La palabra 'rebelde' proviene etimológicamente del latín rebellis, que a su tiempo es un término derivado de bellum. Es decir, guerra. No es casualidad, pues, que el domingo y lunes pasado se celebrara en Vilafranca del Penedès la primera feria vinícola del país después de la pandemia y que en la entrada del recinto hubiera una estatua inmensa de un guerrero indio americano, ya que la Fira de Vins Rebels fue exactamente lo que su nombre indica: una guerra contra muchas cosas.

El vigilante del recinto al lado de un rostro pálido: el promotor de la Fira de Vins Rebels, Ton Rimbau. (@firavinsrebels)

En primer lugar, una guerra contra el mismo coronavirus, ya que la Covid-19 lo ha devastado casi todo, pero no ha sido capaz de boicotear la ilusión de Ton Rimbau, creador y promotor de una feria que hasta hace escasas semanas nadie sabía si se podría celebrar. El elaborador de la prestigiosa bodega Porcellànic, peinado con una excéntrica cresta mohawk, no sólo es capaz de embotellar todos sus vinos en botellas de porcelana auténtica, sino que también fue capaz de aglutinar una cuarentena de bodegas nacionales e internacionales en un espacio, el parque del U de Octubre de Vilafranca, que durante dos días se convirtió en la reserva india de una serie de viñadores que hacen vino de una manera poco convencional.

Botellas del Espurnejant Natural, el Xarel·lo Natural y el Xarel·lo Sur lie de la bodega Porcellànic. (@quadern_tactil)

¿Qué es y qué no es convencional en el mundo del vino, sin embargo? Las 38 bodegas asistentes en la Fira tenían múltiples diferencias los unos con los otros, ya que había de todo tipo y de todos colores, por eso este encuentro celebrado en la Capital del Vino y con el apoyo del Ayuntamiento de Vilafranca del Penedès también fue una guerra contra los convencionalismos, ya que la única cosa en que coincidían al cien por cien todos los elaboradores presentes es la certeza de que existen muchas otras maneras de comprender el vino más allá del relato oficial. Que hay vida más allá de las viñas donde los fertilizantes químicos son el pan de cada día o que existe una forma de hacer vino, más honesta, artesanal y respetuosa con el entorno, alejada radicalmente a la metodología casi industrial de las bodegas con grandes producciones.

El Macabeu Ancestral de Foresta, un espectacular espumoso natural que expresa el terruño del Macizo del Garraf. (@quadern_tactil)

Si he creído oportuno empezar el artículo con una apreciación filológica es porque el adjetivo 'rebelde' es el único armisticio posible en la guerra abierta que el domingo y lunes pasado se entregó, también, contra los adjetivos. Vino 'natural', vino 'ecológico', vino 'biodinámico', vino 'peculiar', vino 'singular', vino 'artesanal' o simplemente vino 'del terreno'. Hay para dar y vender, ya que hacer vino no convencional quiere decir, también hacer vino fuera de la regulación y las normativas de cualquier denominación de origen. Si para Nietzsche la rima implicaba que "la poesía es un ejercicio de bailar en cadenas", para los viñeros rebeldes hacer vino que no se rige a ninguna norma ni estamento regulado es bailar tan libremente que no hay un solo adjetivo para definir cada paso, cada ritmo o cada movimiento del cuerpo.

El Xarel·lo y el Macabeu de Paret Seca, el proyecto personal del reconocido enólogo Ivà Gallego. (@quadern_tactil)

En esta guerra contra las normas hay un gran ganador: el vino, nacido desde un buen inicio como un sujeto libre. Para Ivà Gallego, prestigioso enólogo y creador de la bodega Paret Seca, sus vinos son fruto de un proceso de "mínima intervención" con el cual conseguir crear maravillas como el Macabeu Paret Seca, un vino con poquísimos sulfitos añadidos y criado con sus propias madres durante 3 meses. En cambio, según Gerard Maristany, de Foresta Vins y alma mater también del proyecto Viladomat Aragó, los vinos que elaboran en el Macizo del Garraf reflejan una "intervención manual que pretende crear vinos en harmonía con el paisaje", como demuestran el Sumoll Foresta o el Macabeu Ancestral, uno de los mejores vinos espumosos rebeldes del país.

