La gala de la prestigiosa Guía Michelin se celebró el pasado miércoles por noche en el recinto del Fòrum de Barcelona con la entrega de las estrellas Michelin para 2024. Las semanas previas a la gala han sido de infarto y las redes han difundido todo tipo de rumores, entre los cuales destacaban la pérdida de una estrella de Arzak o el salto de una estrella a tres del restaurante Enigma de Albert Adrià. Finalmente, y como era de prever, ninguno de los rumores se ha cumplido, excepto la tercera estrella para el restaurante Disfrutar, que todos esperábamos y deseábamos.

Preparados / Foto: Guía Michelin


Vamos por partes, la cosa empieza con la alfombra roja, una alfombra larguísima que iba de la calle Eduard Maristany hasta la entrada del Auditori del Fòrum. Era tan larga, yo habría instalado puestos de avituallamiento y masajista, como si de una carrera de alta montaña se tratara.
Una vez en el vestíbulo del auditorio, también con alfombra roja, te encontrabas gente anclada en el suelo, que no se movían ni por Dios, como si les fuera la vida en ello, hay que decir, que incluso Buenafuente bromeó con el tema.
Por cierto, la gala fue insoportable, los cocineros, los invitados y la prensa, unos, móvil en mano, otros, durmiendo como lirones, esperábamos los nombres de los nuevos premiados, porque claro, para eso estábamos allí, no para aguantar los largos parlamentos de patrocinadores y directivos de la Guía que no interesaban a nadie y que ocuparon buena parte de la velada.

gala 2024 Grupo / Foto: Guía Michelin


La cosa empieza con el premio Michelin Sommelier Award concedido a Josep Roca y acaba con el selfie que se hace Quique Dacosta con los cocineros de los quince restaurantes triestrellados, entre los cuales solo una mujer, Elena Arzak, es merecedora del preciado galardón, según la Guía. En medio, se conceden el resto de premios, que no mencionaré porque todos estáis cansados de leerlos en todas partes.
Como curiosidad, quiero comentar las estrellas concedidas a Jaén, donde, hasta ahora, solo un restaurante tenía esta distinción: tres flamantes nuevas estrellas concedidas, de repente, por la Guía Michelin a tres restaurantes jiennenses. El caso es que, este año, la Diputación de Jaén era patrocinadora de la gala, al fin y al cabo, como digo, curioso.

Estand de la Diputación de Jaén / foto: Guía Michelin


La ovación a los tres cocineros del Disfrutar cuando se anunció la tercera estrella, movió los cimientos del auditorio, la mayoría de la sala, de pie, aplaudía fervorosamente, no recuerdo una ovación similar en las últimas ediciones de la gala.
Tan pronto como se acaban los premios, empieza la segunda etapa de montaña, que va del auditorio a la sala, donde tomaremos algo para cenar y disfrutaremos de la fiesta con los amigos y conocidos. Es un recorrido muy exigente, no apto para gourmeteros poco entrenados.

Las olivas del Disfrutar / Foto: Guía Michelin


Todo el mundo está bastante hambriento. Yo empiezo con los guisantes del Maresme con jamón de bellota y el tartar de calamar de la costa con consomé de ave y caviar iraní preparados por los hermanos Torres. Se han seleccionado diecisiete vinos catalanes pensados para maridar con los platos que han preparado a los chefs, yo me apunto, sin dudarlo, al Thalarn del Castell d'Encus y no lo abandono en toda la noche.
Pruebo el brioche francés con anguila a la brasa de Jordi Cruz, la cuajada de carabineros, tomate, apio y manzana y un choux de avellana y trufa del Paolo Casagrande que está exquisito, no está bien decirlo, pero he repetido cuatro veces. Continúo con la clásica liebre en la royale del Via Veneto, preparada por David Andrés, en este caso servida en cuchara, y los calçots liofilizados con romesco y sus aceites del Disfrutar.

Guisantes de la marisma, jamón de bellota perlas de Sagu y velo de panceta ibérica./ Foto: Guía MIchelin


Cierro la comida con la cocoha de merluza al pil pil de Albert Raurich y el dadinho de tapioca relleno de queso y trufa negra de Albert Adrià que está excepcional.
Me despido, mientras felicito todavía a muchos de los premiados, y antes de marcharse me zampo una barrita energética en forma de vaso de güisqui (o al revés) y así coger fuerzas para enfrontarme de nuevo a la alfombra roja, esta vez en dirección hacia casa.