Una de las bodegas más conocidas de Barcelona y que todos habréis visto es el Quimet & Quimet del Poble-sec. Hace muchos años que la pisé por primera vez; entonces, la bodega la llevaban los padres y los hijos solamente estaban el fin de semana. Recuerdo que hacían una especie de empanadas pequeñas triangulares que llamaban bicicletas y que estaban deliciosas. Ahora y desde hace muchos años, sin embargo, el local lo llevan los hijos, y han pasado de las bicicletas y las anchoas a verdaderas obras de arte que te ofrecen por una pasta. El local, por eso, no ha perdido su solera y se mantiene como una de las bodegas más antiguas de la ciudad.
Pues bien, en el Poble-sec y muy cerca del Quimet, pero apartado del circuito de la calle Blai aunque está al lado, justo en la calle Margarit, encontramos una marisquería con casi 25 años de historia, el Restaurante Montalbán o Casa José. Es un local modesto con capacidad para unos veinte comensales, como mucho, donde te ofrecen uno de los mariscos más frescos de Barcelona, pero también unas calderetas y unos arroces caldosos para chuparse los dedos. José, nacido en Barcelona, trabajó para el antiguo propietario del Restaurante Montalbán hace más de veinte años y, cuando el señor se jubiló, decidió junto con su mujer Pepi, nacida en Sevilla, coger el negocio y mantener lo que ofrecía el antiguo propietario, pero afinando el tema a su manera.
Llego al local del Poble-sec y aparco la moto justamente en frente. El sitio es minúsculo, colgada en la pared tienen la pizarra donde está la carta. Por encargo te pueden cocinar una bullabesa, un arroz caldoso, una caldereta de langosta o un suquet. Los platos del día son las cañadillas, los berberechos, las navajas, las almejas, el pulpo, el calamar, gambas y cigalas y también jamón de Jabugo o queso curado. Pepi me abre un vino blanco, un Martín Códax, y me sirve una copa con los calamares a la andaluza, que me parecen muy buenos.
El ambiente es excepcional, aunque cada uno tiene su mesa, parecemos una gran familia por la proximidad de las mesas y teniendo en cuenta las dimensiones del local. De hecho, comento cómo está la comida con la pareja que tengo al lado, que son de Vilassar de Mar. Detrás de la barra se ve a José, muy alerta, con ollas arriba y abajo y pinzas en mano con la plancha llena de pescado y marisco, y en frente, todavía más atenta, a Pepi dando salida a los platos cocinados, no sea que se enfríen.
Aunque no tenga nada que ver, el sábado pasado fui al Auditori de Barcelona a deleitarme con la "Cuarta sinfonía" de Beethoven interpretada por la OBC y dirigida por la joven directora Marta Gardolińska, que, por cierto, me encantó. De la "Cuarta sinfonía" se dice que contiene un movimiento lento de indescriptible profundidad; ahora mismo, la frase me encaja a la perfección con la descripción de Casa José.
Pepi está preocupada, me comenta que en Galicia no para de llover y no pueden pescar los percebes y, claro, hace días que no tienen y le sabe mal. Yo continúo con los boquerones fritos, que son una delicia. Me llena otra vez la copa de albariño, que no se diga. Acabo con unas gambas que me cocina José delante de mí a la sal, están magníficas.
De postre, Pepi me trae una larpeira, una especie de bizcocho con crema, y me despido de la joven pareja hasta la próxima visita para probar el arroz caldoso. Ya tengo ganas.