Huimos del bochorno de Barcelona y hacemos una escapada a Andorra. Como los meses de verano son para disfrutarlos en la naturaleza, nos acercamos al lago de Pessons, a más de dos mil metros de altura, situado en lo alto de la estación de esquí Grandvalira, en concreto, en el sector Grau Roig. Sopla una brisa fresquita, fresquita, muy apreciada por los que venimos del calor. Para llegar, dejamos el coche en el parking de El Cubil y cogemos un transporte de la estación, aunque es muy recomendable subir andando, pues es un paseo muy agradable y se pueden aprovechar las rutas para hacer senderismo.
Pues bien, a dos mil trescientos metros de altura, delante del lago, con unas vistas de infarto y rodeados de naturaleza, nos encontramos el restaurante Refugi del Llac de Pessons, antiguo refugio de montaña reconvertido desde ya hace unos 30 años en borda-restaurante que ofrece una buena cocina de montaña a los esquiadores durante el invierno y a los vecinos del Principado, pero también deportistas, excursionistas y paseantes durante el verano. La borda es todo un signo de identidad andorrano, presente en las antiguas casas tradicionales, donde se suelen degustar productos de proximidad, que es justamente lo que hemos venido a hacer.
La carta ofrece platos de cocina tradicional de montaña como el trinxat, la escudella, el arroz, el foie mi-cuit, la paletilla de cordero al horno y carnes a la brasa. Mientras decidimos qué pedir, nos saluda Mireia, que dirige el restaurante, pero que también es la sumiller. Una vez escogida la comida, ella nos ayuda a escoger el vino, pues la carta es muy extensa y predominan los vinos catalanes, españoles y franceses, pero también de muchos otros países como Australia o Chile, sin olvidar los vinos andorranos, como muestra de lo que se hace en el Principado. Mireia nos aconseja un Bourgogne 2017 de las bodegas Fatien Père & Fils y da en el clavo, un pinot noir clásico, elegante y suave.
Para comer, lo primero que nos llega a la mesa es un salmorejo muy refrescante; la diferencia entre el salmorejo y el gazpacho, como sabéis, es básicamente que el primero no lleva pimiento ni pepino y se le añade pan rallado para espesarlo. Seguimos con el arroz de montaña con costilla de cerdo, butifarras (cruda y negra), paletilla de conejo y carretillas. Está muy sabroso, se aprecian los aromas del tomillo, del romero, y también de las carretillas, que deben ser las últimas, como diría el @xavinoriguis_ (o quizás no), ya que ahora mismo estamos a nueve grados, aunque estamos a principios de agosto.
En todo caso, este arroz cumple plenamente con nuestras expectativas, aunque no nos lo podemos acabar. Hacemos un brindis, el lugar se lo merece y nosotros también. Llega el segundo, unas estupendas chuletas de cordero del Pallars, con patatas y pimientos, servidas sobre una piedra caliente para mantener la temperatura. Si os dejáis caer por los Pessons, probaréis una cocina de montaña sencilla, pero de calidad, en un marco inigualable.
El Grau Roig Hotel, campo base para hacer excursiones y punto de salida para llegar al restaurante Refugi del Llac de Pessons
De bajada o de subida, según se quiera, un buen lugar para pasar la noche es el Hotel Grau Roig, donde tenemos previsto cenar. Se trata de un hotel de montaña de lujo en el corazón del Pirineo andorrano, dirigido por Dúnia Sants, quien, conjuntamente con su equipo, hace siempre todo lo posible para que tu estancia sea lo más agradable posible.
Las habitaciones son muy confortables, espaciosas, con una decoración montañesa, pero actual, donde la madera de roble, la piedra y las pieles tienen un fuerte protagonismo, como si se tratara de un refugio de montaña. Ahora bien, totalmente contemporáneo y sin que falte ningún detalle. Además, disponen de un balconcito con vistas al valle y a las montañas, y también, sobra decirlo, al telesilla, que sale justo de delante del hotel, para el disfrute de los esquiadores en temporada de invierno.
Cenamos en el Restaurante Marmita del mismo hotel. Aprovechando que estamos en verano, optamos por unos primeros fríos, concretamente, una terrina de foie gras con trufa y gelatina de Pedro Ximénez y una ensalada de bogavante con verduras que estaba deliciosa. Todo regado con un DO Ribeira Sacra, de nombre Lalama, de las bodegas Dominio do Bibei, sedoso y estructurado, con presencia de madera gracias a los dieciséis meses en bota de roble francés.
Para acabar, nos zampamos un mero salvaje con puré de coliflor y fondo de marisco y un tartar de buey con mayonesa de mostaza, rúcula y parmesano, cortado a cuchillo.
Acabamos con un coulant caliente de chocolate, crema de chocolate blanco y un pastel Tatin de manzana, los dos postres con helado de vainilla, que regamos con un champán Henriot, blanco de blancos.
En la cumbre de las pistas de esquí de Soldeu encontraréis el W&M Jean Leon
Ahora bien, la propuesta culinaria de Andorra y en concreto de Grandvalira es abundante, así pues, otro lugar que hay que pisar si te acercas por la zona es el Wine & Meat Bar by Jean Leon en Soldeu, al que solo puedes acceder con telesilla y donde encontrarás unas vistas espectaculares que lo hacen imprescindible. Por otra parte, si eres aficionado al golf, antes de comer, todavía podrás hacer unos cuantos drives en el campo de golf más alto de toda Europa.
En el Wine & Meat Bar todo funciona como un reloj suizo gracias a Roger, siempre diligente y generoso. Aquí podréis comer día sí día también una buena carne a la brasa, como el secreto ibérico o el lomo bajo Black Angus Nebraska. Y si queréis algo de primero, podréis escoger entre diferentes opciones como las croquetas de asado, las anchoas de L'Escala o una ensalada como la de calabaza asada y stracciatella, todo acompañado con un vino Jean Leon; en este caso, para la ocasión el escogido fue un Vinya La Scala 2015. De postre, os recomiendo su particular versión del lemon pie y un flan casero para chuparse los dedos.
En definitiva, ponemos fin a nuestra escapada muy contentos de redescubrir Andorra en temporada de verano, sus montañas y, cómo no, su cocina de montaña, ¡por supuesto!