Salimos de Torroja del Priorat, donde estamos instalados con el grupo, dispuestos a comernos justamente eso, el Priorat. Cogemos una carretera diabólica y serpenteante que cruza viñas y más viñas en dirección hacia Poboleda, un pequeño pueblo situado en el valle del río Siurana y a los pies de la sierra del Montsant, donde tenemos mesa reservada para cenar.
Llegamos muy sedientos al restaurante Brots, quizás por las curvas, y, cómo no, pedimos un par de botellas de Priorat nada más cruzar la puerta. Escogemos el Embruix de Vall Llach, hecho en el pueblo de Porrera, al este del Priorat, con cariñena, garnacha, cabernet, merlot y syrah, percibimos su olor a roble; es sabroso y estructurado, pero potente. Justo lo estamos probando que nos traen el aperitivo, servido sobre una réplica en porcelana de la mano del chef y también la ensalada de vieiras con tupinambo, chirivía y mollejas ahumadas. Las mollejas son de pollo y están confitadas por el chef, un plato muy refrescante.
El chef Pieter Truyts, nacido en Bélgica, abre el restaurante Brots en 2014. La pasión por la cocina le viene desde muy pequeño, cuando se colaba en la zona de los fogones de sus padres para cocinar durante horas. A lo largo de su trayectoria, ha pasado por cocinas estrelladas como Comme Chez Soi, de Bruselas, o Can Bosch, de Cambrils, entre otros, hasta que ha conseguido por tercer año consecutivo el reconocimiento Bib Gourmand de la Guía Michelin.
Hacemos unos brindis celebrando nuestra visita al Priorat y continuamos con el risotto de setas, que lo encontramos en su punto y muy sabroso. Los boletus son frescos, según nos comenta el chef, gracias a un vecino que es un experto buscador de setas. Aunque, este año, desgraciadamente, está siendo un mal año para las setas a causa de la poca pluviometría.
Cambiamos de vino, abrimos un par de botellas de D'Iatra 2016 elaborado en Cal Batllet, una pequeña bodega familiar de Gratallops. Es un vino con alegría, notamos la fruta madura y las notas a chocolate. Un vino con nervio, pero con equilibrio, que nos va de maravilla para el ravioli de ciervo. Pieter hace el estofado de ciervo con su sofrito y especias como la enebrina, el orégano o la pimienta negra. Al acabar, cuela el líquido y lo tritura con el ciervo y rellena el ravioli, por encima le añade una bechamel hecha con el fondo del civet que, técnicamente, es una velouté. Cerramos la comida con un tiramisú de peras con vino tinto y helado de canela que nos parece muy bueno.
Os aconsejo que miréis el vídeo que tiene colgado el chef en su web, tipo cortometraje, donde sale en la cama echando la siesta en medio del Priorat con la montaña de la sierra del Montsant de fondo, mientras se va despertando perezosamente. Se quita la sábana de encima poco a poco y, de repente, aparece un corazón de vaca sangrante. Me viene a la memoria, aunque no tenga nada que ver, la escena de la cabeza de caballo ensangrentada en la película El padrino de Francis Ford Coppola y que seguro que todos recordaréis, cuando, durante el rodaje, dicen que el departamento de arte intentó que la cabeza de caballo fuera de atrezo, a lo cual el director se negó exigiendo una cabeza de caballo real. De esta manera, obligó al equipo durante el rodaje entre toma y toma a poner la cabeza en hielo para que no se descompusiera. La grabación del vídeo de Pieter imagino que fue más rápida y no hizo falta hielo, quién sabe.
En el cortometraje la cosa continúa con el chef que se levanta de la cama con la ropa manchada de sangre mientras se acerca a Poboleda con el corazón de la vaca en la mano y llega y entra en su restaurante donde empieza a cortar y cocinar con otros ingredientes el corazón en cuestión, el vídeo acaba con la frase "Un año cocinando con el corazón, gracias", porque eso mismo es lo que hacen en Brots. Pieter ofrece una cocina creativa muy sabrosa y personal que no te deja indiferente, donde los productos locales están muy presentes y la relación calidad-precio es de nota. Su carta de vinos es espectacular. Sin duda, un buen lugar para ir si te acercas al Priorat.