Esta semana, el periodista y escritor mallorquín Bernat Salvà ha presentado en pequeño comité en la librería Ona de Barcelona su nuevo libro, Vorera de mar, donde nos explica la historia personal de la vuelta a Mallorca en 22 días y rodeando el mar, una lectura muy sugerente y recomendable para este verano que tenemos ya aquí. La clausura del acto en cuestión iba a cargo del conocido, y siempre solvente, músico David Torras, del grupo Set de rumba, ex Ai Ai Ai y Sabor de Gràcia, que nos deleitó con un poco de su rumba para despedir el acto.
Dicho esto, el amigo Torras siempre habla maravillas de sus visitas al restaurante Ginés, ubicado en la esquina entre las calles Castillejos y Rosalía de Castro, en el barrio del Guinardó. Quizás porque el restaurante no abre ni por la noche ni los domingos, no encontraba el momento de visitarlo, pero mira por dónde que, coincidiendo con la presentación del libro del Salvà, me ha venido a la memoria que lo tenía pendiente y, voilà, hoy es el día escogido. Así pues, como quien no quiere la cosa, me acerco al Guinardó a ver qué se cuece en el restaurante Ginés, previa llamada de teléfono, claro está, porque en el restaurante Ginés no puedes presentarte sin reserva, ya que tienen la suerte de llenar el comedor todos los días del año, la mayor parte de las veces con una clientela tan fiel que repite cada semana.
Actualmente, Fidelia Dávila es quien regenta el local, cuñada de Francisco Sánchez, el antiguo propietario. Ella es el alma del restaurante, se saluda y besa con muchos de los clientes que cruzan la puerta de su local, algunos amigos y conocidos del barrio de toda la vida. Observando las mesas, lo ves enseguida, algunas con familias enteras donde encuentras diferentes generaciones, parejas jóvenes y no tan jóvenes, trabajadores del barrio con ropa de trabajo, grupos de amigos...
El local tiene la decoración de la típica marisquería de los años setenta con paredes blancas, algún detalle azul, una barra enorme completamente desaprovechada que va de punta a punta del local y, al final, un comedor lleno hasta los topes del cual vemos la ventana de la cocina, por donde sale la comida ininterrumpidamente. El ruido es ensordecedor, porque el local está muy mal insonorizado, pero ya se sabe que no se puede tener todo en esta vida y, al fin y al cabo, aquí se viene a comer el mejor marisco del barrio a un precio que da risa, así de claro.
La especialidad del restaurante Ginés son los calamares a la romana que pido de primer plato y hay que decir que, ciertamente, están espectaculares. De segundo, la parrillada de marisco con unas navajas, almejas, gambas, cigalas, mejillones y un par de cortes de lenguado. En la carta también tienen buñuelos de bacalao, pulpo, langostinos, calderetas y arroces de marisco. Así, entre nosotros, vista la calidad del producto, no me extraña que sea un lugar de peregrinación en el barrio.
Casa Ginés me recuerda, no en el aspecto pero sí en la esencia, al desaparecido bar Mundial del barrio del Born de Barcelona, con sus paredes llenas de fotos antiguas de boxeadores, la carta que te recitaba el dueño como si de un poema se tratara y sus mariscadas gloriosas a unos precios en broma.
Fidelia me explica, mientras ataco un trozo de tarta de Santiago, que hace 70 años, cuando abrieron Cal Ginés, era solo un bar de tapas, pero que con los años y gracias a que el antiguo propietario era familia de pescaderos y tenía una pescadería delante justo del restaurante, hacia los años noventa, empezaron a servir pescado y marisco, entonces, la fama del local en el barrio no se hizo esperar y lo convirtió en el restaurante que sigue siendo actualmente. Un buen lugar para ir y disfrutar de su pescado y marisco, tanto si vas solo como con la pareja, la familia o los amigos, porque, como es sabido, quien paga manda. ¡Buen provecho y gracias al maestro Torras por sus sabias recomendaciones!