La Licorera C. Ferreres fue fundada en la calle Taulat del Poblenou por Constantino y Júlia el día 11 de mayo de 1932, día de la festividad de Sant Ponç, patrón de los herbolarios. Desde entonces, el barrio no ha parado de cambiar y de crecer, pero la bodega se ha mantenido impertérrita al paso del tiempo en la misma calle, para ofrecerte siempre una sonrisa y un vaso de buen vino.
Desgraciadamente, a raíz de la muerte de Júlia Cahué, nieta de los fundadores y tercera generación de la familia que regentaba la tienda, decidieron hace unos meses cerrar el negocio debido a la falta de relieve generacional con ganas de vender vino y aguantar a la parroquia.

botes1
Botas en la Licorera C. Ferreres / Foto: Víctor Antich

Durante toda su historia, hay que decir que La Licorera era muy querida en el barrio. Incluso Teresa Ferreres, que nació en el piso de arriba de la propia bodega —madre de Júlia e hija, a su vez, de Constantino y Júlia—, recibió la Medalla d'Or de la Ciutat de Barcelona por haber desarrollado durante muchos años la misma actividad licorera y por los vínculos establecidos durante muchos años con el barrio y el vecindario.

Empieza una nueva etapa para una bodega emblemática en el Poblenou, donde podrás disfrutar del espacio tomándote una copa de vino o ventilándote una botella entera, si lo prefieres, con un poco de jamón o queso

Pero no nos engañemos, La Licorera del Poblenou también era conocida por su loro. El animalito en cuestión paraba el tranvía cada vez que le daba la gana, imitando a la perfección el silbato del jefe del tranvía, con las molestias que ello comportaba. Llegó un punto en el que los de TMB les pidieron, por favor, que entraran al loro dentro de la tienda para evitar que se pudiera acabar produciendo algún accidente.

entrada
Entrada a la Licorera C. Ferreres / Foto: Víctor Antich

Y así lo hicieron. En el interior, no obstante, la cosa no mejoraba. El agitador llamaba "borracho" a según qué clientes y a según que otros los preguntaba "¿has pagado?". El loro, como imaginaréis, se convirtió en toda una institución en el barrio, pero con los años se hizo mayor y pasó a mejor vida, justamente en el año de los Juegos Olímpicos. Vete tú a saber si ya se olía que Barcelona iba a cambiar y no quería formar parte de ese cambio. Ahora podemos verlo, bien dicharachero, disecado y colgado en el fondo de la bodega, podríamos decir, como miembro honorífico de La Licorera.

botas placas
Placas conmemorativas. Licorera C. Ferreres / Foto: Víctor Antich

Mientras el barrio lloraba el cierre de La Licorera, por suerte, en el mes de junio, aparecen en escena Jana y Konstantin (mira por dónde, mismo nombre que el fundador), procedentes de Rusia, con ganas de abrir una bodega con historia en la ciudad de Barcelona. Así de sencillo. Es entonces cuando descubren el local, se enamoran de él al instante y lo alquilan a los propietarios rápidamente, para sorpresa de todos. Así, durante los meses de verano, la pareja pintó y realizó pequeñas modificaciones en el local para el buen funcionamiento del negocio, que no deben preocuparnos, porque la bodega es la misma y está como siempre, incluso las placas conmemorativas de Juli, Tino, Teresina y Júlia siguen colgadas en las cuatro botas más antiguas.

cliente
Jana con un cliente. Licorera C. Ferreres / Foto: Víctor Antich

Se abre una nueva etapa para una bodega emblemática en el Poblenou, donde podrás comprar vinos catalanes, españoles, franceses, italianos y de otras partes del mundo, pero también podrás disfrutar del espacio tomándote una copa de vino o ventilándote una botella entera, si lo prefieres, de su extensa carta, acompañándola —si te apetece— de un poco de jamón o queso.