Vins Desantesos es un proyecto que nace con el espíritu de volver a dar vida en las viñas abandonadas de la Ribera de Ebro. (@quadern_tactil)

Para Jaume Roca y Montse Castro, creadores de la bodega Ficaria, todo empieza por no utilizar herbicidas, pesticidas ni ningún producto químico que pueda alterar la armonía propia del terruño. Los suyos son vinos 'emotivos' y respetuosos con el "reino en el cual se han creado", tanto a La Figuera como a Arenys de Lledó; del Priorat, Cerverola es un elegante y seductor monovarietal de garnacha negra imperdible, mientras que del Matarraña brilla con luz propia el Irur Blanc, una garnacha blanca elaborada después de 3 meses con las madres con la misma jarra. También en el sur, pero en la Ribera de Ebre, Ari Servelló, de Vins Desantesos, afirma que el espectacular Lo Tracalet que elabora es el reflejo de cómo la fitoterapia y la viticultura ecológica son la mejor arma para elaborar un vino brisado y vinificado a la antigua, es decir, maceración con las pieles durante la fermentación y entrando un porcentaje bajo de rapa madura. Cuatro elaboradores diferentes con cuatro ideas ligeramente diversas de hacer vino, pero tres formas idénticas de entender la libertad, siempre acompañada del rigor, a la hora de elaborarlo.

Algunos de los vinos elaborados por la bodega Ficaria Vins, con viñas en el Priorat y el Matarraña. (@quadern_tactil)

En treinta años hemos pasado de comprar vino a granel antes de una cena con amigos a ponernos estupendos decidiendo qué vino con nombre graciosete o etiqueta divertida nos pega más antes de una primera cita, por eso ir a una feria de vinos donde hay productos que se dicen Amphora Gris si están hechos en un ánfora de color gris (cómo es el caso de este xarel·lo biodinámico de Parés Baltà) o Trepat 2018 si están hechos en la vendimia 2018 y con trepat (como pasa con este magnífico tinto del Celler de Dalt) es casi contracultural. Ser rebelde, por naturaleza, también significa mirar con ojos críticos las tendencias del momento, por eso no es nada extraño que toda esta tropa de apasionados viticultores que elaboran vinos en esencia sostenibles y que nunca encontraremos en el supermercado tengan poca tirada hacia el marketing postizo del cual pecan las marcas grandes que en los últimos tiempos, como por arte de magia, han descubierto de repente que la palabra "sostenibilidad" existe en el diccionario.

Amphora Gris de Parés Baltà, una reconocida bodega de Pacs del Penedès que trabaja con agricultura ecológica y biodinámica. (Parés Baltà)

Que la Fiir se hiciera en Vilafranca del Penedès demuestra que en el Penedès el vino es una religión, cosa que ya sabíamos, pero también significa la última guerra particular de este encuentro de viñadores rebeldes. Si el Sònar tiene un Antisònar, es difícil no caer a la trampa de creer que quizás la Fira de Vins Rebels es el antiVijazz. El ViJazz es un festival de música con el patrocinio de grandes bancos, presencia de artistas famosos e incluso un photocall en el cual hacerse fotos con una copa de Riedel en la mano para creerse durante un día aquello que no somos, ¿no? Pues la Fira de Vins Rebels es la antítesis: un festival igual, sí, pero en este caso una auténtica 'rave' sin normas, formalismos, ni evidentemente postureo; si en el ViJazz una copa de merlot, de repente, te permite entender las melodías acompasadas de Maceo Parker, en la Fira de Vins Rebels un bueno ancestral espumoso ligeramente turbio te da ganas de pasarte cuatro horas cantando la discografía entera de La Polla Records. En el Penedès, de hecho, dice la leyenda que el ViJazz tiene este poder: conseguir que personas a las que no les gusta ni el vino ni el jazz, durante dos días beban vino y escuchen jazz, ni que sea sobreactuante. Ni que sea con el fin de no ser considerados la oveja negra de la sociedad vilafranquina.

El Woodstock de los vinos no convencionales, la semana pasada en Vilafranca. (@quadern_tactil)

En el extremo opuesto, pues, la Fira de Vins Rebels, igual que otras ferias como la Feria del Vino Natural de Pinell de Brai o la feria Vellaterra de Barcelona, es precisamente una fiesta en la cual los asistentes esperan encontrar las ovejas negras más alternativas del mercado, ya que si alguna cosa son los vinos no convencionales es eso: una oveja negra disidente dentro del gran circuito comercial del vino. Ni todos los vinos rebeldes son vinos que apestan, como dice el mito, ni todos los vinos comerciales son fruto de una cosecha a mano en una viña espléndida como las que muestran los anuncios, pero por suerte, tanto un mundo como el otro tienen clara una misma cosa: el punto que los une somos nosotros y la capacidad de placer, de emoción y de conocimiento que esconde siempre cualquier vino, se adjetive de la forma que se adjetive.