Sí, quería escribir de cheesecakes, de espaguetis a la carbonara o de smash burguers. Cosas fáciles de las cuales gusta leer, que desengrasan (no desde el punto nutricional, está claro) sino de la cantidad de artículos de queja y de reivindicación de que nos agobian día tras día. Quería escribir textos fáciles de digerir, que ayudan a olvidar las desazones y que te clavan en el sofá procrastinando la ida en el gimnasio rascándote la panza.

Pero la actualidad siempre destempla la bondad y me obliga a servir platos más duros de corroer, pero que, de ninguna manera, puedo en absoluto obviar. Hoy tengo la posibilidad y la responsabilidad de recordar a todos aquellos que han preferido estirarse panza arriba en la playa, en lugar de ir a votar, que se pongan bastante crema, que este sol que cada día quema más los asará más que a un pollo al ast. Tengo la posibilidad y la responsabilidad de recordar a estos pollos en vías de asado que hay elecciones europeas.

Nos jugamos mucho y podemos perderlo todo porque la amenaza de victoria de las extremas derechas es bien real. Y entre las múltiples propuestas que rellenan sus programas electorales hay la de revertir parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se acordaron en París en el 2019 a raíz de la emergencia climática negada por los partidos radicales de derechas. Se ha dicho mil veces, pero mil veces no me cansaré de repetirlo: el planeta, balsa, se regenerará tan pronto como los humanos nos extinguimos. El sistema alimentario es uno de los principales causantes del cambio climático, pero, al mismo tiempo, es la principal solución. Nos lo han intentado explicar a los campesinos que han plantado los tractores en ciudad para acordarnos de que está en el Parlamento Europeo donde se legisla la PAC, la Política Agraria Común.

"Uf, qué puedo hacer yo, bastante trabajo tengo a pagar el alquiler. Ya se lo harán, los campesinos" dirán mientras ponen el dedo gordo al mar para decidir si el agua es basta caliente para echarse de cap. De entrada ponte las chancletas y las bermudas y vete a llenar el sobre que introducirás en la urna. Así quizás podrás seguir pagando el alquiler y te podrás echar al mar con garantías de no salir escaldado como un bogavante. Y después, mira dentro de tu capazo donde puedes encontrar uno de los remedios a la confusión económica, social y medioambiental. Aquel dicho tan gastado del "comprar barato nos sale muy caro" es bien cierto.

El sistema alimentario es uno de los principales causantes del cambio climático, pero, al mismo tiempo, es la principal solución

El tomate más barato del mercado, paradójicamente, es el que ha sido cultivado más allá. Aparte de traer una mochila de kilómetros con las pertinentes emisiones de CO₂ a la atmósfera, tiene un evidente impacto económico y social. No dando apoyo con nuestra decisión de compra al producto de proximidad, se empobrece el sector primario que tiene que espabilarse buscando alternativas laborales en las ciudades. Nos preocupa la gentrificación de los barrios de las ciudades con presión turística, pero con el tomate que hemos puesto en el cesto estamos generando gentrificación inversa, estamos despoblando el territorio y estamos obligando a venir a ciudad, donde hay oportunidades de trabajo.

Hemos vivido estas migraciones a lo largo de la historia y conocemos las consecuencias. Fijar la población en el territorio es del todo imprescindible tanto por la custodia de la naturaleza como por el necesario equilibrio social y económico. Pero el campesinado no solo provee de alimentos, sino que presta servicios ecosistémicos. El cultivo extensivo de la tierra, en forma de mosaico, regenera los sumideros de carbono del suelo, del que dependemos en gran manera para sostener el nivel de consumo energético de las sociedades actuales.

Nos preocupa la gentrificación de los barrios de las ciudades con presión turística, pero con el tomate que hemos puesto en el cesto estamos generando gentrificación inversa, estamos despoblando el territorio y estamos obligando a venir a ciudad, donde hay oportunidades de trabajo

Por lo tanto, la actividad del sector primario no solo fija población en el territorio, sino que consigue mantener la salud del territorio (y de las ciudades) que has disfrutado este fin de semana. Sí, Bruselas está tan lejos de casa como el mundo rural y nos sentimos desvinculados tanto de una como del otro. Como ya tengo una edad recuerdo perfectamente como de ufanos estuvimos el día en el que nos sentimos europeos de primera categoría. Ya no valoremos haber entrado en el club de los quienes tienen la sartén por el mango de la misma manera que no valoremos a los que nos llenan el plato. Ve a votar si no quieres que el pollo asado que tienes en mesa acabe siendo un pollo de seis patas y 4 pechos sin corazón ni hígados ni vida.