de la salud de los jóvenes americanos. En los últimos 30 años, la tasa de obesidad se ha multiplicado por dos en la mayoría de Estados y, por ahora, solo encontramos cierta disminución entre las clases más favorecidas económicamente. Toca, pues, girar el timón. Queda poco para el 5 de noviembre.