Detrás del Hospital Clínic, concretamente en la calle de Casanova, encontramos la taberna Maitea, un clásico de la cocina vasca de Barcelona que abrió sus puertas en el año 1998 de la mano de Maite, nacida en San Sebastián, y su marido, Carles. Ahora, sin embargo, es su hijo Nico quien, junto con su pareja, Belén, lleva el negocio. Nico no para, está en todas partes, tanto fuera como dentro de la cocina. Es el caso de hoy, que está en la cocina porque Gabriel, el jefe de cocina, está de vacaciones, mientras Belén manda en la sala, creando un binomio perfecto.

barra con gente
Comedor del Maitea / Foto: Víctor Antich

Sentado a la mesa, pienso que Maitea huele a taberna, es decir, a vino y comida casera. En medio de este mar de aromas que fluyen de la cocina, me llenan la copa de un Vi de Fang hecho en la Conca de Barberà. Encuentro que cualquier momento es bueno para apaciguar la sed.
Nico intenta respetar el calendario estacional a la hora de escoger los productos que pasan por la cocina y ofrece a sus clientes. Parte de estos productos provienen del País Vasco, como el bacalao o las piparras, pero otros los consigue allí donde encuentra la calidad que busca. Es el caso de las pochas, que vienen de Navarra, de la carne, que la traen de León, o de la morcilla artesana de la Casa Olano de Beasain, reconocida mundialmente por su sabor único. Pero muchos otros están hechos aquí, como el cerdo, que se lo compra a Jordi de Cal Rovira.

barra
La famosa barra del Maitea / Foto: Víctor Antich

Me comenta que la pandemia les obligó a retirar la barra de pintxos, que posteriormente recuperaron sin éxito, dado que la clientela se había vuelto muy quisquillosa, y que finalmente decidieron retirar. Ahora los pintxos van directamente de la cocina a la mesa, con lo cual se ha perdido el toque pintoresco, pero estos mantienen la misma calidad de siempre, y doy fe de ello.

pochas
Pochas a la vasca. Maitea / Foto: Víctor Antich

Después de un pintxo de bacalao con muselina de ajos y una gilda, me llegan a la mesa las pochas a la vasca, una de las especialidades de la casa, que como he dicho traen de Navarra, y que sirven en una cazoleta de barro acompañadas de unas piparras. Las pochas son una variedad de judía blanca que se consume antes de madurar. Ahora bien, en invierno cocinan las rojas, y en este caso las traen de Tolosa. Dejadme que os diga que no probaba unas judías tan deliciosas desde mi última visita al Taktika Berri, hace unos meses. Son de un sabor y una suavidad inconfundibles.

bacalao
Merluza de palangre a la donostiarra. Maitea / Foto: Víctor Antich

Continúo con una merluza de palangre a la donostiarra. Hay que decir que, por la forma de captura, la merluza más preciada es la merluza de palangre, y esta proviene de la lonja de Barcelona. La encuentro de una calidad excepcional, aparte de estar magistralmente cocinada.

higos
Milhojas de crema e higos. Maitea / Foto: Víctor Antich

Montserrat Roig escribía en su libro Dime que me quieres aunque sea mentira que “el deseo de pecar es, a veces, un deseo muy dulce”. De esta manera termino la comida, pecando dulcemente con unos milhojas de crema e higos cuello de dama que están para chuparse los dedos.

Amigos y amigas, haríamos bien de dejarnos de tonterías y “cuñadismo” gastronómico y visitar siempre que podamos las casas de comida de toda la vida, tal vez comprobaremos que ser feliz es más fácil de lo que parece.