Pasear por la Vila de Gràcia siempre es un placer si huyes de las calles y las plazas masificadas. Este jueves hemos salido a cenar y el barrio es un placer verlo, las calles y las plazas están llenas de jóvenes, sin abarrotarlas. Así da gusto. Pasamos por delante del Heliogàbal, donde vemos una cola que da miedo. Preguntamos quién toca, y nos responden que Paco Moreno; no nos sorprende nada la cola. Cruzamos la plaza del Sol, que también hierve con las terrazas llenas y la gente en cualquier rincón charlando y haciendo botellón.
En este entorno bucólico, hay que decir que resulta difícil encontrar un local en la Vila donde la comida esté buena y no te atraquen en la salida, y por eso hoy os recomiendo el Baby Jalabi, un pequeño local ubicado en la calle Martínez de la Rosa, junto a la plaza de la Vila, donde te ofrecen cocina pakistaní y, según voces autorizadas, el mejor curri de la ciudad.
En el Baby Jalabi no hay que preocuparse escogiendo la comida, porque la carta es muy corta y todo está buenísimo. Es un sitio sin aglomeraciones, con un ambiente fabuloso y una clientela del país —incluso con alguna cara conocida— donde zamparás de lo lindo y pagarás cuatro duros. Y aunque de momento no lo sepas, es un local al que volverás, sin ningún tipo de duda.
Los hermanos Mani y Majid llegaron a Barcelona hace veintiocho años, me comenta Mande en un catalán perfecto. Entonces, él estudiaba en la Escola Massana y al mediodía ayudaba a su tío, que entonces regentaba el restaurante Flor de Lluna, en la calle Doctor Dou. Curiosamente, entonces yo frecuentaba el local para disfrutar del menú del mediodía. Posteriormente, y tras viajar por Australia y Estados Unidos, los hermanos abren el primer Fish & Chips de Barcelona y, visto el éxito, repiten la fórmula abriendo en los últimos años un total de cinco locales en Barcelona y uno en Madrid.
Pero es hace un par de años cuando deciden abrir el Baby Jalebi, un local donde ofrecer las recetas de cocina pakistaní de su madre, en el barrio de Sant Antoni; y este año han abierto otro local, en la Vila de Gracia.
Así pues, llegamos al restaurante donde tenemos mesa reservada para cenar. El local está lleno. Pedimos unas cervezas mientras escogemos la comida. Pedimos de todo, pues venimos bastante hambrientos. Nos preguntan qué nivel de picante queremos: suave, normal o muy picante. Nos animamos y pedimos el picante normal.
Empezamos con unas samosas con dos salsas. Van apareciendo platos sin parar, que el camarero va colocando como puede por toda la mesa: el palak paneer, que son unas espinacas con queso, el chicken tikka masala, el chicken curry y el lamb madrasi, los tres están para mojar pan, y así lo hacemos con un par de tipos diferentes, el naan y el cheese naan; también un par de boles de arroz basmati para acompañar. Y suerte tenemos, ya que el picante normal hace que echemos humo por las orejas.
Tras darnos un hartón, cerramos la comida con los postres: un jalebi, unos helados y gulab jamum.
Nos despedimos y volvemos a casa paseando, comprobando otra vez que el barrio rebosa vida y alegría, y nos marcamos unos bailoteos a ritmo de bolero en medio de la calle, mientras escuchamos de fondo a Paco Moreno, justo enfrente del Heliogàbal.