Ahora que el bochorno del día empieza a disminuir, aprovechamos para salir a cenar y airearnos un poco por la vila de Gràcia. Nos acercamos al Hotel Casa Fuster, un 5* Gran Lujo ubicado en el edificio modernista proyectado por el arquitecto Lluís Domènech i Montaner en 1908, que ha sido renovado recientemente. Se da el caso de que el empresario catalán Mariano Fuster i Fuster regaló esta casa a su esposa, Consol Fabra i Puig, hija del marqués de Alella, de ahí el nombre de restaurante Aleia.

Sala del restaurante Aleia* / Foto: Víctor Antich

Pues bien, situado en el primer piso del hotel, encontramos el restaurante Aleia, galardonado hace un par de años con un sol Repsol y una estrella Michelin, dirigido por el chef  de Jerez Rafa Bedoya, que estudió en Le Cordon Bleu de París y ha pasado por cocinas tan prestigiosas como Azumerndi, el Cenador de Amós o El Celler de Can Roca.
Nos saluda Paula Miguel, jefa de sala. Nos cuenta que el chef nació en Jerez de la Frontera y, evidentemente, existe un nexo entre los recetarios de su tierra y de la nuestra. Así, a lo largo del menú degustación de diez pases, iremos probando productos de aquí y de allí, y recetas de un territorio y de otro.

Ostra del Delta con mignonnette de sakura. Aleia / Foto: Víctor Antich

Empezamos con una ostra del delta del Ebro con mignonnette de sakura, que es la hoja de un cerezo japonés, liofilizada con una gelée hecha con la propia agua de la ostra y también una gamba blanca de Tarragona acompañada de una crema de raifort y aceite de perifollo. La encuentro absolutamente genial. La cosa promete, y lo celebramos brindando con una copa de Fino Rama Fernando de Castilla de una añada exclusiva para el restaurante, según nos comenta el sumiller del restaurante, Andrés Moreno.

Gamba blanca de Tarragona, raifort y aceite de perifollo, Aleia / Foto: Víctor Antich

Se acerca Rafa Bedoya a saludar, nos anima a disfrutar de su propuesta en este lugar singular. Confiesa que está muy contento con la ubicación del restaurante y hace una valoración positiva de los últimos años. Comenta que el primer año les costó un poco más poner en marcha la maquinaria, él llegaba de otra ciudad y el local no está a pie de calle, sino en la primera planta. En este sentido, lograr la estrella Michelin en menos de un año los impulsó y posicionó en el panorama gastronómico de la ciudad definitivamente. No obstante, el chef tiene el reto de conseguir llegar un poco más a los clientes de Catalunya y del país. Cree que está en el buen camino. Actualmente, sirven unos veinte cubiertos por servicio, y están muy contentos. Curiosamente, parte de sus clientes son asiáticos, en parte debido a la reseña de una influenciadora muy conocida en su continente, que comió en el restaurante Aleia en cuanto abrió sus puertas.
El chef está muy tranquilo y no piensa en la segunda estrella, aunque le gustaría, claro. Cree que su objetivo primordial, en este momento, es mantener la primera estrella, que no es poco. Por último, reconoce una evolución en su cocina en estos últimos dos años que lo satisface, la única clave del éxito me manifiesta que es trabajar sin descanso. Comenta, también, que aquí todos los restaurantes gastronómicos son distintos entre sí, y que cada uno tiene una historia diferente por explicar, no como en los Países Bajos, que tienen un discurso muy parecido entre ellos.

Bonito del bordo aliñado con pririñaca. Aleia / Foto: Víctor Antich

Acabamos los aperitivos con un bonito del norte aliñado como hacen en el sur, con piriñaca, una mezcla de pimiento, cebolla y tomate. El bonito está ahumado con sarmiento para notar el regusto de la brasa, acompañado de tomates de colgar, cebollitas confitadas y un gazpacho de pimiento. En este caso, lo maridamos con una Cuvée Total Oriol Artigas, un vino natural rosado de Alella, hecho con garnacha y xarel·lo.

Vieira con salsa de champagne y soubise. Aleia / Foto: Víctor Antich

Empieza de verdad el festival, con una vieira con la clásica salsa al champagne, pero en este caso hecha con cava, por aquello de haer país, y soubise hecha con cebolla de Figueres. La acidez del cava queda contrarrestada con la soubise, que le aporta la dulzura.

Tarantelo de atún. Aleia / Foto: Víctor Antich

Seguimos con un muy sabroso tarantelo de atún rojo, que es la parte del atún que se encuentra entre la ventresca y el lomo blanco, acompañada de rábano curado en sal y esencia del agua de tomate. Hay que decir que el atún y el rábano están dispuestos en forma de rosa. Es una delicia, que remojamos con un vino blanco La Farruca de la bodega Mario Rovira de Alella.

Flan ibérico, rebozuelos, anguila ahumada y melón. Aleia / Foto: Víctor Antich

seguidamente traen  el flan ibérico, rebozuelos, anguila ahumada y melón. Los rebozuelos, cuya temporada acaba de empezar, están pasados por la brasa. Al conjunto le añaden un poco de consomé de jamón, para terminar con un chorro manzanilla muy típico del sur. Lo maridamos con un D.O. Costers del Segre, el Cíclic Blanc, un vino sorprendente.

Pan con aceite. Aleia / Foto: Víctor Antich

Aparecen en escena un par de panes artesanos. Uno, un mollete hecho en Benaoján, un pequeño pueblo de Málaga; el otro, un redondo de triticum. Los acompañan un par de aceites vírgenes, uno de Jaén, hecho con la variedad exclusiva de nombre acebuche, el Raza Aove, y el otro, catalán, el Portalé, hecho de arbequina pallaresa; con un tuétano asado. Alucinamos mucho con la intensidad del aceite de Jaén.

Cigarra a la brasa con aire de sus cabezas. Aleia / Foto: Víctor Antich

Para llorar la cigala a la brasa, beurre blanco de amontillado y aire de sus cabezas y el pargo soasado, huevos de salmón y gazpacho de navajas y mejillones. El primero, regado con un vino francés —recuerdo de la estancia en Francia del chef— el Vendanges Manuelles, de la región de las Côtes du Jura, y el segundo, regado con un Lumiére de la zona de Cádiz, hecho con variedad palomino.

Filete de Rubia Gallega. Aleia / Foto: Víctor Antich

Cerramos con un poco de carne, un filete de Rubia Gallega con cuarenta días de maduración, patatas, pimientos y lechuga, que acompañamos con una copa de vino tinto de Raúl Moreno, La inflexión, hecho con pinot noir y syrah.

Aguacate con caviar y nata. Aleia / Foto: Víctor Antich

Los postres están a la altura y están espléndidos, al igual que los petits fours. Así, pruebo un aguacate con caviar Oscietra y nata, un miel y mató, queso y boniato; y una Catania, almendra, chocolate y trufa. Junto con una copa de moscatel de Alejandría.

Petits fours. Aleia / Foto: Víctor Antich

El restaurante Aleia hace una cocina imprescindible, mezclando productos y recetarios del sur con los de aquí, donde las influencias francesas están presentes en muchas de las elaboraciones, elevándolas en la mayoría de los casos a la exquisitez. Es un buen sitio para darte un homenaje y probar una de las mejores cocinas de la ciudad, en un entorno privilegiado, palabra de Gourmeter.